Las Escrituras de W Q Judge
W Q Judge 1851 – 96
El Oceano de la Teosofía
Por
William
Q Judge
Inglés:- The Ocean of Theosophy
CAPITULO I - continuación
LA TEOSOFIA Y LOS MAESTROS
La Teosofía definida
generalmente. Existencia de hombres altamente desarrollados en el Universo.
Estos hombres son Mahatmas, Iniciados, Hermanos, Adeptos. Cómo ellos trabajan y
el porqué permanecen ocultos. Su Logia. Son hombres perfeccionados desde otros
períodos de evolución. Han aparecido bajo varios nombres. Apolonio, Moisés,
Salomón y otros fueron miembros de esta fraternidad. Ellos tienen una sola doctrina. Son posibles
porque el hombre puede al final llegar a ser
Una visión de las leyes
generales que gobiernan el Cosmos. Subdivisión septenaria
La doctrina con respecto a
la Tierra. También septenaria. Es uno de siete planetas de la cadena que
corresponde al hombre. Los siete no están separados en la cadena, sino que se
interpenetran. La cadena terrestre es la reencarnación de una cadena anterior
ya muerta. Esta cadena anterior fue una de la que nuestra luna es el
representante visible. La luna ahora muerta y en contracción. Venus, Marte, etc.,
son miembros vivos de otras cadenas similares a la nuestra. Una masa de Egos
por cada cadena. El número de Egos es finito aunque incalculable. El curso de su evolución a través de los
siete globos. En cada uno se desarrolla una cierta parte de nuestra naturaleza.
En el cuarto globo el proceso de condensación comienza y alcanza su límite.
La constitución del hombre.
Cómo la doctrina difiere de la Cristiana común. La doctrina real conocida en
los primeros siglos de esta era, pero intencionalmente retirada de una nación
incapaz de sostenerla. El peligro si la doctrina no hubiera sido retirada. La
división septenaria. Los principios clasificados. Las subdivisiones concuerdan
con la cadena de siete globos. El hombre inferior es un ser compuesto. Su
trinidad superior. Sus cuatro principios inferiores, transitorios y
perecederos. La Muerte hace de la trinidad la única parte imperecedera en
nosotros. Lo que el hombre físico es, y lo que es el resto invisible del hombre
mortal. El otro hombre físico no visible pero mortal. Los sentidos pertenecen
al hombre invisible y no al visible.
El cuerpo físico y el
principio vital. El misterio de la vida. El sueño y la muerte debidos al exceso
de vida no soportada por el organismo. El cuerpo, una ilusión. Lo que es la
célula. La vida es universal. No es el resultado del organismo. El cuerpo
astral. De lo que está hecho. Sus poderes y funciones. El modelo del cuerpo
físico. Lo tienen todos los reinos de la Naturaleza. Su capacidad de
proyectarse. Los verdaderos centros de los sentidos están en el cuerpo astral.
El papel del cuerpo astral en las sesiones espiritistas. El cuerpo astral
explica la telepatía, la clarividencia, la clariaudencia y demás fenómenos
similares.
El cuarto principio.
Kama-Rupa. En nuestro idioma, Pasiones y Deseos. Kama-Rupa no es producido por
el cuerpo físico sino que es la causa de éste. Es el principio medio de los
siete. Es la base de acción e impulsador de la voluntad. Deseo recto conduce a la acción recta. Este
principio tiene un aspecto superior y uno inferior. Reside en el cuerpo astral.
Durante la muerte coalesce en unión con el cuerpo astral y hace un “cascarón”
Manas el quinto principio.
El primero
¿Por qué es el hombre
Objeciones. El deseo no
puede alterar la ley. Tempranos arribos al cielo. ¿Han de esperar ellos por
nosotros? Reconocimiento del alma no depende de objetividad. La herencia no
crea una objeción. Lo que la herencia de veras significa. Divergencias no reconocidas
sobre la herencia. La historia va contra la herencia. La reencarnación no es
injusta. ¿Cuál es la verdadera justicia? No sufrimos por los hechos de otros
sino por los nuestros. La memoria. Porqué no recordamos otras vidas. ¿Quién
recuerda? Cómo explicar los aumentos de la población mundial.
Desde el punto de vista de
la naturaleza del alma. De las leyes de la mente y del alma. De las diferencias
de carácter. De la necesidad de disciplina y evolución. Diferencias de
capacidad y origen en la vida, desde la cuna. La identidad individual la
confirman. El probable objeto de la vida la hace necesaria. Una vida es
insuficiente para llevar a cabo los propósitos de la Naturaleza. De por sí la
muerte no confiere ningún progreso. Una escuela después de la vida es ilógica.
La persistencia
Definición de la palabra.
Un término poco familiar. Una ley beneficiente. La vida presente es afectada
por pasadas acciones de otras vidas. Cada acción tiene un pensamiento en su raíz.
A través de Manas ellas reaccionan en cada existencia personal. Porqué nace
gente deforme o en malas circunstancias. Las tres clases de Karma y sus tres
campos de operación. Karma nacional y racial. Infelicidad individual y
felicidad. Las palabras del Maestro sobre el Karma.
El primer estado después de
la muerte. Dónde están y qué son el cielo y el infierno. La muerte
Significado del término. Un
estado de Atma-Buddhi-Manas. Operación del Karma en Devachán. La necesidad de
Devachán. Es otra forma de pensar sin un cuerpo que la aprisione. Sólo dos
campos para la operación de causas subjetiva y objetiva. El Devachán es uno.
Allí no existe el tiempo para el alma. Largo de la estadía. Las matemáticas de
alma. Promedio de estadía, unos 1500 años. Depende de impulsos psíquicos
generados durante la vida. Su uso y propósito. El Devachán definido por los
últimos pensamientos antes de morir. El Devachán no carece de significado.
¿Veremos a los que dejamos atrás? Traemos sus imágenes con nosotros. Entidades
en el Devachán tienen poder de ayudar aquéllos a quienes aman. Los médiums no
pueden llegar al Devachán excepto en raros casos de persona muy pura. Sólo los
adeptos pueden ayudar a aquéllos en el Devachán.
Una de las más importantes
doctrinas. Palabras equivalentes en Sánscrito. Pocos ciclos conocidos en
Occidente. Causan la reaparición de antiguos personajes. Afectan la vida y la evolución. ¿Cuándo
ocurrió el primer instante? La primera medida vibratoria determina las
subsiguientes. Cuando el hombre abandona el globo las fuerzas mueren.
Convulsiones y cataclismos. La reencarnación y el Karma entremezclados con la
ley cíclica. Civilizaciones reaparecen por ciclos. La vida de los Avatares. Krishna, Buda y
otros, surgen con los ciclos. Personajes
menores y grandes líderes. Intersección de ciclos causan convulsiones. La luna,
el sol, y los ciclos siderales. Ciclos individuales y el de la reencarnación.
El curso a través de las constelaciones; el significado de la historia de
Jonás. El Reloj Zodiacal. Cómo las ideas son registradas y preservadas por las
naciones. Causas de terremotos. Fuego Cósmico, Eras Glaciales y Diluvios. Los
Ciclos Brahmánicos.
DIFERENCIACION DE LAS ESPECIES
-
ESLABONES PERDIDOS
El verdadero origen del
hombre es imposible de descubrir. El hombre no se deriva de una simple pareja;
tampoco de los animales. Siete razas de hombres aparecieron simultáneamente
sobre el globo. Están ahora amalgamadas y se diferenciarán. Los Monos
Antropoides. Su origen. Provienen del hombre. Son descendientes de criaturas
producidas por unión innatural en las tercera y cuarta rondas. Las Razas
Retardadas. Los libros secretos sobre ésto. Explicación de rasgos humanos en
ciertos monos. Los reinos inferiores llegaron de otros planetas. Su
diferenciación por interferencia inteligente de los Dhyanis. El punto medio de
la evolución. Formas astrales de antiguas rondas solidificaron en rondas
físicas. Eslabones perdidos; lo que son y el porqué la ciencia no puede descubrirlos.
El propósito de la Naturaleza en todo su trabajo.
No hay verdadera psicología
en Occidente. Existe en Oriente. El hombre refleja todas fuerzas y poderes. La
gravitación es sólo la mitad de una ley. La importancia de la polaridad y la
cohesión. Haciendo objetos invisibles. La imaginación es todopoderosa.
Telegrafía mental. Leer otras mentes es un hurto. Aportación, clarividencia, clariaudiencia,
vista secundaria. Imágenes en la Luz Astral. Sueños y Visiones. Apariciones.
Verdadera clarividencia. Estímulo interno crea la impresión externa. La Luz
Astral, Registro universal.
El espiritismo, nombre inapropiado.
Debería llamarse necromancia y culto de los muertos. Este culto no se originó
en las Américas. Conocido de viejo en la India. Los hechos registrados merecen
su análisis. Los Teósofos aceptan los hechos pero los interpretan diferente que
los espiritistas. La cuestión de si los muertos regresan. Los muertos no
regresan así. la mayoría de las comunicaciones son con el cascarón astral del
hombre. Objeciones a las pretensiones de los médiums. Los anales justifican el
ridículo de parte de los científicos. La materialización y lo que ello es.
Materia electro-magnética con una imagen impresa desde la Luz Astral. El brazo
astral del médium extendido desde su cuerpo. Las leyes han de ser conocidas
antes de que se comprendan los fenómenos. El timbre de la “voz independiente”.
La importancia del reino astral. Los
peligros de la mediumnidad. Intento de obtener tales poderes por lucro o
propósitos egoístas es también peligroso. La ley cíclica ordena la debilitación
de esta fuerza ahora. El propósito de la Logia.
Sumario
CAPITULO I
LA TEOSOFIA Y LOS MAESTROS
La Teosofía es ese océano
de conocimientos que se extiende desde una orilla de la evolución de los seres
conscientes a la otra; insondable en sus partes más profundas, ofrece a las
mentes más eminentes la esfera de acción de mayor ámbito y alcance, y, sin
embargo, poco profunda en sus orillas, no abrumará la comprensión de un niño.
La Teosofía es sabiduría concerniente a Dios para aquéllos que creen que El
está en todas las cosas y en todo, y sabiduría tocante a la naturaleza, para el
hombre que acepta la declaración de la Biblia Cristiana de que Dios no puede
ser medido ni descubierto y que las sombras envuelven su pabellón. Aunque el
vocablo Teosofía contiene etimológicamente el término Dios, y a primera vista
aparenta abarcar sólo la religión, no por ello descuida la ciencia, porque la
Teosofía es la ciencia de las ciencias y por lo tanto ha sido llamada la
Religión-Sabiduría. Puesto que ninguna ciencia es completa si excluye un solo
aspecto de la naturaleza, ya sea visible o invisible, asimismo toda religión
que dependiendo simplemente de una supuesta revelación se desvía de las cosas y
las leyes que las gobiernan, no es sino una ilusión, un enemigo del progreso,
un obstáculo en la marcha progresiva del hombre hacia la felicidad. Abarcando ambos, lo científico y lo
religioso, la Teosofía es una religión científica y una ciencia religiosa.
No es una creencia ni un
dogma formulado o inventado por los hombres, sino un conocimiento de las leyes
que gobiernan la evolución de los constituyentes físicos, astrales, psíquicos e
intelectuales de la naturaleza y del hombre. La religión de hoy no es sino una
serie de dogmas promulgados por los hombres y sin fundamento científico hacia
los mismos principios éticos que ella enseña; mientras tanto nuestra ciencia
hasta ahora ignora lo invisible y rehusando admitir la existencia en el hombre
de una completa serie de facultades interiores de percepción, queda excluída
del inmenso y verdadero campo de experiencia que yace dentro de los mundos
visibles y tangibles. La Teosofía sabe que el todo está constituído por lo
visible y lo invisible; y comprendiendo que las cosas y objetos externos son
sólo transitorios, ésta percibe los hechos reales de la naturaleza, tanto externos
como internos. Por tanto, la Teosofía es completa en sí misma y no percibe en
ninguna parte misterio alguno sin solución; por ello elimina la palabra
coincidencia de su vocabulario y proclama el reino de la ley en todas las cosas
y en todas las circunstancias. Que el
hombre posee un alma inmortal es una creencia común de la humanidad; a ésto la
Teosofía le añade que el hombre es un alma, y aún más, que toda la naturaleza
es consciente, que la inmensa variedad de objetos y hombres no son simples
agregados de átomos accidentalmente acumulados, y por tanto sin ley que
desarrolle ley, sino que hasta el más ínfimo átomo es alma y espíritu
perpetuamente evolucionando bajo el dominio de una ley inherente en todo. La
enseñanza Teosófica es idéntica a la de la antigüedad que dice que la marcha de
la evolución es el drama del alma y que la naturaleza no existe con ningún otro
fin que el de servir para la experiencia del alma. El Teósofo está de acuerdo con el Profesor
Huxley 1 en su declaración de que deben existir seres en el universo cuya
inteligencia se halla tan avanzada en relación a la nuestra como la nuestra a
la del escarabajo; que tales seres toman parte activa en el gobierno del orden
natural de las cosas. Avanzando todavía más a la luz de la confianza que él
deposita en sus maestros, el Teósofo añade que tales inteligencias fueron una
vez humanas y que al igual que nosotros, ellos también vinieron de previos
mundos en donde era dable adquirir una experiencia tan diversificada como es
posible de ser adquirida en este globo.
Por lo tanto, nosotros no estamos apareciendo por primera vez cuando
descendemos a este planeta, sino que hemos seguido un largo e inconmensurable
curso de actividad y percepción inteligente en otros sistemas de globos,
algunos de los cuales fueron destruídos edades antes de la condensación del
sistema solar. Este alcance inmenso de sistema evolucionario significa, pues,
que este planeta en el cual nos encontramos es el resultado de la actividad y
evolución de algún otro planeta que desapareció hace mucho tiempo, dejando tras
sí sus energías que habrían de ser utilizadas en inducir la formación de la
tierra, y que a su vez los habitantes de la misma vinieron de algún mundo
anterior para proceder aquí con su labor asignada en la materia. Los planetas
más brillantes, tales comoVenus, son la residencia de entidades aún más
avanzadas, una vez tan humildes como nosotros, ahora elevadas a un grado de
gloria incomprensible a nuestro intelecto.
El ser más inteligente del universo
-el hombre- jamás ha estado entonces sin un amigo; más bien tiene una rama de
hermanos mayores que velan contínuamente por el progreso de los menos
adelantados; que conservan el conocimiento adquirido a través de eones de
ensayo y experiencia, e incesantemente buscan las oportunidades de inducir la
inteligencia en desarrollo de la raza, en éste o en otros globos, a considerar
las grandes verdades que conciernen al destino del alma. Estos hermanos mayores
también guardan el conocimiento que ellos mismos han adquirido de las leyes de
la naturaleza en todos sus departamentos, y se encuentran siempre dispuestos a
usarlo, cuando lo permita la ley cíclica, para el provecho de la humanidad.
Ellos siempre han existido como un cuerpo o asociación, todos conociéndose unos
a otros, sin importar la parte del mundo en que puedan encontrarse, y todos
trabajando por la raza humana en diferentes formas. En algunas épocas llegan a
ser bien conocidos por la gente y circulan dentro de núcleos de hombres
comunes, siempre que la oranización social, la virtud, y el grado de desarrollo
de los pueblos lo permitan. Porque si se dieran a conocer públicamente en todas
partes, serían venerados como dioses por unos y perseguidos como demonios por
otros. En esos períodos en que ellos se manifiestan, algunos de sus miembros se
convierten en gobernantes de los hombres, otros en instructores y unos cuantos
en grandes filósofos, mientras que otros permanecen aún desconocidos, excepto
para los miembros más avanzados de su grupo.
Sería subversivo a los
fines que ellos contemplan, que llegaran a hacerse conocidos en esta
civilización, la cual está casi totalmente basada en el dinero, la fama, la
gloria y la personalidad. Porque esta era, según ha declarado uno de ellos “es
una era de transición”, cuando todo sistema de pensamiento, de ciencia, de
religión, de gobierno y de sociedad está en proceso de cambio, y las mentes de
los hombres están solamente preparándose para un cambio hacia aquel estado que
permitirá a la raza avanzar hasta el grado propicio en que estos hermanos
mayores puedan introducir sus actuales presencias en nuestra escena. Ellos
pueden de veras ser llamados los porta-antorcha de la verdad a través de las
edades; investigan todas las cosas y todos los seres; conocen lo que es el
hombre en lo más recóndito e íntimo de su naturaleza, y aún lo que son sus
poderes y su destino, su estado antes del nacimiento y los estados a través de
los cuales él pasa después de la muerte del cuerpo; ellos han velado junto a la
cuna de las naciones y han visto los grandes logros de los antepasados; han
velado con tristeza la decadencia de aquéllos que carecieron de fuerza para
resistir la ley cíclica del ascenso y la caída; y mientras los cataclismos
parecían traer una total destrucción del arte, la arquitectura, la religión y
la filosofía, ellos han conservado los archivos y registros completos en
lugares salvos de ser destruídos por los hombres o por el tiempo. Ellos han
efctuado minuciosas observaciones, a través de miembros de su hermandad psíquicamente
entrenados en los reinos invisibles de la naturaleza y de la mente. Estas
observaciones fueron registradas y los anales conservados. Han llegado al
completo dominio de los misterios del sonido y del color, a través de los
cuales únicamente puede llegarse a la comunicación con los seres elementales
que están tras el velo de la materia, y así pueden estos Hermanos Mayores
explicar el porqué cae la lluvia y con qué objeto cae; si la tierra es hueca o
no; qué hace soplar al viento y brillar la luz, y la hazaña aún más importante
de todas - una que requiere el conocimiento del fundamento mismo de la
naturaleza - , saben cuáles son las subdivisiones últimas del tiempo y cuáles
el significado y la duración de los ciclos.
Pero, pregunta ahora el
hombre de negocios del siglo, que lee los periódicos y que cree en el “progreso
moderno”, si tales hermanos mayores fuesen realmente todo lo que usted pretende
que ellos sean, ¿cómo es que no han dejado traza alguna en la historia ni
congregaron otros hombres a su alrededor? A ésto, la propia respuesta de ellos,
publicada hace tiempo por el señor A. P. Sinnett, es mejor que cualquier otra
que yo pudiera ofrecer:
“Si le place discutiremos
primeramente lo que se refiere al supuesto fracaso de la ‘Fraternidad’ en dejar
indicio alguno en la historia del mundo. Según ustedes piensan, ellos, con sus
ventajas extraordinarias, deberían haber sido capaces de atraer a su escuela un
número considerable de las mentes más cultas de cada raza. ¿Cómo sabría usted
que no han logrado tal cosa? ¿Está usted enterado de sus esfuerzos, sus éxitos
y fracasos? ¿Posee usted alguna sumaria contra ellos para procesarlos? ¿Cómo
sería posible recopilar pruebas de los hechos de esos hombres que han mantenido
asiduamente cerrado todo acceso posible a través del cual el curioso pudiera
espiarlos? La condición precisa de su éxito es que ellos jamás fueran
supervisados u obstaculizados; lo que han llevado a cabo, ellos lo saben; lo
único que los que se han encontrado fuera de su círculo podrían percibir serían
los resultados, cuyas causas quedarían siempre ocultas y fuera de alcance. Para
explicar tales resultados, muchos hombres en distintas épocas inventaron
teorías de la intervención de dioses, providencias especiales, destinos e
influencias benéficas o maléficas de los astros. Jamás ha existido una época
dentro o fuera del supuesto período histórico, dentro de la cual estos
predecesores nuestros no estuvieran amoldando los eventos y “haciendo
historia”, cuya realidad y hechos fueron subsecuente e invariablemente torcidos
por los historiadores para ajustarlos a prejuicios contemporáneos. ¿Está usted
bien seguro de que los heróicos personajes visibles en los sucesivos dramas, no
eran a menudo sino sus máscaras o títeres? Nosotros jamás pretendimos ser
capaces de arrastrar las naciones en masa a una u otra crisis, a despecho de la
tendencia general de las relaciones cósmicas del mundo. Los ciclos tienen que
recorrer sus rondas. Los períodos de claridad y obscuridad mental y moral se
suceden unos a otros lo mismo que el día a la noche. Los yugas, o ciclos
mayores y menores tienen que llevarse a cabo de acuerdo con el régimen
establecido de las cosas. Y nosotros, nacidos dentro de la corriente
majestuosa, apenas podemos modificar y dirigir algunas de sus corrientes
secundarias” 2. Es en virtud de la ley
cíclica y durante un período de ignorancia en la historia de la mente, que la
filosofía verdadera desaparece por un tiempo; pero es esta misma ley la que
causa su reaparición, tan segura como la salida del sol ante la faz de la
inteligencia humana que se encuentra presente para contemplarla. Pero hay
algunas tareas que solamente pueden ser cumplidas o ejecutadas por el Maestro,
mientras que otros trabajos requieren la ayuda de los compañeros. Es el deber del
Maestro el preservar la filosofía verdadera, pero se requiere la ayuda de los
compañeros para redescubrirla y promulgarla. Nuevamente los Hermanos Mayores
han indicado en dónde puede ser encontrada la verdad - La Teosofía - , y los
compañeros por todas partes
Los Hermanos Mayores de la
Humanidad son hombres que fueron perfeccionados en anteriores períodos de
evolución. Estos períodos de manifestación son desconocidos a los
evolucionistas modernos en lo que a su número concierne, aunque por largo
tiempo sí han sido reconocidos no solamente por los hindúes antiguos, sino
también por aquellas grandes inteligencias y hombres eminentes que instituyeron
y continuaron la forma originalmente pura e inadulterada de los Misterios de la
Grecia
En toda edad y en la
complea historia de las naciones, se les ha dado a estos hombres de gran
poderío y compasión, distintas designaciones. Ellos han sido llamados
Iniciados, Adeptos, Magos, Hierofantes, Reyes del Oriente, Sabios, Hermanos y
varios otros nombres. Pero en el idioma Sánscrito hay una palabra que cuando se
le aplica a ellos, inmediata y completamente los identifica con la humanidad.
Ese nombre es el de Mahatma. Esta palabra se compone de “Maha”, gran, y “Atma”,
alma, y por lo tanto significa gran alma; y puesto que todos los hombres poseen
almas, lo que distingue al Mahatma es su grandeza. El uso del término Mahatma,
se ha extendido mayormente a través de la Sociedad Teosófica por el hecho de
que la Sra. H. P. Blavatsky constantemente se refería a los Mahatmas como sus
Maestros, quienes la favorecieron con el conocimiento que ella poseía. Ellos
fueron primeramente conocidos como los Hermanos, pero más adelante, al acudir
muchos hindúes al movimiento Teosófico, el nombre de Mahatma fue introducido
por razón de que este título tiene tras sí una solidez inmensa en la tradición
y literatura de la India. En distintas ocasiones algunos enemigos sin
escrúpulos de la Sociedad Teosófica llegaron a decir que aún el mismo nombre de
Mahatma había sido inventado, y que tales seres eran desconocidos entre los
hindúes y en su literatura. Pero estas aseveraciones han sido hechas
simplemente para desacreditar, si fuese posible, un movimiento filosófico que
amenaza trastornar completamente los erróneos dogmas teológicos que prevalecen
hoy en día. Porque a través de la literatura hindú se hace referencia a los
Mahatmas y en partes del Norte de la India el término es de uso común. En el
antiguo poema de Bhagavad-Gita, reverenciado por todas las sectas y aceptado
por los críticos occidentales por ser tan noble como hermoso, hay un verso que
dice, “Semejante Mahatma es difícil de encontrar”. 4 Pero independientemente de
toda disputa acerca de términos específicos, existen amplios argumentos y
pruebas para demostrar que una fraternidad de hombres poseedores del
maravilloso conocimiento delineado anteriormente, ha existido siempre y
probablemente exista hoy. Los antiguos misterios contínuamente hacen referencia
a ellos. Egipto antiguo los tuvo en sus grandes Reyes - Iniciados, hijos del
sol y amigos de los grandes dioses. Existe una tendencia a menospreciar las
ideas de los antiguos, lo cual es en sí denigrante a la humanidad actual. Aún
el cristiano que habla con reverencia de Abraham como “el amigo de Dios”,
considerará desdeñosamente las pretensiones de los soberanos egipcios, de gozar
de la misma amistad, como tan solo una pretensión puerile de nobleza y rango.
Pero la realidad es que estos grandes egipcios eran Iniciados, miembros de una
gran logia única, la cual abarca todas las otras, de cualquier grado que sean
sus actividades. Los más recientes y decadentes egipcios, desde luego, deben
haber imitado a sus predecesores, pero ésto fué ya cuando la doctrina verdadera
estaba comenzando una vez más a ser obscurecida con motivo de la ascendencia
La historia de Apolonio de
Tyana se refiere a un miembro de una de estas mismas fraternidades antiguas,
que aparecieron entre los hombres durante un ciclo descendente y con el sólo
propósito de mantener un testigo en la escena para las generaciones venideras.
Abraham y Moisés entre los
Judíos son otros dos Iniciados, Adeptos, quienes tenían que efectuar su tarea
entre cierto pueblo, y es en la historia de Abraham que nos encontramos con
Melquisíades, quien era aún más grande que Abraham, puesto que tenía el derecho
de conferirle a éste un rango, un privilegio o una bendición. El mismo capítulo
de la historia humana que contiene los nombres de Moisés y de Abraham, está
iluminado con el de Salomón. Estos tres componen una gran Tríada de Adeptos,
los anales de cuyos hechos no pueden echarse a un lado
Dirigiendo nuestra atención
hacia la India, por largo tiempo olvidada e ignorada por el lascivo, egoísta,
combatiente y comercializado mundo occidental, la encontramos repleta de una
gran erudición referencte a estos hombres maravillosos, entre los cuales Noé,
Abraham, Moisés y Salomón, son tan sólo ejemplos. Los habitantes de la India
están preparados, por razón de su temperamento y su clima, para ser los
conservadores de las joyas filosóficas, éticas y psíquicas que hubiéramos
perdido para siempre, si las mismas hubieran sido abandonadas al saqueo de los
Godos y de los Vándalos, como lo fueron las naciones occidentales en los
tempranos días de sus luchas en pro de la cultura y de la civilización. Si los
hombres que desenfrenadamente quemaron inmensos montones de tesoros históricos
y etnológicos, encontrados por los esbirros de los soberanos católicos de
España en la América Central y del Sur, hubieran logrado localizar los libros y
los documentos escritos en hojas de palma en la India, antes de que el escudo
protector de Inglaterra se levantase contra ellos, los hubieran destruído de la
misma manera que arruinaron los anales de los Americanos, tal como sus
predecesores intentaron hacer con la Biblioteca de Alejandría. Afortunadamente,
los sucesos se desarrollaron de otra manera.
A través de la extensa literatura indostánica encontramos docenas de
grandes Adeptos, bien conocidos de la gente, que enseñaron la misma doctrina -
la epopeya del alma humana. Sus nombres no son familiares al oído occidental,
pero los testimonios de sus pensamientos, sus obras y sus poderes aún viven. Todavía
más, en el apacible e inmutable Oriente existen hoy en día por centenares,
personas que saben por su propio conocimiento que la Gran Logia existe aún y
tiene sus Mahatmas, Adeptos, Iniciados o Hermanos. Y aún más, en ese país hay
tal número de hombres expertos en la aplicación práctica de un poder menor,
pero aún maravilloso, sobre la naturaleza y sus fuerzas, que tenemos un volumen
innegable de evidencia humana para probar nuestra tesis. Y si la Teosofía - la enseñanza de esa Gran
Logia - es
2 El Mundo Oculto. Londres
1881.
3 Bhagavad-Gita, Capítulo
VIII.
4 Bhagavad-Gita, Capítulo
VII.
Sumario
CAPITULO Icontinuación
LA TEOSOFIA Y LOS MAESTROS
El Teósofo afirma que todos
estos grandes nombres representan miembros de una misma doctrina. Que tales
caracteres extraordinarios que aparecen de cuando en cuando dentro de la
civilización occidental, como San Germán, Jacobo Boehm, Cagliostro, Paracelso,
Mesmer, el Conde de San Martín y la señora H. P. Blavatsky, fueron agentes encargados de
cumplir en el momento propicio el trabajo de la Gran Logia. Es cierto que ellos
son genralmente ultrajados y calificados
No será raro de parte de
casi todos los lectores occidentales el maravillarse de que hay seres humanos
que pueden saber tanto y poseer tal poderío sobre las operaciones de la ley
natural,
La Telepatía, la facultad
de leer el pensamiento, y el hipnotismo, conocidos por la Teosofía por mucho
tiempo, demuestran la existencia en el hombre, de planos de conciencia,
funciones y facultades hasta la fecha no soñadas. La lectura
Repito, pues, que aunque la
verdadera doctrina desaparece de en medio por un tiempo, la misma está llamada
a reaparecer, porque, primeramente, está grabada en el imperecedero centro de
la naturaleza del hombre, y segundo, la Logia por siempre la conserva, no
solamente en archivos reales u objetivos, sino también dentro de los
inteligentes y totalmente autoconscientes hombres que después de atravesar con
éxito los muchos períodos de evolución que antecedieron a éste en el cual nos
encontramos, no pueden perder los valiosos conocimientos que han adquirido. Y
en razón de que los Hermanos Mayores representan el más elevado producto de la
evolución, por medio de quienes únicamente y en cooperación con toda la familia
humana, la realización regular y perfectamente laboriosa de los planes del Gran
Arquitecto del Universo puede ser continuada, he creído muy justo hacer
referencia a ellos y su Logia Universal, antes de emprender la exposición de
otros aspectos de la materia.
Sumario
CAPITULO II
PRINCIPIOS GENERALES
Las Enseñanzas Teosóficas
actuales tratan principalmente de nuestro planeta, aunque su alcance se
extiende a todos los mundos, puesto que ninguna porción del Universo manifestado
queda fuera
El Universo se desarrolla
de lo Desconocido, dentro de lo cual ningún hombre ni inteligencia alguna, por
grande que fuese, puede penetrar; dentro de siete planos o siete modos o
métodos en todos los mundos, y esta diferenciación septenaria causa a su vez la
constitución septenaria de todos los mundos dentro del Universo, así como de
los seres que en ellos residen. Como fue enseñado desde la antigüedad, los
mundos pequeños y grandes son las copias del conjunto o el todo, y el insecto
más minúsculo así como el ser más altamente desarrollado, son ambos réplicas en
pequeño o en grande del vasto original, que lo incluye todo. De aquí se deriva
el proverbio de los antiguos filósofos, “
Las divisiones del Universo
septenario se pueden describir aproximadamente
El Absoluto, el Espíritu,
la Mente, la Materia, la Volición, el Akasha o Eter, y la Vida. Podemos usar la
palabra Espacio en lugar de “El Absoluto”, porque el Espacio es lo que siempre
es y dentro de lo cual toda manifestación debe producirse. El término Akasha,
tomado del Sánscrito, se usa en lugar del Eter porque nuestro idioma no ha
generado aún una palabra adecuada para designar propiamente ese estado tenue o
sutil de la materia, el cual es algunas veces llamado Eter por los científicos
modernos. Con respecto al Absoluto, nosotros solamente podemos decir que Es.
Ninguno de los grandes instructores de la Escuela atribuye cualidades al
Absoluto, aunque todas las cualidades existen en El. Nuestro conocimiento
comienza con la diferenciación, y todos los objetos, seres o poderes
manifestados, no son sino diferenciaciones del Gran Desconocido. Lo más que puede decirse es que lo Absoluto,
periódicamente se diferencia a sí mismo, y también periódicamente retrae dentro
de sí mismo lo que ha sido diferenciado.
La primera diferenciación -
hablando metafísicamente con respecto a tiempo - es el Espíritu, con el que
aparecen la Materia y la Mente. Akasha es el producto de la Materia y del
Espíritu; la Voluntad o fenómeno de la Voluntad es la fuerza del Espíritu en
acción, y la Vida es el resultante de la acción del Akasha impulsado por el
Espíritu de la Materia.
Pero la Materia aquí
aludida no es la misma que vulgarmente se conoce bajo ese nombre; se trata de
la materia real, que permanece siempre invisible y a la que a veces se le ha
llamado Materia Primordial. En el sistema Brahmánico se le denomina Mulaprakriti.
La enseñanza antigua mantuvo siempre - y hoy lo admite la ciencia - que
nosotros solamente vemos o percibimos el fenómeno pero no la esencial
naturaleza, cuerpo, o ser de la materia.
La Mente es la parte inteligente del Cosmos y en el conjunto de las siete
diferenciaciones superficialmente delineadas anteriormente, la Mente es aquello
en lo cual el plan del Cosmos está contenido o fijado. Este plan proviene de un
período anterior de manifestación, el cual incrementó el siempre creciente
perfeccionamiento, y ningún límite puede fijarse a sus posibilidades evolutivas
de perfeccionamiento, porque las manifestaciones periódicas del Absoluto jamás
tuvieron un comienzo y nunca tendrán un fin, sino que eternamente continuarán
las apariciones y las reabsorciones dentro
Cuando un mundo o un sistema
de mundos llega al final de ciertos grandes ciclos, se registra un cataclismo
en la historia o en la tradición. Estas tradiciones abundan entre los judíos,
con su diluvio; entre los babilonios con el suyo; en los papiros egipcios; en
la cosmología hindú; y ninguna de ellas es una mera confirmación de la
tradición judáica, sino que todas ellas señalan una enseñanza antigua,
Esta es la vigilia y el
sueño del Gran Ser, el Día y la Noche de Brahma; el prototipo o modelo de
nuestros días de vigilia y noches de sueño como humanos; de nuestra
desaparición de la escena al final de una corta vida humana, y nuestro retorno
para emprender nuevamente el trabajo que quedó inconcluso, en una nueva vida y
un nuevo día.
La verdadera edad
Esta doctrina de inmediato
trastorna la interpretación por tan largo tiempo dada a la tradición mosáica,
pero de pleno coincide con la narración evidente en el Génesis de otras y
previas “creaciones”, así como con la interpretación cabalística del versículo
en el Viejo Testamento acerca de los Reyes de Edom, quienes ahí representan
previos períodos de evolución, anteriores al que comenzó con Adán, y también
coinciden con la creencia sostenida por algunos de los antiguos Padres
Cristianos, quienes informaron a sus hermanos acerca de maravillosos mundos y
creaciones anteriores.
Se dice que el Día de
Brahma dura mil años y que su Noche es de igual duración. En la Biblia Cristiana hay un verso que dice
que: “un día le es al Señor como mil años, y mil años, como un día”. Esta
afirmación ha sido usada generalmente para glorificar el poderío de Jehová,
pero tiene una semejanza sospechosa con la más antigua doctrina sobre la
duración del día y la noche de Brahma. Ello sería de mayor valor si se le
interpretara como una declaración relativa a la aparición periódica de los
grandes Días y Noches, de igual duración, del universo de mundos manifestados.
Un día de los mortales se
calcula por el sol y consta sólo de doce horas de duración. En Mercurio sería
diferente, y en Saturno o Urano tardaría aun más. Pero un día de Brahma se compone de lo que ha
sido denominado Manvántara - o período entre dos humanidades - catorce en
número. Estos Manvántaras comprenden cuatro billones y trescientos veinte
millones de años solares o terrestres y equivalen a un día de Brahma.
Cuando se inaugura este
día, la evolución cósmica, en lo que a este sistema solar concierne, comienza,
y se toma de uno a dos billones de años en desarrollar la etérea materia
primordial, antes de que los reinos astrales del mineral, el vegetal, el animal
y el humano sean posibles. Este segundo intervalo toma unos trescientos
millones de años y, aún entonces, procedimientos más materiales marchan hacia
adelante hasta efectuar la producción de los reinos tangibles de la naturaleza
incluyendo al hombre. Esto abarca más de un billón y medio de años. El número
de años solares incluídos en el presente período “humano” es de más de
dieciocho millones.
Esto es precisamente lo que
Herbert Spencer designa como el gradual advenimiento de lo conocido y
heterogéneo desde lo desconocido y homogéneo. Porque los antiguos filósofos
egipcios e hinduístas nunca admitieron una creación salida de la nada, sino que
enérgicamente insistieron simpre en el hecho de la evolución or etapas
graduales, de lo heterogéneo y lo diferenciado siempre procedente de lo
homogéneo y lo no diferenciado. Ninguna mente puede comprender qué es lo
Desconocido, Infinito y Absoluto; ésto es, que no tiene comienzo y que no
tendrá fin; que es a la vez el último y el primero, porque, ya sea diferenciado
o reabsorbido en Sí mismo, Ello siempre Es. Este es el Dios a que se refiere la
Biblia Cristiana, como el Dios alrededor de cuyo pabellón reinan las sombras. Esta cronología cósmica y humana de los
Hindúes es ridiculizada por los orientalistas occidentales, aunque ellos no
pueden proveer nada mejor y continuamente están en desacuerdo sobre este mismo
tema. En la traducción literaria del Vishnu Purana, de Wilson, éste lo califica
de ficción sin fundamento, y de ostentación infantil. Pero los Francmasones,
aunque inactivos sobre este asunto, deberían saber algo más sobre éso. Ellos
podrían encontrar en la narración de la construcción del templo de Salomón, con
materiales heterogéneos traídos de todas partes, y en su erección sin que se
oyera el ruido de una herramienta, un acuerdo con esas ideas de sus hermanos
egipcios e hindúes, pues el Templo de Salomón simboliza al hombre, cuya
estructura es construída, perfeccionada y decorada en silencio y sin que se
haga el menos ruido, pero los materiales tuvieron que ser encontrados,
acumulados y moldeados en lugares diversos y distantes. Estos son los períodos
a que nos referimos anteriormente, muy distantes y muy silenciosos. El hombre no
podía tener un templo corporal en el cual residir, hasta que toda la materia en
su mundo y a su alrededor no hubiera sido encontrada por el Maestro, que es el
hombre interno; y cuando esa materia fue encontrada, los planos para construir
el templo requirieron ser elaborados, teniendo después que ser llevados a cabo
con minuciosos detalles, hasta que todas las partes estuviesen perfectamente
disponibles y ajustadas para incorporarlas a la estructura final. Así pues, en
el vasto intervalo de tiempo que comenzó después que la primera casi intangible
materia había sido recolectada y amasada, los reinos mineral y vegetal tuvieron
sobre la tierra absoluta posesión aquí, con el Maestro - el hombre - quien
estaba oculto, invisible en el interior llevando hacia adelante los planes para
la fundación del templo humano. Todo ésto requiere muchísimas edades, puesto
que sabemos que la naturaleza jamás avanza a saltos. Después que el trabajo
rudimentario fue terminado y el templo humano erigido, muchas más edades serían
necesarias para que los servidores, sacerdotes y consejeros aprendiesen
perfectamente sus funciones, con el fin de que el hombre, el Maestro, pudiera
ser capaz de usar el templo para sus mejores y más elevados propósitos. La doctrina antigua del origen es mucho más
noble que la doctrina religiosa Cristiana, o la de la escuela puramente
científica. Los religiosos ofrecen una teoría que está en conflicto con la
razón y con los hechos, mientras que la ciencia no puede dar a los hechos que
observa ninguna razón noble o enaltecedora. Sólo la Teosofía, englobando todos
los sistemas y todas las experiencias, da la llave, el plan, la doctrina y la
verdad. La Teosofía afirma que la edad
verídica
Durante todas estas épocas,
antes de que el hombre viniera a ser lo que es, la evoución iba llevando a cabo
el trabajo de perfeccionar diversos poderes o facultades que hoy están en
nuestra posesión. Esto fue realizado por el Ego o el hombre verdadero, pasando
a través de diversas condiciones de materia, todas diferentes las unas de las
otras, y el mismo plan general era y es seguido según prevalece con respecto a
la evolución general del Universo, a la cual se hizo alusión anteriormente.
Esto quiere decir que los detalles fueron primeramente elaborados en esferas de
existencia muy etéreas, en realidad metafísicas. El paso siguiente consistió en
traer estos mismos detalles a ser procesados en un plano de materia un poco más
denso, hasta que por último se pudo efectuar en nuestro plano actual lo que
llamamos impropiamente materia bruta. En estos estados anteriores los sentidos
existían más bien en gérmen o en idea, hasta que el plano astral, que es el más
próximo a nuestro plano, fue alcanzado, y entonces los sentidos se concentraron
hasta convertirse en los sentidos actuales que empleamos ahora por medio de los
diferentes órganos externos. Estos órganos exteriores de la vista, el tacto, el
oído y el gusto, son muy a menudo erróneamente tomados por el ignorante o el
insensato por los verdaderos órganos y sentidos; pero aquél que se detenga y
piense, tendrá que reconocer que los órganos exteriores no son sino los
intermediarios entre el universo visible y el verdadero Percibidor interior.
Todos estos diversos
poderes y potencialidades, al ser finalmente elaborados en este lento pero
infalible proceso, al fin introducen en la escena al hombre como un ser
septenario, así como también el universo y la tierra misma son septenarios.
Cada uno de los siete principios del hombre se deriva de una de las siete
originales grades divisiones, y cada uno se relaciona con un planeta o escena
de evolución y con una raza en la cual esa evolución fue desarrollada. Así pues, es importante que la primera
diferenciación septenaria se tenga presente, puesto que ésta es la base de todo
lo que sigue. Así como la evolución universal es septenaria, la evolución de la
humanidad es septenaria en su constitución y se lleva a cabo sobre una Tierra
también septenaria. A ésto se le denomina en la literatura teosófica la Cadena
Planetaria Séptuple, y está íntimamente conectada con la evolución particular
del Hombre.
Sumario
CAPITULO III
LA CADENA TERRESTRE
Refiriendonos ahora a
nuestra Tierra, el panorama presentado por la Teosofía acerca de su génesis, su
evolución y la evolución de las Mónadas Humanas, animales, y otras, es bien
diferente a las ideas modernas y en ciertas cosas contrario a teorías que prevalecen.
Pero las teorías de hoy no son estables.
Estas van cambiando don cada siglo, mientras que la doctrina Teosófica
nunca es alterada, porque en la opinión de esos Hermanos Mayores, que la han
promulgado de nuevo y han señalado su verificación en los textos antiguos, la
Teosofía no es sino una exposición de hechos en la naturaleza. La teoría
moderna es, por el contrario, siempre especulativa, cambiante y constantemente
modificada. Continuando el plan general
trazado en las páginas anteriores, la Tierra es septenaria. La Tierra es una
entidad y no una simple masa de materia bruta. Y siendo por consiguiente una
entidad de una naturaleza septenaria, deben existir otros seis globos que
ruedan con ella en el espacio. Este grupo de siete globos ha sido denominado la
“Cadena Terrestre”, la “Cadena Planetaria”. En la obra “Budismo Esotérico” esto
está claramente expresado, pero en ese libro se da una interpretación más bien
materialista, que lleva al lector a pensar que la doctrina habla de siete
globos distintos, todos separados aunque conectados los unos a los otros. Uno
se ve forzado a sacar en conclusión que el autor quiso decir que el globo
Tierra es tan distinto de los otros seis como Venus es de Marte.
Esta no es la doctrina. La
Tierra es uno de los siete globos con respecto a la conciencia del hombre
solamente, porque cuando el hombre funciona en uno de los siete, él lo percibe
como un globo distinto sin alcanzar a ver los otros seis. Esto está en perfecta correspondencia con el
hombre mismo, quien posee otros seis constituyentes, de los cuales solamente el
cuerpo físico es visible porque se encuentra ahora funcionando sobre la Tierra,
o sea, el cuarto globo, y su cuerpo comprende y representa a la Tierra. Los
siete “globos” constituyen una sola masa o un gran globo y todos ellos se
interpenetran los unos con los otros; y tenemos que decir “globo”, porque la
forma última es globular o esférica. Si uno confía ciegamente en la
interpretación dada por Mr. Sinnett, entonces se podría suponer que los globos
no se interpenetran entre sí, sino que están enlazados por corrientes o líneas
de fuerza magnética. También, si se presta demasiada atención a los diagramas
usados en la “Doctrina Secreta” para ilustrar el sistema, sin prestar la debida
atención a las explicaciones y precauciones dadas por H. P. Blavatsky, puede
incurrirse en el mismo error. Pero tanto ella como sus instructores Adeptos han
dicho que los siete globos de nuestra cadena están en “coadunación” entre sí,
pero no en consubstancialidad 1. Esto está además reiterado por precauciones de
no confiar en las estadísticas o en los diagramas de superficie plana, sino más
bien contemplar el aspecto metafísico y espiritual de la doctrina según ha sido
expresada en inglés. Así, pues, de la misma fuente de donde proviene el libro
del señor Sinnett, nosotros tenemos la aseveración de que estos globos están
unidos en una sola masa aunque difieran los unos de los otros en substancia, y
que esa diferencia de substancia se debe a un cambio del centro de conciencia.
La Cadena Terrestre de
siete globos, según se ha explicado, es la reencarnación directa de una cadena
anterior de siete globos, y esa familia anterior de siete globos fue la Cadena
Lunar, siendo la Luna misma el representante visible del cuarto globo de la vieja
cadena. Cuando esa vasta entidad anterior compuesta de la Luna y de otros seis
globos más, todos unidos en una masa, llegaron al límite final de su vida, esta
cadena lunar murió lo mismo que mueren todos los seres. Cada uno de los siete globos lanzó sus
energías al espacio, impartiendo al polvo cósmico - materia - una vida o
vibración similar, y la fuerza cohesiva del conjunto total mantuvo ligadas las
siete energías. Esto dio por resultado el desarrollo de la actual Cadena
Terrestre, compuesta de siete centros de energía o de evolución, consolidados
en una sola masa. Como la Luna fue el cuarto globo - físico - de la serie
antigua, se encuentra en el mismo plano de percepción que la Tierra, y como
nosotros estamos ahora confinados en nuestra conciencia mayormente a la Tierra
no podemos ver sino únicamente uno de los siete globos anteriores, o sea,
nuestra Luna o cuarto globo de la Cadena Lunar. Cuando nosotros funcionamos en
cualquiera de nuestros siete globos, veremos en nuestro cielo el correspondiente
viejo cadáver del globo, el cual será siempre una Luna, pero no estaremos
viendo más la Luna actual. Venus, Marte, Mercurio y los otros planetas
visibles, son todos globos del cuarto plano de distintas masas planetarias, y
por esa razón son visibles a nuestros ojos, mientras que los otros seis centros
de energía y de conciencia que los acompañan nos son invisibles. Todos los
diagramas sobre superficies planas solamente obscurecerán la teoría, porque
desgraciadamente un diagrama necesita divisiones lineales. La corriente o masa de Egos que evoluciona
sobre los siete globos de nuestra cadena es limitada en número; sin embargo, la
cantidad es enorme, porque aunque el universo es ilimitado e infinito, aún así,
en cualquier porción particular del Cosmos, en donde la manifestación y la
evolución han comenzado, hay un límite para la extensión de la manifestación, y
para el número de Egos comprometidos en la misma, y el número total de Mónadas
que ahora marchan a través de la evolución en nuestra Cadena Terrestre, vino de
los siete planetas o globos antiguos que ya he descrito. En el Budismo
Esotérico a esta masa de Egos se la denomina una “oleada de vida”, que
significa la corriente de Mónadas. Esos Egos alcanzaron esta masa planetaria,
representada a nuestra percepción por el foco central: Nuestra Tierra, y
comenzó su evolución por el Globo A o No. 1, descendiendo como un ejército o un
río. El primer contingente comenzó sobre el Globo A y pasó allí a través de una
larga evolución, con cuerpos apropiados a tal estado de materia; entonces pasó
al Globo B, y así sucesivamente, a través de todos los siete grandes estados de
conciencia a los cuales se ha llamado globos. Cuando el primer contingente dejó
el Globo A, otros prosiguieron en suguimiento al mismo curso, avanzando el
ejército entero con regularidad a lo largo de la ruta septenaria.
Esta jornada prosiguió
durante cuatro revoluciones alrededor del todo; para entonces, el contingente
completo o corriente de Egos había llegado de la antigua Cadena Lunar, y
estando ya completa, ningún Ego más pudo entrar después de la mitad de la
cuarta ronda. Todas estas clases que arribaron en períodos diferentes,
continúan el mismo proceso circular hasta que completen siete Rondas a través
de los siete centros planetarios de conciencia; cuando las siete sean
terminadas, habrá sido adquirida tanta perfección como la que es posible en ese
inmenso período de evolución, y entonces esta Cadena o masa septenaria de
“globos” morirá en su oportunidad para dar nacimiento a otras series de Cadenas.
Cada uno de estos globos
es usado por la ley evolutiva para el desarrollo de Siete Razas y de los
sentidos, facultades y poderes propios a ese estado de materia: la experiencia
de los siete globos es necesaria para alcanzar un desarrollo perfecto. Esta es
la razón por la que tenemos las Rondas y las Razas. La Ronda es un recorrido a través de los
siete centros de conciencia planetaria; la raza es determinada por la aparición
de caracteres permanentes en los grupos de Egos evolucionantes en cada uno de
esos siete centros. Hay siete razas para cada globo, pero finalmente el total
de cuarentinueve razas sólo suman siete Grandes Razas. La particular septena de
razas sobre cada globo o centro planetario, no forma en realidad sino una raza
de siete constituyentes o peculiaridades especiales en cuanto a facultades y
poderes. Y como ninguna raza completa
podría evolucionar en un instante sobre ninguno de los globos, los lentos y
ordenados procesos de la naturaleza, que no permiten saltos, deben proceder por
medios apropiados. Por lo tanto, las sub-razas tienen que ser desarrolladas una
después de otra antes de que la Raza-raíz perfecta sea formada, y entonces esa
Raza-raíz proyecta sus vástagos mientras está en el proceso de declinación,
preparándose para el advenimiento de la futura gran-raza.
Para ilustrar esta tesis
se ha enseñado claramente que en estas Américas evolucionará la nueva - sexta -
raza; y aquí todas las razas de la tierra están actualmente ocupadas en un gran
proceso de amalgamación, de lo cual resultará una sub-raza altamente
desarrollada, después de la cual otras razas serán desarrolladas por procesos
similares, hasta que la nueva raza esté completa. Entre el fin de una gran raza y el comienzo
de otra, hay un período de reposo en lo que al globo concierne, porque entonces
la corriente de Egos hermanos parte para otro globo de la cadena, con el fin de
seguir adelante con la evolución de otros poderes y de otras facultades. Pero
cuando la última, la séptima raza ha aparecido y se ha perfeccionado
plenamente, una gran disolución sobreviene, similar a la que se ha descrito
brevemente, como la que antecedió al nacimiento de la Cadena Terrestre, y
entonces el mundo desaparece como una cosa tangible, y en lo que al oído humano
concierne allí reina sólo el silencio. Se dice que éste es el origen de la
creencia tan común de que el mundo llegará a un final, que también habrá el día
del juicio, o que han habido diluvios o conflagraciones universales.
Al considerar la
evolución en la Tierra, se ha dicho que la corriente de Mónadas comienza
primeramente a trabajar o laborar la masa total de materia que se encuentra en
el llamado estado elemental cuando todo es gaseoso o ígneo; porque la antigua y
verdadera teoría es que ninguna evolución es posible sin la Mónada como agente
vivificador. En esta primera etapa no existe todavía lo animal, ni lo vegetal.
Entonces aparece el mineral, cuando la masa completa endurece, siendo las
Mónadas aprisionadas dentro de la misma. Luego, las primeras Mónadas emergen dentro
de la forma vegetal, que ellas mismas construyen. El reino animal aún no ha
aparecido. Después, la primera clase de Mónadas emerge del vegetal y produce el
animal, luego el modelo humano, astral e indefinido, y ya entonces tenemos los
minerales, los vegetales, los animales y los futuros hombres, pues la segunda y
subsecuentes clases están aún desarrollándose en los reinos inferiores. Cuando
llega la mitad de la Cuarta Ronda, no entran más Mónadas en el escenario
humano, ni entrarán más hasta que una nueva masa planetaria, reencarnada de la
nuestra, entre en manifestación. Este es el proceso completo superficialmente
expuesto, excluyendo muchos detalles, ya que en una de las Rondas el hombre
aparece antes que los animales. Pero este detalle no debe llevarnos a confusión
alguna.
Expresándolo en otras
palabras, el plan aparece primeramente en la mente universl, después de lo cual
el modelo o base astral es formado, y cuando ese modelo astral queda terminado,
el proceso entero se repite con el fin de condensar la materia hasta la mitad
de la Cuarta Ronda. Subsecuente a eso, lo cual será nuestro porvenir, la masa
entera se espiritualiza, dotada de plena conciencia y todo el grupo de globos
es elevado a un plano superior de desarrollo. En el proceso de condensación
anteriormente citado, hay un cambio con respecto al momento de la aparición del
hombre sobre el planeta. Pero con respecto a estos detalles, los Maestros sólo
han dicho “que en la Segunda Ronda el plan varía, pero que la variación no se
le dará a conocer a esta generación”.
Por lo tanto, a mí no me es posible darla, pero no hay ambigüedad sobre
el hecho de que siete grandes razas tienen que desarrollarse aquí sobre este
planeta y que la colección entera de las razas tiene que cursar siete veces
alrededor de la serie completa de los siete globos.
Los seres humanos no
aparecieron primeramente sobre la tierra separados en dos sexos. Los primeros
fueron asexuales, luego fueron transformados en hermafroditas y finalmente se
separaron en macho y hembra. Esta separación de los seres humanos en femenino y
masculino tuvo lugar hace más de dieciocho millones de años. Por esa razón, en
las antiguas escuelas se asignó a nuestra humanidad la edad de dieciocho
millones de años, y un poco más. 1
Doctrina Secreta, Vol I, Pág. 166. Primera edición.
Sumario
CAPITULO IV
LA CONSTITUCION
SEPTENARIA DEL HOMBRE
Con respecto a la
naturaleza del hombre, en los círculos religiosos Cristianos nos encontramos
dos ideas prevalecientes: una es la enseñanza y la otra es su común aceptación.
La primera ciertamente no es ningún secreto dentro de la Iglesia, pero es tan
raramente divulgada a los laicos que parece ser casi un arcano para las
muchedumbres. La gran mayoría de las personas creen tener un alma y un cuerpo y
ahí terminan sus pesquisas. Lo que en realidad el alma es y si ésta es o no la
persona verdadera, o si tiene poderes propios, no es algo que se investiga; los
predicadores generalmente se limitan a tratar sobre su salvación o condenación.
Y al hablar así del alma, como si fuera una cosa diferente de uno mismo, la
gente ha adquirido una idea subyacente de que ellos no son almas, ya que pueden
perder tal alma. De ésto ha devenido una tendencia hacia el materialismo, que
induce a los hombres a prestar mayor atención al cuerpo que al alma, siendo
esta última abandonada a la tierna misericordia de los sacerdotes; y entre los
disidentes, el cuidado del alma es muy frecuentemente diferido hasta el día de
la muerte. Pero cuando la verdadera doctrina se comprende se podrá ver que el
cuidado del alma, que es el Yo impersonal o superior, es un asunto vital que
requiere atención de día a día y que no puede ser diferido sin causar un penoso
daño al hombre completo: cuerpo y alma.
La enseñanza Cristiana,
sustentada por San Pablo, puesto que en él descansa en efecto el Cristianismo
dogmático, es que el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Esta es
la constitución trina del hombre en la que creen los teólogos, pero ocultada en
el trasfondo porque su investigación podría resultar en la readopción de puntos
de vista considerados como ortodoxos en el pasado, pero que ahora son
heréticos; porque cuando colocamos el alma entre el espíritu y el cuerpo,
estamos muy próximos a la necesidad de examinar el problema de la
responsabilidad de esa alma, ya que el cuerpo mismo no puede tener ninguna
responsabilidad. Y con el fin de hacer responsable al alma de los actos
cometidos, debemos asumir que el alma posee poderes y facultades. A partir de
ésto, es fácil tomar la actitud de que el alma puede ser racional o irracional,
igual que pensaron los griegos algunas veces, y entonces ya no queda sino un
paso para subsecuentes proposiciones teosóficas. Esta concepción tríptica de la naturaleza del
hombre contiene, en efecto, la enseñanza Teosófica de la constitución
septenaria, porque las otras cuatro divisiones que faltan en la clasificación,
se pueden encontrar en los poderes y facultades del cuerpo y del alma, según
procuraré demostrar más adelante. Esta convicción, de que el hombre es de constitución
septenaria y no simplemente una dualidad, fue sostenida desde hace largo tiempo
y claramente inculcada a cada individuo en el pasado con las correspondientes
demostraciones; pero lo mismo que otras doctrinas filosóficas, esta convicción
se perdió de vista, pues fue gradualmente retirada en la época en que la moral
degeneraba en la Europa Oriental, antes de que el materialismo hubiera
adquirido completa prepoderancia en unión del escepticismo, su hermano gemelo.
A su retiro, quedó dentro del Cristianismo la actual doctrina de cuerpo, alma y
espíritu. La razón de tal encubrimiento y de su rejuvenecimiento en este siglo,
está muy bien expresada por la señora H. P. Blavatsky en su Doctrina Secreta.
En respuesta a la declaración “no podemos comprender cómo el más mínimo peligro
pudiera surgir de la revelación de una doctrina tan puramente filosófica como
la de la evolución de la cadena planetaria”, ella dice:
El peligro era éste:
Tales doctrinas, como la de la cadena planetaria y de las siete razas, de inmediato
dan una pauta de la naturaleza septenaria del hombre, porque cada principio
está correlacionado con un plano, un planeta y una raza, y los principios
humanos están en cada plano en correlación con las séptuples fuerzas ocultas;
esas fuerzas de los planos superiores poseen un poder oculto formidable, el
abuso del cual causaría a la humanidad males incalculables. Esta es una pista
que quizás no sea tomada como tal por la generación actual, especialmente los
occidentales, protegidos como están por su misma ceguera y su incredulidad
ignorante y materialista, pero una pista que no obstante, sería muy verídica en
los primeros siglos de la era cristiana, para pueblos plenamente convencidos de
la realidad del ocultismo y entrando en un ciclo de degradación que los
preparaba para el abuso de los poderes ocultos, y una hechicería de la peor
descripción.
El señor A. P. Sinnett, en
un tiempo funcionario del gobierno de la India 1, fue el primero en bosquejar
en esta época la verdadera naturaleza y constitución del hombre en su libro “El
Budismo Esotérico”, el cual fue recopilado de informaciones transmitidas a él
por H. P. Blavatsky directamente desde la Gran Logia de Iniciados a la que ya
se ha hecho referencia. Y así, al presentar la antigua doctrina ante la civilización
occidental, él le confirió un gran beneficio a su generación y ayudó
considerablemente a la causa de la Teosofía.
Esa clasificación fue:
1) Cuerpo Físico, oRupa
2) Vitalidad, oPrana-Jiva
3) Cuerpo Astral, oLinga-Sarira
4) Alma Animal, oKama-Rupa
5) Alma Humana, oManas
6) Alma Espiritual, oKama-Rupa
7) Espíritu, oAtma
Las palabras en letra
bastardilla, en el idioma Sánscrito, son los equivalentes de los términos
adoptados en inglés por él. Esta clasificación continúa en pie en nuestros días
para todos los usos prácticos, pero es susceptible de modificación y extensión.
Por ejemplo, una modificación ulterior, que coloca el cuerpo astral en segundo
lugar en vez del tercero, no altera substancialmente la clasificación. Esta
clasificación da inmediatamente una idea de lo que es el hombre, que es muy
distinta a la vaga descripción expresada con las palabras “cuerpo y alma”, y
también reta audazmente el concepto materialista de que la mente es el producto
del cerebro, o sea, una parte del cuerpo. No se tiene la pretensión de que
estos príncipios fueran desconocidos hasta ahora, porque han sido conocidos de
diferentes maneras, no solamente por los hindúes sino también por muchos
europeos; sin embaro, la simple presentación de la constitución séptuble del
hombre, en combinación íntima con la constitución septenaria de una cadena de
globos a través de la cual el ser evoluciona, no había sido dada. El abate
francés Eliphas Levi, escribió sobre el reino astral y el cuerpo astral, pero
evidentemente no tenía conocimientos del resto de la doctrina, y aún cuando los
hindúes poseían los otros términos en su idioma y filosofía, no usaban una
clasificación septenaria, sino que dependían mayormente de una clasificación
cuádruple y sin duda ocultaban (si es que tenían conocimiento de ello) la
doctrina acerca de una cadena de siete globos, incluyendo la tierra. Por
cierto, un hindú erudito, Subba Row, ya fallecido, afirmaba que ellos sabían de
una clasificación septenaria, pero que tal clasificación no había sido ni sería
divulgada.
Considerando estos
constituyentes del hombre desde otro punto de vista, nosotros diríamos que el
hombre inferior es un ser compuesto, pero en su naturaleza real es una unidad o
un ser inmortal, incluyendo una trinidad compuesta de Espíritu, Discernimiento
y Mente, la cual requiere cuatro instrumentos inferiores y mortales para poder
trabajar en la materia y obtener la experiencia que la naturaleza confiere.
A esta Trinidad se le
denomina Atma-Buddhi-Manas en el idioma Sánscrito, términos difíciles de
traducir al castellano.
Atma es el Espíritu;
Buddhi, es la facultad más elevada del intelecto, aquello que discierne y
juzga; Manas, es la mente. Esta triple combinación es el hombre real, y sin
duda alguna esta doctrina es el origen de la enseñanza teológica acerca de la
Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los cuatro instrumentos o
vehículos inferiores se bosquejan a continuación:
Atma,
Buddhi,
Manas,Pasiones y Deseos,
Principio de Vida,
Cuerpo Astral,
Cuerpo Físico
Estos cuatro constituyentes
inferiores y materiales son transitorios y por su naturaleza están sujetos de
por sí a ser desintegrados, así como también a separarse los unos de los otros.
Cuando llega la hora de comenzar su separación, la combinación de los cuatro no
puede mantenerse por más tiempo, el cuerpo físico muere, los átomos que
componen cada uno de los cuatro comienzan a separarse unos de otros, y la
combinación completa, al ser desarticulada, ya no es capaz de servir de
instrumento al hombre verdadero. Esto es lo que entre nosotros los mortales se
denomina “muerte”; pero no es muerte para el hombre real, porque éste es
imperecedero, persistente, inmortal. El es, por esta razón, llamado la Triada o
la Trinidad indestructible, mientras que los otros instrumentos son conocidos
como el Cuaternario, o los Cuatro Mortales.
Este cuaternario u hombre inferior es un producto de la substancia y de
las leyes cósmicas o físicas, y ha sido desarrollado durante el transcurso de
las edades partiendo de la substancia cósmica, lo mismo que cualquier otro
objeto físico, y por consiguiente está sujeto a las leyes físicas, fisiológicas
y psíquicas que gobiernan el conjunto de la raza humana. Por lo tanto, su
posible período de duración puede ser calculado lo mismo que un ingeniero puede
calcular el esfuerzo de tensión de los metales usados en la construcción de
puentes. Cualquier agregado en la forma
humana, integrada por estos constituyentes, está por lo tanto limitado en
duración por las leyes del período evolutivo durante el cual existen. Hoy en
día es generalmente de unos setenta a cien años, pero su posible duración es
más larga. Así, en la historia hay casos de personas ordinarias que han vivido
hasta la edad de doscientos años; y por medio de un conocimiento de las leyes
ocultas de la naturaleza, el límite posible de duración puede ser extendido a
cuatrocientos años aproximadamente.
El hombre
físico
visible se
compone de:Cerebro,
Nervios,
Sangre,
Huesos,
Linfa,
Músculos,
Organos de Sensación y Acción,
y piel
El hombre
físico
invisible se
compone de:Cuerpo Astral,
Pasiones y deseos,
El Principio de Vida (llamado
prana o jiva)
Por ésto se notará que la
parte física de nuestra naturaleza se extiende a una segunda división, que
aunque invisible a los ojos externos, es sin embargo material y está sujeta a
la desintegración. Por razón de que la gente en general ha estado acostumbrada
a admitir como real solamente lo que puede ver con los ojos físicos, la
generalidad de los hombres ha llegado por último a suponer que lo invisible no
es ni real ni material. Pero ellos se olvidan de que aún sobre el plano
terrestre hay gases nocivos que son invisibles aunque reales y poderosamente
materiales, o de que el agua puede existir en forma invisible suspendida en el
aire, hasta que las condiciones atmosféricas la alteran y causan su
precipitación.
Recapitulemos, pues, antes
de entrar en detalles. El Hombre Real es la Trinidad de Atma-Buddhi-Manas, o
Espíritu, Alma y Mente, y emplea ciertos agentes e instrumentos para ponerse en
contacto con la naturaleza, a fin de conocerse a sí mismo. Estos instrumentos y
estos agentes se encuentran en los Cuatro constituyentes inferiores, o
Cuaternario. Cada uno de los principios es en sí mismo un centro de percepción
para la particular experiencia que corresponde a su propio campo de acción,
siendo el cuerpo físico el más inferior, el menos importante y el más
transitorio de toda la serie. Porque cuando nosotros llegamos al cuerpo,
procediendo de la Mente Superior, puede demostrarse que los órganos de aquél,
privados del hombre interior, son en sí mismos insensibles e inútiles. La
vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato no pertenecen al cuerpo, sino al
segundo e invisible hombre físico. Los verdaderos órganos que sirven para el
ejercicio de esas facultades se encuentran en el Cuerpo Astral, y esos órganos
en el cuerpo físico no son sino los instrumentos mecánicos exteriores de
coordinación entre la naturaleza y los verdaderos órganos interiores.
1 El señor Sinnet fue el
editor del Pioneer de Allahabad, el órgano oficial del Gobierno de la India.
Sumario
CAPITULO V
CUERPO FISICO Y CUERPO ASTRAL
El cuerpo, considerado como
un conjunto de carne, huesos, músculos, nervios, sustancia cerebral, bilis,
mucosidades, sangre y piel, es objeto de un cuidado exclusivo para un excesivo
número de personas, quienes hacen de él un dios porque han llegado a
identificarse a sí mismos con él, refiriéndose únicamente al cuerpo cuando
dicen “yo”. Cuando es abandonado, el cuerpo queda exento de sensación y en tal
caso actúa únicamente por acción refleja e impulso automático. Esto lo
observamos durante el sueño, porque entonces el cuerpo asume actitudes y
efecuta movimientos sin el consentimiento del hombre despierto. El cuerpo se
asemeja a nuestra madre tierra, en que está formado por un número de “vidas”
infinitesimales. Cada una de estas vidas es un punto de sensitividad. No hay
allí tan sólo microbios, bacilos y bacterias, sino que éstas están compuestas
de otras vidas y ésas de otras aún más diminutas. Estas vidas no son las
células del cuerpo, sino que forman dichas células, manteniéndose siempre
dentro de los límites asignados a la célula por la evolución. Estas vidas están
siempre en rotación y moviéndose conjuntamente por todo el cuerpo,
encontrándose tanto en espacios aparentemente vacíos, como también en donde se
ve carne, membranas, huesos y sangre. Se extienden igualmente hasta una
distancia determinada, más allá de los límites exteriores actuales del
cuerpo. Uno de los misterios de la vida
física yace oculto entre esas “vidas”. Su acción, impelida por la Energía Vital
- denominada Prana o Jiva - explicará la existencia activa y la muerte física.
Esas vidas están divididas en dos clases: una, los destructores, la otra, los
preservadores, y estas dos luchan entre sí desde el nacimiento hasta el triunfo
de los destructores. En esta lucha la Energía Vital misma pone fin al
conflicto, porque la vida es la que mata. Esto puede parecer heterodoxo, pero
en la filosofía Teosófica se le considera como un hecho. Porque según se dice,
el infante vive porque la combinación de sus órganos perfectamente sanos es
capaz de absorber la vida en que está sumergido y que le rodea en el espacio, y
es llevado al sueño cada noche por la abrumadora fuerza de la corriente de
vida, puesto que los preservadores entre las células del cuerpo juvenil no
están aún dominados por los destructores. Estos procesos del sueño y de la
vigilia, son simple y únicamente el restablecimiento del equilibrio durante el
sueño y la acción producida por la ruptura de tal equilibrio cuando se está
despierto. Esto puede ser comparado con la luz del arco voltáico, en que el
arco radiante de luz al punto de resistencia es el símbolo del hombre activo y
en vela. Así, en el sueño nosotros continuamos absorbiendo y no resistiendo la
Energía Vital; cuando estamos despiertos estamos expeliendo esa energía, pero
existiendo la Energía Vital a nuestro alrededor como un océano en el cual
nadamos, nuestro poder para expelerla es necesariamente limitado. En el momento
en que despertamos estamos en equilibrio en lo que toca a nuestros órganos y a
la vida; cuando nos quedamos dormidos estamos aún más llenos de vida de lo que
estábamos al despertar en la mañana; la Energía Vital nos ha agotado; ella
finalmente mata al cuerpo. Tal contienda no podría ser sostenida por siempre,
puesto que el peso de la vida de todo el sistema solar está en oposición
directa al poder de resistencia enmarcado en una pequeña forma humana.
Los Maestros de Sabiduría
consideran que el cuerpo es el más transitorio, inestable e ilusorio de toda la
serie de constituyentes del hombre. El cuerpo no permanece igual ni por un
instante. En perpetua transformación, en contínuo movimiento por todas partes,
el cuerpo, aunque tangible, no está nunca en realidad terminado o concluído.
Los antiguos percibieron ésto perfectamente, porque elaboraron una doctrina
denominada Nitya Pralaya, o el contínuo cambio de las cosas materiales: la
contínua destrucción. Esto es conocido ahora por la ciencia en su doctrina del
metabolismo y de que el cuerpo sufre una completa alteración y renovación cada
siete años. Al concluir los primeros siete años, el cuerpo no es el mismo que
fue al nacer. Al final de nuestros días el cuerpo ha cambiado siete o quizás
más veces y sin embargo presenta la misma apariencia general y fisonómica desde
la madurez hasta la muerte, así como también permanece en una misma forma
humana desde el nacimiento hasta la madurez. Este es un misterio que la ciencia
no puede explicar; es un asunto atinente a las células y a los medios por los
cuales la forma humana en general se conserva.
La “célula” es una ilusión; no es sino una mera palabra y no tiene
existencia como una cosa material, porque cada célula se compone de otras partes.
¿Qué es entonces una célula? La célula es la forma ideal dentro de la cual los
actuales átomos físicos - formados de “vidas” - se organizan entre sí. Ya que
se ha admitido que las moléculas físicas están constantemente abandonando el
cuerpo, las mismas han de estar abandonando las células a cada instante. Por lo
tanto, no hay tal célula física, sino tan sólo los límites privativos de una
célula, las paredes ideales y la forma general. Las moléculas asumen su
posición dentro de la forma ideal, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, y
abandonan ésta a su vez casi inmediatamente para abrirle campo a otros átomos.
Y como ocurre con el cuerpo, lo mismo acontece con la tierra y con el sistema
solar. Esto también sucede con todos los objetos materiales, aunque en una
medida más lenta. Estos están todos en constante moción y cambio. Esta es la
sabiduría moderna y también la sabiduría antigua; es la explicación física de
la clarividencia, la clariaudiencia, la telepatía y la lectura del pensamiento.
Esto ayuda a demostrar cuán alucinadora e insatisfactoria cosa es nuestro
cuerpo. Aunque estrictamente el Cuerpo
Astral (Linga Sarira, en Sánscrito) es el segundo constituyente del hombre,
nosotros examinaremos la Energía Vital (Prana y Jiva, en Sánscrito) en conjunto
con el Cuerpo Astral, porque a nuestra observación, el fenómeno de la vida se
muestra más claramente en relación con el cuerpo. La vida no es el resultado del funcionamiento
de los órganos, ni tampoco cesa o se pierde cuando el cuerpo se disuelve. La
vida es un principio universalmente interpenetrante; es el océano dentro del
cual flota la tierra, e igualmente interpenetra nuestro globo y todos los seres
y objetos que en él se encuentran. La
vida labora incesantemente sobre nosotros y a nuestro alrededor, latiendo
contra y a través de nosotros eternamente. Cuando ocupamos el cuerpo, empleamos
simplemente un instrumento más especializado que cualquier otro para tratar con
ambos, Prana y Jiva. Estrictamente hablando, Prana es aliento, y puesto que el
aliento es necesario para el sostenimiento de la vida en el mecanismo humano,
aliento es la palabra más aceptable. Jiva, significa “vida” y también se aplica
al alma viviente, porque la vida en general se deriva de la misma Vida
Suprema. Jiva, por lo tanto, se presta a
una aplicación general, mientras que Prana es más específica. No se puede decir
que uno posea una cantidad determinada de esa Energía Vital, ya que ésta
regresaría a su fuente original si el cuerpo fuese incinerado, sino más bien
debería decirse que esa Energía trabaja con cualquiera que sea el volumen de
materia en él; nosotros, por decirlo así, secretamos o usamos esta Energía
Vital mientras vivimos, porque, estemos vivos o muertos la Energía Vital está
siempre allí: durante la vida, entre nuestros órganos, sosteniéndolos; en la muerte,
entre las innumerables criaturas que surgen de nuestra destrucción corporal.
Nos sería tan imposible deshacernos de esa Energía Vital como lo sería el
erradicar el aire en que flota el pájaro, y lo mismo que el aire, ella también
ocupa todos los espacios del planeta, de modo que en ninguna parte podemos
perder su beneficio ni tampoco evadir su aplastante poder final. Pero para
obrar sobre el cuerpo físico, esta vida - Prana - necesita un vehículo, un
instrumento o un conductor, y este vehículo es el cuerpo astral.
Existen muchos nombres para
designar al Cuerpo Astral; he aquí unos cuantos:
Linga Sarira, término
Sánscrito que significa cuerpo-diseño y el cual es probablemente su mejor
definición; doble etéreo, fantasma, espectro, aparición, doppelganger, hombre
personal, alma irracional, alma animal, Bhuta, elementario, aparecido, diablo,
demonio. Algunos de estos títulos solamente se aplican al cuerpo astral cuando
carece del cuerpo físico después de la muerte. Bhuta, diablo y elementario son
casi sinónimos; el primero es Sánscrito. Los hindúes designan por Bhuta al
Cuerpo Astral, cuando con la muerte es liberado del cuerpo y de la mente, y por
estar así separado de la conciencia es como un diablo en su estimación. No
están muy equivocados, siempre que nosotros podamos abolir la noción
tradicional de que el diablo es un angel caído del cielo, porque este diablo
corporal es una cosa que emana de la tierra.
Se podría objetar que el término Cuerpo Astral no es el apropiado para
este propósito. Esta objeción surge en razón de la naturaleza y el génesis de
nuestros idiomas. Así es que en la búsqueda de palabras para describir el
cuerpo interior en nuestro idioma, únicamente fueron encontradas las de “cuerpo
astral”. Este término se aproxima estrechamente a lo real, puesto que la
substancia de esta forma se deriva de la materia cósmica o materia estelar.
Pero la antigua palabra Sánscrita - Linga Sarira, el cuerpo diseño - lo
describe con exactitud, porque éste es el diseño o modelo del cuerpo físico.
Ese término es preferible al de “cuerpo etéreo”, porque este último podría
sugerir la idea de ser subsecuente al físico, cuando en realidad el cuerpo
astral antecede al material.
El cuerpo astral está
formado de materia de un tejido muy fino y sutil si se le compara con el del
cuerpo visible, y tiene una gran resistencia tensoria, de manera que cambia
poco durante el curso de una vida, mientras que el cuerpo físico cambia a cada
instante. El Astral no solamente tiene esta fuerza de tensión inmensa, sino que
también posee una elasticidad que le permite extenderse a una distancia
considerable. Es flexible, plástico, extensible y fuerte. La materia de que se
compone es eléctrica y magnética en su esencia, exactamente la misma de que el
mundo entero estaba compuesto en el ignoto pasado, cuando el proceso de la
evolución no había llegado aún al momento de producir el cuerpo material para
el hombre. Pero ésta no es materia bruta ni cruda. Habiendo pasado por un vasto
período de evolución, y sufrido incalculables procesos de purificación, su
naturaleza ha sido refinada a un grado mucho más allá de los groseros elementos
físicos que nosotros vemos y palpamos con los ojos y las manos físicas.
El cuerpo astral es el
modelo guía del físico, y todos los otros reinos tienen igualmente un modelo
astral. Los vegetales, minerales y animales tienen un doble etéreo y ésta es la
única teoría que responderá a la incógnita de por qué la semilla reproduce su
misma especie y los seres conscientes procrean otros seres semejantes. Los
biólogos únicamente pueden decir que los hechos son tales como se les conoce,
pero no pueden dar razón de porqué la bellota nunca podrá producir otra cosa
sino una encina excepto que jamás se ha sabido algo diferente. La doctrina
verdadera era conocida en las escuelas de antaño, y esa doctrina ha sido
promulgada nuevamente en Occidente, gracias a los esfuerzos de H. P. Blavatsky
y de aquéllos que han sido inspirados por sus obras. Esta doctrina nos dice que en épocas primitivas
de la evolución de este globo, los diferentes reinos de la naturaleza fueron
delineados primeramente como plan o en forma ideal, y después la materia astral
comenzó a trabajar sobre este plan con la ayuda del principio Vital, hasta que
al cabo de largas edades la forma astral humana completó su evolución y
perfeccionamiento. Esta es, pues, la primera forma que la raza humana tuvo, y
en cierto sentido corresponde a la alegoría de la condición del hombre en el
Jardín del Edén. Después de otros largos períodos, durante los cuales el ciclo
del continuo descenso iba ayanzando, la forma astral al fin se cubrió con una
“vestidura de piel” y la forma física actual se introdujo en la escena. Esta es
la explicación del verso en el libro del Génesis que describe cómo a Adán y a
Eva les fueron dadas vestiduras de piel. Esta es la caída final en la materia,
porque a partir de ese momento el hombre interior se esfuerza en elevar la masa
entera de materia física a un nivel superior y animarla con influencias
espirituales, con el fin de que ésta pueda estar preparada para continuar aún
más adelante durante el próximo gran período de evolución, después que el
actual finalece. En la presente época,
el modelo por el cual la criatura se desarrolla en el útero es el cuerpo astral,
cuya forma está ya perfecta antes del nacimiento del niño. Es sobre este modelo
que las moléculas se organizan por sí mismas, hasta que el niño queda
completamente formado, y la presencia del etéreo cuerpo-diseño explicará cómo
la forma se desarrolla morfológicamente, hasta producir los contornos y figura;
cómo los globos oculares se impulsan por sí mismos del interior hacia la
superficie de la cara, y muchas otras cosas misteriosas de la embriología, que
los médicos pasan por alto con una mera descripción pero sin poder explicarlas.
Esto explicará mejor que toda otra teoría, las marcas de nacimiento del feto en
el útero, negadas a veces por los médicos pero bien conocidas por aquéllos que
se toman el trabajo de observar, como siendo un hecho que ocurre
frecuentemente. La forma corporal en desarrollo está sujeta al modelo astral, y
conectado con la imaginación de la madre por órganos físicos y psíquicos. La
madre proyecta una fuerte imagen por horror, temor o cualquier otra emoción, y
el modelo astral es afectado entonces similarmente. En el caso de un niño que
nace naturalmente sin piernas, las ideas y la potente imaginación de la madre
amputan e inhiben la pierna astral, lo que trae por resultado que las
moléculas, no teniendo el modelo astral morfológico de la pierna sobre el cual
alinearse y trabajar, no estructuran pierna corporal alguna, y así similarmente
en otros casos. Por el contario, dondequiera que nos encontramos a un hombre
que aún siente la pierna que el cirujano le ha amputado, o percibe dedos que le
fueron cortados, ahí entonces el miembro astral no ha sido afectado, y por lo
tanto, el hombre tiene la sensación de que los miembros estuvieran aún unidos a
su ser. Pues ni el bisturí ni los ácidos jamás dañarán el modelo astral ya
formado, pero en las primeras fases de su desarrollo, las ideas y la
imaginación, sí tienen el poder del ácido o del acero afilado. En el hombre ordinario, que no ha sido
disciplinado en ocultismo práctico o que carece de esta facultad por
nacimiento, el cuerpo astral no puede retirarse del cuerpo físico a una
distancia mayor de unos pocos pies, pues es parte de éste, lo sostiene y está
incorporado en él como las fibras del mango que penetran la pulpa de la fruta.
Pero también hay quienes a consecuencia de prácticas seguidas en pasadas
encarnaciones sobre la tierra, poseen desde su nacimiento la facultad de
proyectar inconscientemente el cuerpo astral. Estos son los mediums, algunos
videntes y muchas personas histéricas, catalépticas y escrofulosas. Aquéllas
que se han entrenado a sí mismas durante un curso prolongado en una disciplina
excesivamente severa, que alcanza la naturaleza moral y mental bastante más
allá del poder del hombre ordinario de esta época, pueden hacer uso de la forma
astral a voluntad, porque han trascendido completamente la ilusión de que el
cuerpo físico es una parte permanente de ellos; además, han aprendido las leyes
químicas y eléctricas que rigen en este asunto. En su caso, ellos actúan con
conocimiento y a conciencia; en los otros casos, el acto se lleva a cabo sin
posibilidad de poder impedirlo o realizarlo a voluntad, o de evitar los riesgos
que acompañan el uso incontrolado de fuerzas de la naturaleza de un caráter
elevado.
El cuerpo astral posee en
sí los órganos reales de percepción correspondientes a los órganos exteriores de
los sentidos. En él se encuentran la vista, el oído, el gusto, el olfato y el
tacto; tiene un sistema completo de nervios y arterias que le son propios para
la conducción del fluído astral, el cual es al cuerpo astral lo que nuestra
sangre es al cuerpo físico. El cuerpo astral es el hombre personal verdadero y
en él están también situadas la percepción subconsciente y la memoria latente,
los cuales están siendo mal usados hoy en día por los hipnotizadores modernos,
a quienes a su vez traen muy desconcertados. Así, cuando el cuerpo muere el
hombre astral queda en libertad, y como en la muerte el hombre inmortal - La
Triada - se remonta a otro estado, el cuerpo astral se convierte en el cascarón
del que fue el hombre viviente y requiere cierto tiempo para disolverse. El
cascarón Astral retiene todos los recuerdos de la vida que el hombre ha vivido
y así es como puede repetir de una manera refleja y automática lo que el
fallecido sabía, decía, pensaba y veía. El permanece cerca del abandonado
cuerpo físico casi todo el tiempo, hasta la completa disgregación de éste, ya
que tiene que pasar a través de su propio proceso de desintegración. El cascarón astral puede hacerse visible bajo
ciertas condiciones. Este es el fantasma de las sesiones espiritistas, en donde
se le induce a enmascararse como el verdadero espíritu de tal o cual individuo.
Atraído por los pensamientos del médium y sus acompañantes, vagamente revolotea
donde éstos se encuentran reunidos, y es entonces galvanizado con vida
artificial por una multitud de fuerzas elementales y por el activo cuerpo
astral del médium que dirige la sesión, o de cualquier otro m7eacute;dium que
tome parte en la misma. De este espectro astral (tal como si fuese de una
fotografía) son entonces reflejadas en el cerebro del médium todas las
pretendidas evidencias que los espiritistas alegan son suficientes para probar
la identidad del amigo o pariente fallecido.
Estas evidencias son aceptadas como prueba de que el espíritu del
fallecido está presente, en razón de que ni los médiums ni los participantes
están familiarizados con las leyes que gobiernan su propia naturaleza, ni con
la constitución, poder, y funcionamiento de la materia astral y del hombre
astral. La filosofía Teosófica no niega
los hechos demostrados en reuniones espiritistas, pero da una explicación de
ellos enteramente opuesta a la de los espiritistas; y ciertamente la ausencia
total de explicaciones lógicas y científicas por parte de estos supuestos
espíritus sobre los fenómenos que, se dice, ellos mismos producen, confirma la
aserveración de que no tienen luz o conocimiento propio alguno que comunicar.
Ellos meramente pueden producir ciertos fenómenos, cuya investigación y
correspondientes deducciones sólo pueden ser propiamente llevadas a cabo por un
cerebro disciplinado y guiado por la trinidad viviente, de espíritu, alma y
mente; y aquí, otra clase de fenómenos espiritistas requiere una breve mención.
Tal es la aparición que es descrita como “espíritu materializado”.
Presentemos pues, tres
explicaciones: Primera, que el cuerpo astral del médium viviente se desprende
de su cuerpo y asume la apariencia del supuesto espírtu, porque una de las
peculiaridades de la materia astral es su capacidad de reflejar una imagen que
yace invisible en el éter. Segunda, el cascarón astral del difunto - totalmente
carente del espíritu y de la conciencia de aquél - se hace visible y tangible
cuando la condición del aire y del éter es tal que permite modificar la
vibración de las moléculas del cascarón astral, al punto de hacerlo visible.
Los fenómenos de densidad y aparente peso, son explicados bajo otras leyes.
Tercera, un volumen invisible de materia eléctrica y magnética es acumulado, y
sobre éste se refleja, desde la luz astral, la imagen de cualquier persona que
se desee, ya esté viva o muerta. Esta aparición se supone que sea el “espíritu”
de tal o cual persona, pero no lo es, y ello ha sido justamente llamado por H.
P. Blavatsky un “fraude psicológico” porque pretende ser lo que no es; y, así
parezca raro, esta misma explicación de las materializaciones ha sido dada por
un “espíritu” en una sesión espiritista ordinaria, pero nunca ha sido aceptada
por los espiritistas, justamente porque esta teoría trastorna su concepto sobre
el retorno de los espíritus de las personas fallecidas. Finalmente, el cuerpo astral explica casi
todos los fenómenos psíquicos extraños que acontecen en la vida cotidiana y en
las relaciones con médiums verdaderos; también explica la naturaleza de las
apariciones, la posibilidad de que las mismas sean vistas, y evita por tanto
que el que dude científicamente infrinja su buen juicio al aseverar que usted
no vió lo que usted está seguro de haber visto. La superstición se elimina si
se explica la naturaleza verídica de esos fenómenos y si se destruye el temor
irracional a lo desconocido, el cual hace al hombre temeroso de ver un
“espectro”. De la misma manera también podemos explicar el movimiento de
objetos sin contacto físico, porque la mano astral puede ser proyectada y
forzada a asir un objeto y arrastrarlo o traerlo hacia el cuerpo. Cuando se
demuestre que esto es posible, entonces los turistas no serán objeto de burlas
al aseverar haber visto a los yoguis hindúes hacer volar en el aire las tazas
de café y también hacer que los objetos distantes, aparentemente se acerquen
hasta ellos sin ser tocados por los yoguis o cualquier otra persona. Todos los casos de clarividencia y
clariaudiencia son igualmente explicados por mediación del cuerpo astral y de
la luz astral. Los órganos astrales son los que verdaderamente ven y oyen, y
como todos los objetos materiales están constantemente en movimiento dentro de
sus propios átomos, la vista y el oído astrales no son obstruídos y pueden
funcionar a una distancia tan grande como la expansión de la luz y materia astral,
que se extiende por todos los contornos de la tierra. Así fue que el gran
vidente Swedenborg vió casas quemándose en la ciudad de Estocolmo mientras se
encontraba en otra ciudad a muchas millas de distancia, y de esta misma manera
cualquier vidente contemporáneo ve y oye a larga distancia.
Sumario
CAPITULO VI
KAMA - DESEO
El autor de la obra
“Budismo Esotérico” - la cual debe ser consultada por todos los estudiantes de
Teosofía, puesto que es una compilación de sugerencias ofrecidas por algunos Adeptos
- le dio el nombre de Kama-rupa al cuarto principio de la constitución del
hombre, porque la palabra Kama en el idioma Sánscrito significa “deseo”, y como
la idea que se intentaba comunicar era que el cuarto principio es el “cuerpo o
el conjunto de deseos y pasiones”, el señor Sinnett añadió la palabra Sánscrita
Rupa, que significa cuerpo o forma, produciendo así la palabra compuesta
Kamarupa. Aquí emplearemos las palabras equivalentes castellanas - pasiones y
deseos - , porque esos términos expresan exactamente su naturaleza. Yo también
hago ésto con el objeto de destacar la diferencia profunda que existe
actualmente entre la psicología y filosofía mental de Occidente y las del
Oriente. Occidente divide al hombre en inteligencia, voluntad y sensación, pero
no se comprende si las pasiones y deseos constituyen o no un principio por sí
mismos, o si son completamente efecto del cuerpo. En realidad, la mayoría de la
gente los considera como un fenómeno resultante de la carne, porque a menudo se
les denomina como “deseos y apetitos carnales”. Los antiguos, sin embargo, y
los Teósofos modernos, saben que las pasiones y los deseos son un principio en
sí mismos y no meramente los impulsos del cuerpo. La psicología occidental no
puede ofrecernos el esclarecimiento de este asunto, por encontrarse en su
infancia y enteramente carente de conocimiento acerca de la naturaleza
interior, que es la naturaleza psíquica del hombre, y a partir de este punto,
existe la más grande divergencia entre la psicología occidental y la Teosofía.
Las pasiones y los deseos
no son producidos por el cuerpo, sino por el contrario, el cuerpo viene a ser
generado por las pasiones y los deseos. Son el deseo y la pasión los causantes
de que hayamos nacido y los que nos harán nacer una y otra vez en algún cuerpo,
en esta tierra o en algún otro globo 1. La pasión y el deseo nos inducen a
evolucionar a través de las mansiones de la muerte, las que nosotros llamamos
vidas sobre la tierra. Fue por el surgimiento del deseo en la inconocible causa
primordial, la existencia una y absoluta, que se manifestó el conjunto completo
de los mundos; y es a través del impulso del deseo en el mundo actualmente
manifestado, que éste se mantiene en existencia. Este cuarto principio es el principio del
equilibrio entre los siete y yace en mitad del conjunto; de él parten las
sendas hacia arriba o hacia abajo. Es la base de la acción y la fuerza motriz
de la voluntad. Como dijeran los antiguos Herméticos: “Tras de la voluntad,
yace el deseo”. Porque ya sea que deseemos hacer el bien o el mal, tenemos
primero que despertar dentro de nosotros el deseo hacia uno de esos dos cursos
de acción. El hombre de bien que llega al fin a convertirse en un sabio, tuvo
que despertar, en algún momento y durante una de sus numerosas vidas, el deseo
por la compañía de hombres santos y de mantener vivo su ardiente deseo de
progreso a fin de continuar su marcha. Hasta un Buda o un Jesús tuvo primero
que hacer un voto,que significa un deseo, en alguna vida, de que él salvaría al
mundo o a una parte del mismo, y perseverar con ese deseo vivo en su corazón a
través de encarnaciones innumerables. De igual manera, en el caso contrario, el
mal hombre, durante vida tras vida tomó para sí deseos viles, egoístas,
perversos, y de esta manera envileció este principio en vez de purificarlo. En
lo que atañe al lado material y científico del ocultismo - el uso de los
poderes ocultos internos de nuestra naturaleza - , si este principio del deseo
no es suficientemente poderoso, el poder magistral de la imaginación no puede
hacer su labor, porque, así haga un molde o matriz, la voluntad no puede actuar
a menos que sea impulsada, dirigida y mantenida en un pináculo por el deseo.
Los deseos y pasiones, por
lo tanto, tienen dos aspectos, siendo uno inferior y el otro superior. El
inferior es aquél mostrado por el constante mantenimiento de la conciencia
centrada abajo, en el cuerpo físico y el cuerpo astral; el aspecto superior
proviene de la influencia de una aspiración hacia la trinidad superior, de
Mente, Buddhi y Espíritu.
Este cuarto principio se
asemeja a la constelación de Libra en el curso del Sol, a través del Zodíaco o
faja celeste; cuando el Sol (que es el hombre real) alcanza ese signo o
constelación, tiembla en la balanza. Si retrocediera, los mundos serían
destruídos; él prosigue adelante, y la raza humana completa se eleva hacia la
perfección.
Durante la vida, el
emplazamiento de deseos y pasiones está, al igual que en el caso del cuerpo
astral, por todo el sitema del hombre inferior; y tanto como esa contraparte
etérea de nuestra persona física, el mismo puede ser acrecentado o disminuído,
debilitado o fortificado, envilecido o purificado. En la muerte, ese principio anima al cuerpo
astral, el cual se convierte en un mero cascarón o envoltura, pues cuando un
hombre muere, su cuerpo astral y su principio de pasiones y deseos abandonan
juntos el cuerpo físico y se unifican.
Es este el momento en que el término Kamarupa puede aplicarse, en razón
de que Kamarupa realmente se compone del cuerpo astral y de Kama, en
conjunción, y esta unión de los dos produce una figura o forma que aún cuando
ordinariamente es invisible, es material y puede hacerse visible. Aunque carece
de mente y de conciencia, Kamarupa posee poderes propios que pueden ser ejercidos
siempre que las condiciones lo permitan. Estas condiciones son proporcionadas
por el médium espiritista, y en todas las salas de sesiones los cascarones
astrales de las personas fallecidas están siempre presentes, para alucinar a
los participantes cuyas facultades de descriminación han sido embotadas por el
secreto temor y asombro. Kamarupa es el “diablo” de los hindúes, y el infeliz
médium jamás podría tener peor enemigo. Porque este espectro astral - o
Kamarupa - es el conjunto de los deseos y pasiones abandonado por la persona
real, o Ego, en su viaje hacia el “cielo” y que no tiene ya nada que ver con la
gente que queda atrás, mucho menos con sesiones y médiums. Por lo tanto,
estando desprovistos de alma más noble, estos deseos y pasiones afectan únicamente
la parte más baja de la naturaleza del médium, y no despiertan ningún elemento
benéfico sino las tendencias más viles del ser. Por esta razón, aún los mismos
espiritistas confiesan que dentro de la esfera de los médiums hay mucho fraude,
y los mismos médiums han confesado a menudo cosas como que: “los espíritus me
tentaron, y cometí fraude de acuerdo con sus deseos”.
Este fantasma Kamarupa es
también el enemigo de esta nuestra civilización, la cual nos permite ejecutar a
hombres por crímenes cometidos, y de este modo lanzar al océano etéreo el
conjunto de pasiones y deseos, libres de las limitaciones del cuerpo y
expuestos en cualquier momento a ser atraídos hacia alguna persona sensitiva. Y
siendo así atraídos, las imágenes deplorables de crímenes cometidos y también
la obsesiva visión de ejecución y muerte con todas las acompañantes maldiciones
y sentimientos de venganza, se incorporan en personas vivientes, quienes,
ignorando el peligro, son incapaces de repelerlo. Así es como los crímenes y nuevas ideas de
crímenes son de hecho propagadas diariamente en esos países en donde la pena
capital aún prevalece. Los cascarones o
envolturas astrales, junto con el viviente cuerpo astral del médium, ayudados
por ciertas fuerzas de la naturaleza que los Teósofos denominan “elementales”,
producen casi todos los fenómenos del espiritismo que no es fraudulento. El
cuerpo astral del médium, teniendo la facultad de extensión y extorsión, provee
el escenario para aquello a lo que se da el nombre de “espíritus materializados”,
para hacer mover objetos sin contacto físico y para transmitir mensajes que se
dicen de parientes fallecidos, todo lo cual no es otra cosa que memorias e
imágenes impresas en la luz astral; y para todo ésto usando y siendo usados por
restos o cascarones astrales de suicidas, asesinos ejecutados, y por toda clase
de espectros, que naturalmente gravitan y permanecen cerca de este plano de
vida. El número de casos en que una comunicación viene de un verdadero espíritu
desencarnado es tan reducido que pueden contarse con los dedos de una mano.
Pero algunas veces, los espíritus de hombres vivientes, mientras sus cuerpos
duermen acuden a las sesiones espiritistas y toman parte en ellas, más ellos no
pueden recordarlo, no saben cómo lo hacen y no son distinguidos por los médiums
dentro del conjunto de cadáveres astrales.
El hecho de que tales cosas
puedan ser efectuadas por el hombre interno y no ser recordadas, no prueba nada
en contra de estas teorías; porque el niño puede ver, sin saber el funcionamiento
de los ojos, y el salvaje, aunque ignora el complicado mecanismo fisiológico
que sin cesar funciona en su cuerpo, efectúa perfectamente el complejísimo
proceso de la digestión; y el hecho de que él efectúa este proceso
inconscientemente, está exactamente en armonía con nuestra teoría, porque estos
actos y fenómenos del hombre o ser interno son las acciones inconscientes de la
mente subconsciente. Estas palabras, “consciente” y “subconsciente”, son desde
luego usadas de manera relativa, refiriéndose la inconsciencia únicamente al
cerebro. Experimentos hipnóticos han probado concluyentemente todas estas
teorías, como será plenamente admitido algún día no muy lejano. Además de ésto,
las envolturas astrales de los suicidas y de los criminales ya ejecutados son
las más coherentes, las de más larga vida, y las más cercanas a nosotros entre
todos los espectros de los infiernos, y por lo tanto deben ser, por exigencia
del caso, los verdaderos “controles” o “guías” en la sala de sesiones
espiritistas.
La pasión y el deseo,
conjuntamente con el cuerpo-modelo astral, existen tanto en los hombres como en
los animales así como también en el reino vegetal, aunque en este último
tenuemente desarrollados. En un cierto período de la evolución ningún otro
principio material adicional se había desarollado, y los tres principios
superiores de Mente, Alma y Espíritu, estaban simplemente latentes. Hasta este punto el hombre y el animal se
encontraban al mismo nivel, porque lo bruto en nosotros se compone de las
pasiones y del cuerpo astral. El desarrollo del gérmen de la Mente formó al
hombre, porque ello es lo que constituye la gran diferencia. El Dios interno
comienza con Manas, o la mente, y es ese conflicto entre este Dios y el bruto
inferior, acerca del cual la Teosofía nos habla y nos previene. El principio
inferior es llamado malo, sólo porque en comparación con el superior lo es;
pero, aún así, el inferior es la base y medio de toda acción. No podemos elevarnos a menos que ese yo inferior
primeramente se afirme en el deseo de mejorar. En este aspecto, al yo inferior
se le llama Rajas o cualidad activa y mala, a fin de distinguirla de la de
Tamas, o la tenebrosa cualidad de sombras y de indiferencia. La elevación no es
posible a menos que Rajas se encuentre presente para dar el impulso; y por el
ejercicio de este principio de pasión, todas las cualidades superiores son
movidas finalmente a purificar y elevar nuestros deseos, a tal grado que éstos
puedan estar continuamente basados en la verdad y el espíritu. Por medio de ésto,
la Teosofía no indica que las pasiones deben ser saciadas, pues una doctrina
más perniciosa que ésa jamás pudo existir; el precepto es que se haga uso de la
actividad generada por el cuarto principio, con el fin de elevarnos
constantemente y de no caer bajo el dominio de la cualidad tenebrosa que
termina con la aniquilación, habiendo comenzado con el egoísmo y la
indiferencia.
Habiendo examinado así la
esfera de acción de los principios inferiores, y analizado su naturaleza, vemos
que la Teosofía enseña que en el estado actual de su evolución, el hombre es un
cuaternario enteramente desarrollado con los principios superiores parcialmente
desarrollados, o en desarrollo. Por esta razón se afirma que el hombre de hoy
demuestra por sí mismo estar impulsado por la pasión y el deseo. Esto se prueba
al observar las civilizaciones de la tierra, porque ellas todas han sido
impulsadas por este principio; y en los países como Francia, Inglaterra, y en
las Américas, la glorificación de ese principio se manifiesta por la atención a
la ostentación, al arte sensual, a la lucha por el poder y el rango, y en todos
los hábitos y estilos de vida donde la plena gratificación de los sentidos a
menudo se estima como el supremo bien.
Pero como la Mente continúa desarrollándose más y más, a medida que
proseguimos nuestra marcha por el sendero de la evolución de la raza, ya puede
percibirse por lo bajo en todos los países el comienzo de la transición, desde
el animal poseedor del gérmen de la verdadera mente, hasta el hombre de mente
completa. Este momento es por lo tanto
conocido por los Maestros, quienes han divulgado algunas de las antiguas
verdades, como un “período de transición”. La orgullosa ciencia, y la aún más
orgullosa religión no admiten ésto; piensan que nosotros somos lo que siempre
seremos. Pero confiando en sus instructores, el Teósofo ve en todo su derredor
la evidentcia de que la mente de la raza está cambiando en cuanto a amplitud,
que los viejos tiempos del dogmatismo han terminado y la “era de la investigación”
ya ha lleado; que las investigaciones aumentarán su clamor año tras año, y que
las respuestas tendrán que satisfacer más y más la mente a medida que ésta
crece, hasta que al fin, habiendo terminado con todo dogmatismo, la raza se
encuentre preparada para afrontar todos los problemas, cada persona por sí
misma, todos trabajando para beneficio del todo, y que al final redundará en el
perfeccionamiento de aquellos que luchan para trascender lo bruto. Por estas
razones, las antiguas doctrinas son nuevamente promulgadas y la Teosofía invita
a cada uno de nosotros a refleccionar sobre si es mejor ceder a la naturaleza
animal inferior, o alzar la vista y ser gobernados por el Dios interno.
Un estudio más amplio del
cuarto principio de nuestra constitución, nos obligaría a considerar asuntos
tales como aquellos presentados por los que hacen milagros en el Oriente, así
como los fenómenos espiritistas, el hipnotismo, las apariciones, la enajenación
mental y otros; pero éstos deben reservarse para tratarlos separadamente.
1 Tal como fué corregido
por W.Q.J. en The Theosophical Forum, Junio de 1894.
Sumario
CAPITULO VII
MANAS
En nuestro análisis de la
naturaleza del hombre,hasta ahora hemos considerado únicamente los elementos
perecederos que constituyen el hombre inferior, y hemos arribado al cuarto
principio o plano - - el del deseo - sin haber hecho alusión alguna a la
cuestión de la Mente. Pero aún hasta el punto que hemos abordado, debe ser
evidente que hay una gran diferencia entre las ideas ordinarias acerca de la
Mente y las que se encuentran en la Teosofía. De ordinario se piensa en la
Mente como algo inmaterial, o que es meramente el nombre dado a la acción del
cerebro al desarrollar el pensamiento, proceso enteramente desconocido, como no
sea por inferencia, o sea que si no hay cerebro tampoco puede haber mente. Bastante atención ha sido invertida en
catalogar ciertas funciones y atributos mentales, pero faltan los términos en
el idioma para poder describir los actuales hechos metafísicos y espirituales
con respecto al hombre. Esta confusión y carencia de palabras para estos usos,
se debe casi enteramente, primero, a la religión dogmática, la cual ha afirmado
y vigorizado por muchos siglos dogmas y doctrinas que son inaceptables a la
razón, así como al conflicto natural que surgió entre la ciencia y la religión
tan pronto como fueron desechados los grilletes que impuso la religión a la
ciencia, y a ésta se le permitió tratar con los hechos de la naturaleza. La
reacción contra la religión, naturalmente, impidió que la ciencia adoptara nada
más que un concepto materialista del hombre y de la naturaleza. Por lo tanto,
de ninguna de esas dos fuentes hemos podido obtener hasta ahora los términos
necesarios para describir los principios quinto, sexto y séptimo, que componen
la Trinidad, el hombre real, el peregrino inmortal.
El quinto principio es
Manas en la clasificación adoptada por el señor Sinnett, y usualmente se define
como la Mente. Otros nombres le han sido asignados, pero Manas es el conocedor,
el percibidor, el pensador. El sexto es Buddhi, o discernimiento espiritual; el
séptimo es Atma, o Espíritu, el rayo de luz que emana del Ser Absoluto. Nuestro
idioma será suficiente para describir en parte la naturaleza de Manas, pero no
así Buddhi o Atma, y aún muchas cosas relativas a Manas, pero no así Buddhi o
Atma, y aún muchas cosas relativas a Manas quedarán por esclarecerse.
El curso de la evolución
desarrolló los principios inferiores y produjo al fin la forma humana, provista
de un cerebro con una capacidad mayor y más profunda que la de cualquier otro
animal. Pero este hombre, humano en la forma, no lo era aún en lo mental, y por
lo tanto necesitaba el quinto principio, que es el principio del pensamiento y
de la percepción, para diferenciarlo del reino animal y para conferirle el
poder de llegar a convertirse en autoconsciente. La mónada quedó aprisionada en
estas formas, y esa mónada está compuesta de Atma y Buddhi, porque sin la
presencia de la mónada la evolución no podría marchar hacia adelante. Retrocediendo
momentáneamente a la época en que las razas carecían de la mente, se abre aquí
la siguiente pregunta: “¿Quién dio la mente, de dónde vino y qué es?”. La mente
es el eslabón entre el Espíritu de Dios en lo alto y lo personal abajo, y les
fue concedida a las mónadas sin mente por otras mónadas que habían pasado por
este proceso, edades tras edades en otros mundos y sistemas de mundos, viniendo
la mente, por lo tanto, de otros períodos evolucionarios llevados a cabo y
completados mucho tiempo antes de que el sistema solar hubiera comenzado. Esta
es la teoría, extraña e inaceptable hoy, pero que debe ser enunciada si es que
vamos a decir la verdad acerca de la Teosofía; y ésto es simplemente repetir lo
que otros han dicho anteriormente. La
manera en que esta luz de la mente fue dada a los Hombres sin Mente, puede ser
comprendida por medio del ejemplo de una vela que va encendiendo a su vez
muchas otras. Dada una vela encendida y muchas otras apagadas, se entiende que
con una luz las otras pueden ser también encendidas. Lo mismo ocurre en el caso
de Manas, que es la llama encendida. Los hombres sin mente, teniendo los cuatro
principios elementales de Cuerpo Físico, Cuerpo Astral, Vida y Deseo, son las
velas apagadas que no pueden encenderse por sí mismas. Los Hijos de la
Sabiduría, que son los Hermanos Mayores de cada familia humana en cualquier
globo, poseen la luz, heredada de otros progenitores de épocas remotas, mucho
más lejanas, en una procesión interminable, sin principio ni fin. Ellos pegan
fuego al conjunto de los principios inferiores y a la Mónada, encendiendo así a
Manas en los nuevos hombres, preparando otra gran raza para la iniciación
final. El encendido del fuego de Manas
está simbolizado en todas las grandes religiones y en la Francmasonería. En
Oriente, un sacerdote aparece sosteniendo una vela encendida en el altar y
millares de feligreses encienden sus velas de la del sacerdote. Los Parsis
también tienen su fuego sagrado, el cual es encendido por alguna otra llama
sagrada.
Manas o el Pensador es el
ser reencarnante, el inmortal que transporta consigo las experiencias y valores
de todas las diferentes existencias vividas sobre la tierra o en otro globo. La
naturaleza de Manas se vuelve doble o dual tan pronto como se enlaza en un
cuerpo. Porque el cerebro humano es un organismo superior y Manas lo usa para
razonar de premisa a conclusión. Esto también diferencia al hombre del animal,
porque el animal actúa por medio de impulsos automáticos y los llamados
instintos, mientras que el hombre puede usar el razonamiento. Este es el
aspecto inferior del Pensador o Manas, y bajo ningún concepto, como algunos han
supuesto, el supremo y mejor don que es propio del hombre. Su otro aspecto,
para la Teosofía el más elevado, es el intuitivo, que conoce sin depender en
absoluto de la razón. El aspecto inferior, puramente intelectual, es el más
próximo al principio del Deseo, y es así como se distingue de otra parte, la
cual tiene afinidad con los principios espirituales superiores. Si el Pensador,
pues, se vuelve completamente intelectual, la naturaleza toda del ser comienza
a dirigirse hacia abajo; porque el intelecto solo es frío, sin corazón,
egoísta, porque no está iluminado por los otros dos principios superiores de
Buddhi y Atma.
En Manas están almacenados
los pensamientos de todas nuestras vidas. Es decir, en una encarnación, la suma
total de pensamientos detrás de las acciones de ese período de vida, serán en
general de un mismo carácter, pero pueden ser clasificados en una o más
categorías. Esto es, el hombre de negocios de hoy en día es un caso específico;
los pensamientos todos de su vida representan un solo hilo de razonamiento. El
artista es otro caso. El hombre que se afanó en los negocios pero que también
pensó mucho en la fama y en el poder que nunca pudo lograr, es aún otro caso.
La gran masa de gente pobre, abnegada, intrépida, que tiene poco tiempo para
pensar, constituye otra clase distinta. En todos éstos, la cantidad total de
pensamientos durante la vida forma la corriente o hilo de la meditación de una
vida - “aquello en que el corazón estuvo centrado” - y está ahora almacenado en
Manas para ser sacado a la luz otra vez en cualquier época, en cualquier
encarnación en que el cerebro y el ambiente sean similares a aquéllos que se
usaron para engendrar esa clase de pensamientos. Es Manas quien ve los objetos que le son
presentados por los órganos corporales y los verdaderos órganos internos.
Cuando el ojo enfoca una imagen en la retina, el panorama completo se
transforma en vibraciones en los nervios ópticos, las cuales desaparecen en el
interior del cerebro, en donde Manas está capacitado para percibirlas como
ideas. Y de la misma manera ocurre con todos los otros órganos de los sentidos.
Si la conexión entre Manas y el cerebro se rompe, la inteligencia no se
manifestará a menos que Manas haya descubierto, por medio de entrenamiento, la
manera de proyectar el cuerpo astral fuera del físico u orgánico y pueda
continuar por ese medio en comunicación con sus prójimos. El hipnotismo, el mesmerismo y el
espiritismo, han probado ya que los órganos y los sentidos no pueden ellos
mismos conocer los objetos. Porque según vemos en los experimentos mesméricos e
hipnóticos, el objeto visto o sentido, y del cual todas las sensaciones de
objeto sólido pueden percibirse, es a menudo sólo una idea existente en el
cerebro del que opera. De la misma forma, Manas usando el cuerpo astral, sólo
tiene que imprimir una idea sobre la otra persona para inducirla a percibir la
idea y a transformarla en un cuerpo visible, al cual parecen seguir los efectos
usuales de densidad y peso. En el hipnotismo hay muchos experimentos, todos los
cuales demuestran que la llamada materia no es de por sí sólida o densa; que la
vista no siempre depende de los ojos y de los rayos de luz procedentes de un
objeto; que lo que es intangible para un cerebro y órganos normales, puede ser
perfectamente tangible para otro; y que efectos físicos en el cuerpo pueden ser
producidos tan sólo por una idea. Los bien conocidos experimentos de producir una
ampolla con un simple pedazo de papel, o impedir que un emplasto produzca una
ampolla por medio de la fuerza de sugestión transmitida al sujeto, ya sea que
iba o no a formarse una ampolla, prueban concluyentemente el poder de efectuar
un impulso sobre la materia por el uso de ese principio llamado Manas. Pero
todos estos fenómenos son la manifestación de los poderes de Manas inferior
actuando en el Cuerpo Astral y el cuarto principio, el del Deseo, empleando el
cuerpo físico como escenario para la exhibición de esos poderes.
Es este Manas inferior el
que retiene todas las impresiones de una vida y algunas veces las revela de una
manera singular, como en trances o sueños, delirio, estados inducidos, aquí y
allá, en condiciones normales, y muy a menudo en el momento de la muerte
física. Pero Manas está tan ocupado con el cerebro, con la memoria y la
sensación, que usualmente no despliega sino unas pocas reminiscencias fuera del
conjunto de eventos que los años le han puesto por delante. Manas inferior impide
el funcionamiento de Manas Superior, porque justamente al nivel actual de la
evolución, el Deseo y los correspondientes poderes, facultades y sentidos, son
los más altamente desarrollados, obscureciendo, por decirlo así, la luz blanca
de la parte espiritual de Manas. Manas
inferior queda coloreado or todo objeto que le sea presentado, sea ello un
pensamiento o un objeto material. Es decir, Manas inferior operando a través
del cerebro es de inmediato transformado en la forma y otras características de
un objeto dado, ya sea mental o no. Esto hace que tenga cuatro peculiaridades:
Primera, volar natural y
súbitamente desde algún punto, objeto o sujeto;
Segunda, volar hacia alguna
idea agradable; Tercera, volar hacia una idea desagradable; Cuarta, permanecer
pasiva, sin considerar nada. La primera se debe a la memoria y a la moción
natural de Manas; la segunda y tercera se deben únicamente a la memoria; la
cuarta significa el sueño cuando éste no es anormal, y cuando es anormal y va
hacia la demencia.
Estas características
mentales que pertenecen todas a Manas Inferior, son las mismas que deben ser
combatidas y conquistadas por Manas Superior, con la ayuda de Buddhi y Atma. Si
Manas Superior puede actuar, viene a ser lo que algunas veces llamamos un Genio;
y si domina por completo, entonces el hombre puede convertirse en un dios. Pero
la memoria continuamente presenta imágenes a Manas Inferior, lo que trae por
resultado que el Superior sea obscurecido. Algunas veces, sin embargo, vemos
aquí y allá por el sendero de la vida, hombres que son genios o grandes
videntes y profetas. En éstos, los poderes Superiores de Manas están activos y
la persona iluminada. Tales fueron los grandes Sabios de la antigüedad, seres
como Buda, Jesús, Confucio, Zoroastro y otros. También poetas, tales como
Tennyson, Longfellow, y otros, son hombres en quienes Manas Superior de cuando
en cuando proyecta un rayo luminoso sobre el hombre terrenal, pronto, no
obstante, a ser obscurecido a consecuencia de la educación dogmática religiosa,
la cual ha grabado en la memoria ciertas imágenes que siempre impiden a Manas
lograr su plena actividad.
En esta Trinidad superior
tenemos a Dios sobre cada uno de nosotros; este es Atma y puede ser denominado
el Yo Superior.
Luego está la parte espiritual
del alma denominada Buddhi; cuando está completamente unido con Manas, a éste
puede llamársele el Divino Ego. El Ego
interno, o entidad que reencarna, ocupando cuerpo tras cuerpo, acumulando
impresiones vida tras vida, adquiriendo experiencia y sumándola al divino Ego,
sufriendo y gozando a través de un inmenso período de años, es el quinto
principio - Manas - sin unión con Buddhi. Esta es la individualidad permanente
que da a cada hombre la sensación de ser él mismo y no algún otro individuo;
aquello que a través de todos los cambios de los días y de las noches, desde la
juventud hasta el final de la vida, nos hace sentir una misma identidad durante
todo ese período. Manas también tiende un puente de continuidad sobre el
espacio o brecha que deja el sueño, y, de la misma manera, salva la brecha que
deja el sueño, y, de la misma manera, salva la brecha que deja el sueño de la
muerte. Es ésto y no nuestro cerebro, lo que nos eleva por encima del animal.
La profundidad y variedad de las circunvoluciones o repliegues del cerebro
humano, son causados por la presencia de Manas y no son las causas de la mente
como creen algunos. Y cuando, ya sea total u ocasionalmente, llegamos a la
unidad consciente con Buddhi, nuestra alma Espiritual, contemplamos entonces a Dios,
por decirlo así. Esta es la visión a que todos los antiguos aspiraban, pero en
lo que los derecho a la grandeza natural y seguir adorando un dios imaginario,
creado únicamente por sus propias fantasías y no muy carente de las flaquezas
de la naturaleza humana.
Esta individualidad
permanente de la presente raza ha pasado, por lo tanto, a través de toda clase
de experiencias posibles, porque la Teosofía insiste en la permanencia de la
individualidad y en la necesidad de continuar tomando parte en la evolución.
Tiene un deber que cumplir, el cual consiste en elevar a un nivel superior toda
la materia que le concierne en la cadena de globos a la cual pertenece la
Tierra. Nosotros todos hemos vivido y tomado parte en civilización tras
civilización y raza tras raza sobre la Tierra, y así continuaremos a través de
todas las rondas y razas hasta que la séptima sea completada. Al mismo tiempo
debe recordarse, que la materia de este globo y todo cuanto a él está
relacionado también ha pasado a través de toda clase de formas, con sólo
algunas posibles excepciones en esferas muy inferiores de formación mineral.
Pero en general, toda la materia visible, o la suspendida en el espacio y aún
por precipitarse, han sido ya moldeadas en una u otra ocasión en forma de toda
variedad, muchas de las cuales no tenemos siquiera una idea de ellas. Los
procesos de la evolución, por lo tanto, en algunos departamentos se adelantan
ahora con mayor rapidez que en épocas pasadas, porque ambos, Manas y la
materia, han ido adquiriendo ya capacidad y facilidad de acción. Especialmente
es esto así con relación al hombre, quien es el más avanzado de todas las cosas
y de todos los seres en esta evolución. El está ahora encarnado y proyectado a
través de la vida más rápidamente que en los períodos anteriores, cuando tomaba
tantísimos años el obtener una “vestidura de piel”. Este volver a la vida una y otra vez no puede
ser evitado por el hombre ordinario, porque Manas Inferior se encuentra aún
atado al Deseo, que es en la actualidad el principio dominante y preponderante.
Estando así influenciado por el Deseo, Manas es alucinado continuamente durante
su encarnación, y al ser así engañado es inacapaz de impedir la acción sobre sí
mismo de las fuerzas generadas durante la vida. Estas fuerzas son generadas por
Manas, o sea, por los pensamientos generados en el período de vida. Cada
pensamiento crea un enlace físico lo mismo que mental, con la clase de deseo en
el cual tuvo su raíz. La vida entera está repleta de tales pensamientos, y
cuando el período de reposo después de la muerte llega a su fin, Manas está
enlazado a la tierra por innumerables hilos electro-magnéticos, por razón de
los pensamientos generados durante la última vida y, por tanto, por el deseo,
porque fue el deseo lo que le causó tantísimos pensamientos y la ignorancia de
la verdadera naturaleza de las cosas. Una comprensión de esta doctrina, de que
el hombre es realmente un pensador y hecho de pensamiento, clarificará todo lo
demás relacionado con la encarnación y con la reencarnación. El cuerpo del
hombre interno está hecho de pensamiento, y siendo esto así, claramente se
deduce que si los pensamientos tienen más afinidad con la vida terrenal que con
cualquier otra vida, un retorno aquí es inevitable.
En nuestros días, Manas no
está enteramente activo en la raza, porque el Deseo aún permanece supremo. En
el próximo ciclo del período humano, Manas estará completamente activo y
desarrollado en la raza completa. Por ésto, los hombres de la tierra no han
llegado aún al punto de hacer una selección consciente acerca del sendero que
tomarán; pero cuando se esté ya en el ciclo a que se ha hecho referencia, y con
Manas activo, todos serán entonces compelidos a hacer una elección consciente
de partir hacia la derecha o hacia la izquierda, conduciendo uno de estos
senderos a la unión completa y consciente con Atma, el otro, a la aniquilación
de esos seres que prefieran tal sendero.
Sumario
CAPITULO VIII
SOBRE LA REENCARNACION
Como ha llegado el hombre a
ser el ente complejo que es y por qué hay cuestiones a las que ni la ciencia ni
la religión ofrecen respuesta concluyente? Este pensador inmortal, poseyendo
tan vastos poderes y posibilidades todos suyos por razón de su conexión íntima
con todo aspecto secreto de la Naturaleza, de la cual él está constituído, se
encuentra erguido sobre la cumbre de una inmensa y silenciosa evolución. El
pregunta por qué la Naturaleza existe, lo que el drama de la vida tiene por
finalidad, y cómo ese objetivo puede ser logrado. Pero ambos, la Ciencia y la
Religión, fallan en dar una respuesta razonable. La Ciencia no pretende estar
en condiciones de dar la solución, declarando que la investigación de las
cosas, tal como son, es tarea suficiente; la religión ofrece una explicación
que es tan ilógica como carente de significado, y solamente aceptable al
fanático, ya que requiere que consideremos la Naturaleza toda como un misterio,
y pretende buscar el sentido y propósito de la vida, con todas sus amarguras,
en el placer de un Dios que no puede ser encontrado en ninguna parte. Una mente
cultivada e investigadora, sabe que la religión dogmática tan sólo puede dar
una respuesta inventada por el hombre, aunque pretendiendo que proviene de
Dios.
¿Para qué entonces existe
el universo y para qué ulterior propósito se halla el hombre, el Pensador
inmortal, dentro de esta evolución? El objetivo es la experiencia y la
emancipación del alma, con el propósito de elevar la masa entera de materia
manifestada a la estatura, naturaleza y dignidad de Divinidad Consciente. El
gran designio es el de lograr la autoconsciencia, no a través de una raza o una
tribu, o de alguna nación favorita, sino por y a través del perfeccionamiento -
después de su transformación - de la masa total de materia, así como también de
lo que nosotros ahora denominamos alma. Nada es ni será excluído. La meta para
el hombre actual es su iniciación en el completo saber; y para los otros reinos
inferiores a él, el que puedan ser elevados gradualmente, de plano en plano,
hasta ser con el tiempo también iniciados. Esta es la evolución elevada hasta
su más alta potencia; éste es un prospecto magnífico, que transforma al hombre
en un dios y le da a cada parte de la naturaleza la posibilidad de llegar a
convertirse en uno, algún día. Hay fuerza y nobleza en esta teoría, porque en
ella ningún hombre es empequeñecido o rebajado, ya que ningún ser es tan
originalmente pecador e impuro que no pueda elevarse por encima de todo pecado.
Considerado desde el punto de vista materialista de la Ciencia, la evolución
abarca la mitad de la vida; mientras que el concepto religioso de la evolución,
es una mezcolanza de absurdos y temores. Las religiones de hoy en día retienen
siempre el elemento del temor, y al mismo tiempo se imaginan que un ser Todopoderoso
no puede pensar acerca de ninguna otra tierra o globo sino éste, al cual
gobierna de manera muy imperfecta. Pero la antigua doctrina teosófica hace del
universo un conjunto vasto, completo y perfecto.
Ahora bien, desde el
momento en que nosotros postulamos la existencia de una doble evolución, física
y espiritual, tenemos que admitir al mismo tiempo que tal evolución tan sólo
puede ser llevada a cabo por medio de la reencarnación. Esto está, en efecto, demostrado por la
ciencia. Se ha demostrado que la materia de la tierra y de todas las cosas
físicas que en ella existen, estuvo en una época en estado gaseoso o fluído;
que la misma se enfrió que sufrió cambios; que de sus alteraciones y
evoluciones se generó al fin la gran variedad de cosas y de seres. Esto, en el
plano físico significa transformación o cambio de una forma a la otra. La masa
total de materia es casi la misma que al comienzo de la formación de este
globo, concediéndosele una ínfima adición debida a polvo estelar y aerolitos.
En consecuencia, la materia debe haber sido cambiada repetidas veces y, por
tanto, haber sido físicamente reformada y reincorporada. Desde luego, para ser estrictamente exactos,
nosotros no deberíamos emplear la palabra reencarnación, porque “encarnar” se
refiere a la carne. Digamos pues, “reincorporada”, y entonces vemos que para
ambos, la materia y el hombre, ha habido un constante cambio de forma y esto
es, ampliamente hablando, “reencarnación”.
Con relación a la masa d
materia, la doctrina enseña que la materia toda será elevada hasta la jerarquía
del hombre, cuando el hombre haya adelantado más por sí mismo. Ningún resíduo
se dejará atrás después de la salvación final del hombre, resíduo del cual haya
que disponer de una manera misteriosa en algún remoto depósito polvoriento de
la naturaleza. La doctrina verdadera no admite concesión alguna de tal índole y
al mismo tiempo no teme dar la verdadera disposición de lo que podría parecer
un resíduo. Todo es elaborado y procesado hacia otros estados superiores, porque
según declara la filosofía, no existe materia alguna inorgánica, sino que cada
átomo es una entidad viviente y contiene el gérmen de la autoconsciencia, y
ésto debe traer por resultado que algún día todo tendrá que haber sido
transformado. Así que, lo que actualmente conocemos como carne humana, contiene
hoy materia que en una época fue totalmente mineral, más adelante fue vegetal y
hoy está refinada en átomos humanos. En un momento muy distante del actual, la
materia vegetal de hoy habrá sido elevada al reino animal, y lo que nosotros
ahora usamos como nuestra materia orgánica o carnal será cambiada, por
transformación, a través de la evolución, en pensadores autoconscientes; y así
sucesivamente, ascendiendo la escala entera hasta el advenimiento de ese
período en el cual, lo que se conoce hoy como materia mineral habrá pasado al
humano, y aún más allá, hasta el nivel del Pensador. Entonces, al advenimiento
de otro gran período de evolución, la materia mineral de esa época será la que
en la actualidad está pasando a través de sus transformaciones inferiores en
otros planetas y en otros sistemas de mundos.
Esto es quizás un bosquejo
“fantástico” para los hombres de hoy en día, tan acostumbrados como están a ser
tratados desde su nacimiento, como malos, pecadores, débiles y completos
necios, que temen hasta admitir la verdad acerca de ellos mismos; pero para los
discípulos de los antiguos teósofos, ésto no es imposible ni fantástico, sino
lógico y vasto. Y sin duda alguna, este esquema será aceptado algún día por
todos, cuando la mente de la raza occidental haya rechazado la cronología y las
ideas mosáicas sobre el hombre y la naturaleza.
Por lo tanto, en cuanto a la reencarnación y a la metempsicosis,
nosotros decimos que estas deben ser aplicadas primeramente al Cosmos entero y
no simplemente al hombre. Pero como el hombre es el más interesante objeto para
sí mismo, consideraremos en detalle la reencarnación desde el punto de vista
que a él atañe.
Esta es la más antigua
doctrina y es ya aceptada por más seres humanos que el número de aquéllos que
la repudian. Casi todos los millones de habitantes en Oriente aceptan esta
doctrina; la misma fue enseñada por los griegos; un gran número de chinos cree
actualmente en ella, lo mismo que sus antepasados; los judíos la consideraban
cierta y no ha llegado a desaparecer de su religión; y Jesús, a quien se le
llama fundador del Cristianismo, también creyó y enseñó esta doctrina. En la
iglesia Cristiana primitiva también era conocida y promulgada, y los más preeminentes
entre los padres de la iglesia la creían y promulgaban.
Los Cristianos deberían
recordar que Jesús era un judío, que consideraba su misión destinada a los
judíos, porque según dice el Evangelio de San Mateo: “Yo no soy enviado sino a
las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Jesús debió haber conocido bien las
doctrinas que ellos profesaban. Todos creían en la reencarnación. Para ellos
Moisés, Adán, Noé, Seth y otros, habían regresado a la tierra; y en la misma
época de Jesús se creía comúnmente que el antiguo profeta Elías estaba aún por
regresar. Así es que encontramos, ante todo, que Jesús jamás negó ni abjuró la
doctrina y en varias ocasiones le dió su asentimiento, como cuando dijo que
Juan el Bautista era en realidad una nueva encarnación del antiguo Elías, a
quien las gentes estaban esperando. Todo esto puede ser verficado en el
Evangelio de San Mateo, en los capítulos XVII, XI y otros. En esos escritos se notará claramente que
Jesús aprobaba la doctrina de la reencarnación; y siguiendo el sendero de
Jesús, San Pablo, en la epístola a los romanos, capítulo IX, habla de Esaú y de
Jacob como habiendo realmente existido antes de su nacimiento; y más tarde, tan
preeminentes padres de la iglesia Cristiana, como Orígenes, Synesios y otros,
aceptaron y enseñaron la teoría. En el libro de Proverbios VIII, 22, Salomón
dice haber estado presente durante la formación de la tierra y que mucho antes
de que él pudiera haber nacido como Salomón, sus placeres eran los de vivir en
las partes habitables de la tierra en compañía de los hijos de los hombres. En
el Apocalipsis, III, 12, San Juan el Evangelista relata que a él le fue
revelado en el curso de una visión, la que se refiere a la voz de Dios o a la
de alguien hablando en su nombre, que quien quiera que llegase a vencer no
tendría la necesidad de “salir” otra vez; es decir, que no necesitaría
reencarnar más. Durante quinientos años después de Jesús, hasta el Concilio de
Constantinopla, esta doctrina fue enseñada en la iglesia. Entonces se promulgó
una condenación sobre un aspecto del asunto, condenación que ha sido
interpretada por muchos como si se hubiese hecho contra la reencarnación; pero
si tal condenación es dictada contra las palabras de Jesús, la misma no tiene
ningún efecto. Esta condenación, por cierto, va contra El, y por tanto la
iglesia se encuentra en la posición de alegar, en efecto, que Jesús no conocía
lo bastante para maldecir, según lo hizo la iglesia, una doctrina conocida y
enseñada en su época, y la cual fue conspicuamente traída a su conocimiento y
nunca condenada sino de hecho aprobada por El.
El Cristianismo es una religión Judía y esta doctrina de la
reencarnación le pertenece históricamente por herencia judaica, y también por
razón de haber sido enseñada por Jesús y por los primeros padres de la iglesia.
Si hubiera alguna forma verídica o lógica para la iglesia Cristiana de librarse
de este dilema - excluyendo, desde luego, los dogmas de la iglesia -, al
Teósofo le agradaría que se la diesen a conocer. En realidad el Teósofo
sostiene que quien quiera que sea Cristiano profeso y niegue esta teoría, él
mismo pone con eso su juicio contra el de Jesús, quien debió haber sabido más
sobre el asunto que aquellos que lo siguen. Es este anatema lanzado por el
Concilio de la iglesia contra la reencarnación, y la ausencia de esta doctrina
en la enseñanza actual, lo que ha hecho daño al Cristianismo y ha hecho de
todas las naciones Cristianas pueblos que pretenden ser discípulos de Jesús y
de la ley del amor, pero que realmente como naciones, son seguidoras de la Ley
Mosáica del talión y de la represalia.
Porque sólo en la reencarnación se encuentra la respuesta a todos los
problemas de la vida; y en ella y en el Karma se encuentra la fuerza que hará a
los hombres practicar la ética que profesan en teoría. Es el objeto de la
antigua filosofía el restituir esta doctrina a cualquier religión que la haya
perdido, y por lo tanto nosotros le llamamos el “acorde perdido del
Cristianismo”. ¿Pero quién o qué es lo
que reencarna? El cuerpo físico no es lo que reencarna, porque ese cuerpo muere
y se desintegra; y a muy pocos de nosotros nos gustaría permanecer encadenados
para siempre a tales cuerpos como los que tenemos ahora, que se admite están
infestados de enfermedades, excepto en el caso de los salvajes. El cuerpo
astral no es tampoco lo que reencarna, porque como se ha demostrado ya, el
astral también tiene su límite y debe desintegrarse después que el cuerpo
físico se ha disuelto. Tampoco son las pasiones y los deseos. Estas últimas son sin duda alguna de un largo
término, porque tienen el poder de reproducirse por sí mismas en cada vida
mientras nosotros no las vayamos erradicando. La reencarnación se encarga de
éso, puesto que ella nos proporciona numerosas oportunidades para que
lentamente, uno por uno, sean erradicados todos los deseos y pasiones que
desfiguran la imagen celeste del hombre espiritual. Ya ha sido explicado cómo la parte pasional
de nosotros se funde con la astral después de la muerte y proyecta
aparentemente un ser, que tiene una corta eistencia que vivir mientras se
desintegra. Cuando la separación se completa entre el cuerpo que ha muerto, el
cuerpo astral y las pasiones y deseos - habiendo la vida comenzando a ocuparse
en otras formas -, la Triada Superior, Manas, Buddhi y Atma, quienes componen
el hombre real, inmediatamente pasan a otro estado o ambiente, y cuando termina
este estado -el cual es llamado Devachán, o cielo-, la Triada Superior es de
nuevo atraída hacia la tierra para su reencarnación. Esta Triada es la parte
inmortal de nuestro ser; en efecto, nosotros somos esta Triada. Esto deberá ser
firmemente comprendido por la mente, porque de su claro entendimiento depende
la comprensión de toda la doctrina. Lo que en realidad obstaculiza esta visión
para el hombre occidental moderno, es sencillamente el prolongado entrenamiento
que todos nosotros hemos tenido en ciencia materialista y una religión
materializante, las cuales han hecho del mero cuerpo físico algo muy
prominente. La primera ha enseñado todo lo relativo a la materia solamente, ‘y
la segunda ha predicado la resurrección del cuerpo, una doctrina contraria al
sentido común, a los hombres, a los hechos, a la lógica y a todo testimonio.
Pero no hay duda alguna de que la teoría de la resurrección corporal proviene
de la corrupción de una más antigua y verdadera enseñanza. La resurrección está
basada en lo que dice Job acerca de haber visto a su redentor en la carne, y
sobre la mención de San Pablo de que el cuerpo fue resucitado incorrupto. Pero
Job fue un egipcio que hablaba de ver a su maestro o iniciador, quien era el
redentor, y Jesús y Pablo se referían al cuerpo espiritual solamente.
Aunque la reencarnación es
la ley de la naturaleza, la trinidad completa de Atma-Buddhi-Manas aún no
encarna enteramente en esta raza. Estos tres principios superiores usan y
ocupan el cuerpo por mediación de la entrada de Manas, que es el más inferior
de los tres principios, y los otros dos brillan sobre él desde arriba,
constituyendo así el “Dios en los Cielos”. Esto fue simbolizado en las antiguas
enseñanzas Judáicas por medio del Hombre Celeste, quien se yergue con la cabeza
en el cielo, y los pies en el infierno. Esto es, la cabeza, Atma y Buddhi aún
permanece en el cielo, y los pies, Manas, caminan en el infierno, que es el
cuerpo carnal y la vida material. Por esa razón el hombre no es aún totalmente
consciente, y las reencarnaciones son aún necesarias con el fin de lograr la
encarnación de la completa Trinidad Superior en el cuerpo. Cuando ese fin haya
sido consumado, la raza llegará a ser una raza de dioses; y al encontrarse
entonces la trinidad divina en pleno control y posesión, la masa total de la
materia será perfeccionada y elevada hacia el próximo paso. Este es el
verdadero significado de “el verbo hecho carne”. En el caso aislado de
individuos como Jesús o Buda, aquéllo fue un acontecimiento tan grandioso como
para ser considerado por el mundo como el de una encarnación divina. Y de ésto
también surge la idea de la crucifixión, porque Manas es pues crucificado con
el propósito de elevar al ladrón hasta el Paraíso. Es en razón de que la trinidad no está
encarnada en la raza que la vida abarca tantos misterios, algunos de los cuales
están apareciendo día a día, a través de los diversos experimentos que se hacen
acerca del hombre. El médico no sabe lo
que la vida es, ni la razón por la que el cuerpo funciona como lo hace, porque
la parte espiritual está aún amortajada entre las nubes del cielo; el hombre
científico está buscando en la obscuridad, desconcertado y confuso por todo lo
que el hipnotismo y otros fenómenos extraños traen ante él, porque el hombre
consciente se encuentra fuera del alcance, sobre la cumbre misma de la divina
montaña, forzando así al erudito a hablar de la “mente subconsciente”, la
“personalidad latente”, y otros. Por otro lado, el sacerdote no puede darnos
ninguna luz porque él niega la naturaleza divina del hombre, reduce todo al
nivel del pecado original y coloca sobre nuestro concepto de Dios el negro
estigma de ineptitud para controlar o manejar la creación sin la invención de
expedientes para reparar errores hipotéticos. Esta antigua verdad resuelve el
enigma y pinta a Dios y a la Naturaleza en colores armoniosos. La reencarnación no significa que nosotros
transmigramos hacia formas animales después de la muerte, según la creencia de
algunos pueblos del oriente. “Una vez un hombre, siempre un hombre”, dice el
adagio de la Gran Logia. Pero el castigo para algunos hombres no sería aún
excesivo si fuera posible condenarlos a renacer en los cuerpos de animales
irracionales; sin embargo, la naturaleza nunca es guiada por sentimientos sino
por ley, y nosotros, que no estamos capacitados para verlo todo, no podemos
decir que el hombre brutal es todo bruto a través de su naturaleza. Y la
evolución, habiendo conducido a Manas, el Pensador, la Persona Inmortal, a este
plano, no puede volverse atrás hacia el bruto que carece de Manas.
Al examinar las dos
explicaciones para la aceptación literal por algunos orientales de esas Leyes
de Manú, que parecen enseñar la transmigración hacia los seres brutos,
insectos, etc., comprendemos porqué el estudiante verdadero de esta doctrina no
puede caer en el mismo error. La primera
de estas explicaciones es que los diversos libros y versos que enseñan tal
transmigración, tratan sobre el verdadero método de la reencarnación, o sea,
con la explicación de los actuales procesos físicos que tienen que ser
experimentados por el Ego al pasar del estado de desencarnado al encarnado, y
también con las sendas, los métodos o los medios de descenso del plano
invisible al visible. Esto no ha sido aún explicado completamente en los libros
Teosóficos, porque primeramente es un asunto delicado, y luego los detalles no
serían recibidos con credulidad aún por los mismos Teósofos, aunque algún día
lo serán. Y como estos detalles no son de grandísima importancia, no son
expuestos ahora.
Pero como sabemos que
ningún cuerpo humano se forma sin la unión de los dos sexos, y que los gérmenes
de tal producción están encerrados en los centros sexuales y por tanto deben
provenir de los alimentos ingeridos por el cuerpo, evidentemente los alimentos
tienen algo que ver con el Ego reencarnante. Ahora bien, si el camino a la
reencarnación conduce a través de ciertos alimentos y no de otros, es posible
que si el Ego se fija o traba en alimentos que no conducirán al germen de la
reproducción física, se señala un castigo en donde el Manú dice que tales y
cuales prácticas conducirán a la transmigración, lo cual es entonces un
“impedimento”. Yo emito ahora esta opinión, para el beneficio de aquellos
teósofos que leen estos pasajes, y cuyas propias teorías sobre esta materia son
actualmente más bien vagas e indefinidas y en ciertos casos basadas en
hipótesis completamente diferentes.
La segunda explicación es
que, por cuanto la naturaleza intenta que usemos la materia absorbida por
nuestro cuerpo físico y cuerpo astral, con el propósito, entre otros, de
beneficiar la materia con la impresión que ella recibe durante su contacto y
asociación con el Ego humano, si nosotros la usamos para darle únicamente una
impresión e impulso brutal, ella debe retornar al reino animal, para ser
absorbida allí, en vez de ser refinada y retenida en el plano humano. Y como
toda la materia con que el Ego humano se rodea retiene la huella o impresión
fotográfica del ser humano, la materia tendría que transmigrar a un nivel
inferior, ya que el Ego le da una impresión animalizada. Este hecho, real en el
gran laboratorio químico de la naturaleza, pudiera ser fácilmente mal
interpretado por el ignorante. Pero los estudiantes de hoy en día saben que tan
pronto como Manas, el Pensador, ha arribado a la escena, nunca más retorna a
las formas inferiores; primero porque no lo desea, y segundo porque no puede.
Porque así como la sangre en el cuerpo está impedida, por válvulas, de
retroceder y congestionar el corazón, de la misma manera, en el vasto sistema
de circulación universal, la puerta se cierra detrás del Pensador impidiéndole
su retroceso. La reencarnación, como
doctrina que aplica al hombre real, no enseña en absoluto la transmigración a
reinos de la naturaleza inferiores al humano.
Sumario
CAPITULO IX
CONTINUACION SOBRE LA
REENCARNACION
En Occidente, en donde la
meta de la vida consiste en lograr el éxito comercial, financiero, social o
científico, es decir, lucro personal, engrandecimiento y poder, la verdadera
vida del hombre recibe muy poca atención, y nosotros, al contrario de los
orientales, damos escasa prominencia a la doctrina de la preexistencia y a la
de la reencarnación. El mero hecho de que la Iglesia la niega, es suficiente
razón para un gran número de personas, con las cuales ninguna argumentación
tiene caso. Confiando en su iglesia, tales personas no desean perturbar la
tranquilidad de su fe en dogmas que podrían ser ilógicos; y como han sido
disciplinados en la suposición de que la iglesia los puede condenar al
infierno, tan sólo el temor ciego a la maldición lanzada contra la
reencarnación en el Concilio de Constantinopla, por el año 500 de la Era
Cristiana, los excluiría a ellos de aceptar la teoría maldita. Y la iglesia, al
tratar sobre la doctrina, insinúa la objeción de que si los hombres se
convencieran de que vivirán muchas vidas, la tentación de aceptar el presente y
hacer el mal sin restricción alguna, sería demasiado fuerte. Absurda como parece, ésta es la premisa
planteada por los jesuítas eruditos, quienes alegan que los hombres más bien
preferirán tener la oportunidad presente que esperar por otras futuras. Esta
objeción sería válida si no hubiera retribución alguna, pero como la Naturaleza
tiene también un Némesis para cada malhechor, y como cada uno, bajo la ley del
Karma - que es la ley de causa y efecto y de la justicia cabal - ha de recibir
por sí mismo las exactas consecuencias, en cada encarnación, de todos los buenos
o malos actos y pensamientos que realizó y tuvo en otras encarnaciones, el
principio fundamental para la conducta moral está asegurado. Hay seguridad en
este sistema, puesto que ningún hombre puede por ningún medio, favor, edicto, o
creencia, eludir las consecuencias y cada uno que se aferre a esta doctrina
será movido por su conciencia y todo el poder de la naturaleza a obrar bien,
con el fin de que pueda recibir el bien y llegar a ser feliz.
Se ha sostenido que la
teoría del renacimiento es antipática y desagradable, porque, por una parte es
fría y no permite la interferencia de sentimiento alguno, prohibiéndonos
renunciar a voluntad a una vida que hemos encontrado dolorosa, y por otra
parte, que no parece que dentro de esa teoría haya ninguna oportunidad de ver a
nuestros seres queridos que han fallecido con anterioridad. Pero ya sea ésto de nuestro agrado o no, las
leyes de la Naturaleza operan infaliblemente y ni el sentimiento ni la emoción
pueden, de manera alguna, evitar la consecuencia que debe seguir a una causa.
Si tomamos alimentos nocivos, malas consecuencias tienen que sobrevenir. El
glotón quisiera permiso de la Naturaleza para hartarse sin ser afectado por la
indigestión que ha de resultar, pero las leyes de la Naturaleza no pueden ser tan
fácilmente descartadas.
Ahora bien, la objeción a
la reencarnación de que no veremos a nuestros seres queridos en el cielo, según
asegura la religión dogmática, presupone una cesación completa de la evolución
y del desarrollo de esos seres que abandonan la tierra antes que nosotros, y
también asume que el reconocimiento depende de la apariencia física. Pero así
como progresamos en esta vida, de la misma manera debemos progresar al
abandonarla y sería injusto obligar a los otros a que esperen nuestro arribo
sin cambiar para que nosotros podamos reconocerlos. Y si uno reflexiona en las
consecuencias naturales de elevarse hacia el cielo, donde todos los
impedimentos son descartados, debe ser evidente que aquellos que han estado
residiendo allí por veinte años mortales con anterioridad a nuestro arribo,
deben haber efectuado, dentro de la naturaleza de los procesos mentales y
espirituales, un progreso equivalente a muchos cientos de años sobre la tierra.
¿Cómo podríamos entonces, arribando más tarde, y aún imperfectos, ser capaces
de reconocer a aquellos que han estado perfeccionándose en el cielo con tales
ventajas? Así como sabemos que el cuerpo físico ha quedado atrás abandonado
para su desintegración, de igual modo es evidente que en la vida espiritual y mental,
el reconocimiento no puede depender de la apariencia corpórea. No sólo es ésto
evidente sino que estamos persuadidos de que un cuerpo físico contrahecho o mal
parecido a veces encierra una inteligencia brillante y un alma pura, y que un
cuerpo exterior hermosamente formado - tal como es el caso de los Borgias -
puede ocultar un demonio encarnado en cuanto al carácter; la forma física no
ofrece, pues, garantía de reconocimiento en ese mundo, en donde el cuerpo
físico está ausente. Y la madre que ha perdido un niño cuando éste alcanzó su
madurez, ha de saber que ella amaba a ese niño tanto cuando era un bebé como
posteriormente, cuando la gran alteración, al avanzar la vida, hubo barrido
completamente la fisonomía y los rasgos de la primera juventud. Los Teósofos saben que esta objeción no puede
ser sostenida frente a la vida pura y eterna del alma. Además, la Teosofía
enseña que todos aquellos seres que se asemejan y se aman unos a otros, habrán
de reencarnar juntos, siempre que las condiciones y circunstancias lo permitan.
Cuando uno de nosotros ha avanzado más en el sendero de la perfección, será
siempre impulsado a ayudar y consolar aquellos que pertenecen a la misma
familia. Pero cuando un ser se ha vuelto craso, egoísta y perverso, ningún otro
ser tendría interés alguno en su compañía en otra vida. La identificación o
reconocimiento depende de la visión interna y no de la apariencia externa; por
lo tanto, esta objeción carece de validez. El otro aspecto de esta objeción
relacionada con la pérdida de padres, hijos y parientes, está basado en la idea
errónea de que, como los padres dan al hijo el cuerpo, de la misma manera le
dan también el alma. Pero el alma es inmortal y carece de padres; por lo tanto
esta objeción no tiene fundamento alguno.
Hay personas que alegan que la teoría de la Herencia invalida la teoría
de la Reencarnación. Nosotros alegamos que es prueba de ella. La herencia, al
proporcionamos un cuerpo físico en cualquier familia provee el ambiente
apropiado para el Ego. El Ego sólo encarna en una familia que, a bien responde
completamente a su naturaleza toda, o le ofrece la oportunidad para la
realización de su evolución, y que además está vinculada con el Ego por razón
de sus encarnaciones pasadas o por causas mutuamente creadas. Así, pues, el
niño malvado puede nacer en una familia actualmente buena, porque los padres y
el niño están indisolublemente vinculados por acciones pasadas. Esa es una
oportunidad de redención para el niño y la ocasión de castigo para los padres. Esto señala la herencia corporal como un
régimen de la naturaleza que gobierna los cuerpos que debemos habitar, al igual
que las casas y edificios de una ciudad revelan la mentalidad de sus
constructores. Y como nosotros, lo mismo que nuestros padres, fuimos los elaboradores
que influenciamos la obra hecha a través de otros cuerpos, tomamos parte y
fuímos responsables de diversos estados de la sociedad en los cuales el
desarrollo del cuerpo físico y del cerebro fue ya retardado o avanzado,
envilecido o enaltecido, de igual modo somos responsables en esta vida de la
civilización dentro de la cual aparecemos ahora. Sin embargo, cuando observamos el carácter en
los Egos reencarnados, encontramos grandes diferencias esenciales. Esto se debe
al alma interior que es la que está sufriendo o gozando dentro de una familia,
nación y raza, sus propios pensamientos y actos, con los que sus vidas pasadas
hicieron inevitable que encarnara.
La herencia provee el
alojamiento y también impone esas limitaciones de capacidad cerebral o corpórea,
que son a menudo como un castigo y otras veces como una ayuda, pero que jamás
afectan al Ego. La transmisión de características es una cuestión material y
tan sólo la manifestación de consecuencias, en una nación, de ecos de vidas
anteriores de los Egos destinados a formar parte de esa raza. Las limitaciones
impuestas al Ego por cualquier herencia de familia, son las consecuencias
exactas de las vidas anteriores de ese mismo Ego. El hecho de que tales rasgos
físicos y peculiaridades mentales sean transmitidos, no contradice la doctrina
de la reencarnación, puesto que sabemos que la mente conductora y el carácter
verdadero de cada cual no son el resultado de un cuerpo y un cerebro físicos,
sino que son peculiares al Ego en su vida esencial. La transmisión de
características y tendencias por mediación de los padres y del cuerpo, es
exactamente el método elegido por la naturaleza para proporcionarle al Ego
encarnante el alojamiento apropiado en el cual puede proseguir su trabajo.
Cualquier otro método sería imposible y subversivo al orden natural. Por otra parte, aquéllos que se empeñan en la
objeción de la herencia se olvidan de que están acentuando las similitudes y
pasando por alto las divergencias; pues mientras las investigaciones sobre la
línea de la herencia física han registrado la transmisión de numerosos rasgos y
tendencias, esas investigaciones no han hecho lo mismo con respecto a las
divergencias que provienen de la herencia, que son mayores en número. Todas las
madres saben que los niños de una familia son tan diferentes en carácter como
los dedos de una mano; ellos provienen de los mismos padres, pero todos varían
en carácter y en capacidad. La herencia,
como la gran regla y como explicación completa, queda absolutamente derribada y
contradicha por la historia, que no muestra ninguna prueba de transmisión
contínua de erudición, poder y capacidad. Por ejemplo, en el caso de los
antiguos egipcios, por largos siglos extinguidos y su línea de transmisión
truncada, vemos la transmisión hacia sus descendientes. Si la herencia física
esclarece la cuestión del carácter, ¿cómo puede explicarse la desaparición del
gran carácter Egipcio? La misma cuestión se presenta con respecto a otras
naciones antiguas y ahora extinguidas. Y tomando una ilustración individual,
tenemos al gran músico Bach, cuyos descendientes por línea directa mostraron
una marcada disminución del talento musical, que condujo a su final
desaparición del seno de la familia. Pero la Teosofía enseña que en estos dos
casos - como en todos los similares - la capacidad y la habilidad verdaderas
únicamente han desaparecido de una familia y de un conjunto nacional, pero son
de hecho retenidas por los Egos que antiguamente las exhibieron y quienes están
ahora encarnados en aluguna otra nación y familia de la era presente. El sufrimiento alcanza a casi todos los
hombres y un gran número de ellos vive una vida de sufrimiento desde la cuna
hasta la sepultura; por éso se alega, que la reencarnación es injusta porque
nosotros sufrimos debido a las malas acciones cometidas por otra persona en
otra vida. Esta objeción se basa en la noción errónea de que el ser en la otra
vida era otra persona; pero en realidad es el mismo ser e identidad en todas
las vidas. Cuando retornamos, nunca ocupamos el cuerpo de ninguna otra persona
ni asumismos los actos de otros seres, sino que somos cada uno como un actor
que desempeña muchos papeles en la escena, el mismo actor interiormente, aunque
la indumentaria y los versos recitados difieran en cada nueva obra. Shakespeare
tenía razón al decir que la vida es un escenario, porque la gran vida del alma
es un drama y cada nueva vida y renacimiento es un nuevo acto en el cual
asumimos otro papel y nos ponemos nuevo vestuario; pero a través de todo ello
somos exactamente el mismo ser. Así pues, en vez de ser injusta la
reencarnación es perfecta justicia, y de ninguna otra forma podría la justicia
ser preservada.
Pero si nosotros
reencarnamos, se dice, ¿cómo es que no podemos recordar las vidas anteriores?,
y más aún, ya que no podemos recordar los actos que ocasionaron nuestro
sufrimiento ¿no es ésta razón suficiente para considerarlo injusto? Esas
personas que así preguntan, ignoran siempre el hecho de que ellos también
experimentan durante su vida numerosos placeres y recompensas, y se contentan
con aceptarlos sin preguntar. Porque si es injusto ser castigados por actos
cometidos que no recordamos, entonces también es injusto el ser recompensados
por otros actos que también han sido olvidados. El mero hecho de entrar en la
vida terrenal no es fundamento apropiado para ninguna recompensa ni castigo.
Recompensa y castigo deben ser el justo merecimiento por una conducta anterior.
La ley de justicia de la Naturaleza no es imperfecta, y es sólo la imperfección
de la justicia humana la que requiere que el delincuente sepa y recuerde en
esta vida, un hecho al cual va adjunta una pena. En la vida anterior el ser que
actuó entonces estaba bien consciente de lo que hizo, y es la naturaleza la que
determina las consecuencias de sus actos, siendo por tanto justa. Bien sabemos
que la naturaleza hará que el efecto siga a la causa, cualesquiera que sean
nuestros deseos, ya sea que recordemos u olvidemos lo que hicimos. Si un
infante es lastimado en sus primeros años por la nodriza, al extremo de
preparar el terreno para una lisiadura en el curso de su vida, como es
frecuente el caso, la lisiadura se manifestará aunque no fuera el niño el
causante ni recordara nada acerca de ello. Pero la reencarnación, con su
doctrina acompañante del Karma, demuestra debidamente cuán justo y perfecto es
el esquema completo de la Naturaleza.
El recuerdo de una vida
anterior no se necesita para probar que nosotros hemos pasado a través de esa
existencia, ni es tampoco el hecho de que no lo recordemos una buena objeción.
Nosotros olvidamos la mayor parte de los acontecimientos que suceden durante
los días y años de esta misma vida, pero nadie podría inferir por esa razón que
no hemos pasado por ellos. Esos años fueron vividos y retenemos tan sólo unos
detalles en el cerebro, pero el efecto integral de ellos sobre el carácter sí
es retenido y forma parte de nosotros. El conjunto completo y detallado de las
circunstancias de una vida es preservado en el hombre interno, para ser algún
día plenamente regresado a la memoria consciente, en alguna otra vida en la que
seremos perfectos. Y aún ahora, imperfectos como somos y con lo poco que
conocemos, los experimentos por medio del hipnotismo demuestran que los más
minuciosos detalles están registrados en lo que al presente se conoce como la
mente subconsciente. Según la doctrina teosófica, ni uno solo de estos
acontecimientos es de hecho olvidado, y al final de la vida, cuando los ojos se
cierran y aquellos que nos rodean declaran que hemos fallecido, cada
pensamiento y cada circunstancia de la vida cruza relampagueante pero
vivísimamente dentro y a través de la mente.
Muchas personas, sin embargo, recuerdan que han vivido antes. Los poetas
lo han cantado así; los niños lo saben bien, hasta que el constante vivir en un
ambiente de incredulidad ahuyenta el recuerdo de sus mentes, por el momento;
pero todos están sujetos a las limitaciones impuestas al Ego por el nuevo
cerebro en cada vida terrenal. Esta es la razón por la cual no somos capaces de
retener las imágenes y escenas del pasado, bien sean de ésta o de vidas
anteriores. El cerebro es el instrumento para la memoria del alma, y siendo
nuevo en cada vida pero con una cierta capacidad, el Ego puede únicamente
usarlo en la nueva vida con arreglo a su capacidad. Esa capacidad será
plenamente utilizada o no, sólo de acuerdo con los propios deseos y conducta
previa del Ego, porque esas vidas pasadas habrán aumentado o disminuído su
poder para vencer las fuerzas de la existencia material.
Si se vive de acuerdo con
los dictámenes del alma, el cerebro puede finalmente volverse permeable a la
memoria de aquélla; pero si la clase de vida que se lleva es opuesta a ese
precepto, entonces más y más nubes obscurecerán esa reminiscencia. Pero como el
cerebro no tomó parte alguna en la última vida pasada, éste es en general
incapaz de recordarla. Esta ley es muy sabia, porque seríamos muy desdichados
si las acciones y escenas de nuestras vidas anteriores no fuesen ocultadas a
nuestra contemplación, hasta que por disciplina pasemos a ser capaces de
enfrentarnos al conocimiento de las mismas.
Otra de las objeciones presentadas es la de que, bajo la doctrina de la
reencarnación, no es posible dar cuenta del crecimiento de la población del
mundo. Esto supone que sabemos con seguridad que ha crecido y que estamos bien
informados de sus fluctuaciones. Pero no hay certeza de todo ésto y, más aún,
un vasto número de personas es aniquilado anualmente, acerca de las cuales nada
sabemos. En China, año tras año, muchos millares de personas han sido arrastradas
por inundaciones. Las estadísticas acerca del hombre mundial no han sido hechas
aún. Ignoramos por cuántos millares las defunciones en Africa exceden a los
nacimientos en cualquier año. La objeción se basa en cuadros estadísticos
imperfectos que sólo tienen que ver con los países occidentales. Tal objeción igualmente asume que hay menos
Egos fuera de encarnación y esperando su renacimiento que el número de Egos que
actualmente se encuentra ahora habitando cuerpos, y esto es incorrecto. Annie
Besant ha explicado bien ésto en su libro “Reencarnación”, donde se dice que el
globo habitado se asemeja a un auditorio en un pueblo, lleno de gente, donde la
mayoría siempre permanece afuera, en el pueblo; el número de concurrentes en el
auditorio puede siempre variar, pero hay una constante fuente suplidora en el
pueblo. Es cierto que en lo que concierne a este globo el número de Egos que le
pertenecen es definido, pero nadie sabe lo que ese número es exactamente, ni
cuál es la capacidad total de la Tierra para sostenerlos.
Las estadísticas de hoy se
encuentran principalmente en Occidente, y sus cuadros comparativos abarcan
únicamente una pequeña sección de la larga historia del hombre. Esas
estadísticas no pueden precisar el número de seres que estaban encarnados sobre
la tierra en cualquier época remota cuando el globo estuvo densamente habitado;
por tanto, el número de Egos deseando o esperando su renacimiento es
desconocido. Los Maestros del conocimiento teosófico dicen que el número total
de esos Egos es vasto, y por esa razón el número de egos listos para tomar
posesión de los cuerpos por nacer que exceden el número de los que mueren, es
suficiente. Pero también se debe tener en mente que cada Ego por sí mismo varía
la duración de su permanencia en los estados Post-Mortem. Los Egos no
reencarnan con los mismos intervalos, sino que emergen de esos estados de
reposo después de la muerte en proporciones y números diversos, y siempre que
ocurre un gran número de muertes por motivos de guerra, peste o hambre, hay de
inmediato una precipitación de almas hacia la encarnación, bien sea en el mismo
lugar, o en cualquier otro sitio o raza. La tierra es un globo tan pequeño
dentro de la inmensa multitud de planetas habitables, que es suficiente la
reserva de Egos listos para encarnar. Pero con el debido respeto hacia aquéllos
que introdujeron esta objeción, yo no veo que la objeción tenga mayor validez o
relación alguna con la verdad sobre la doctrina de la reencarnación.
Sumario
CAPITULO X
ARGUMENTOS QUE APOYAN LA REENCARNACION
Amenos que neguemos la
inmortalidad del hombre y la existencia del alma, no hay ningún argumento firme
contra la doctrina de la preexistencia y del renacimiento, excepto aquél que se
basa en el dictamen de la iglesia, que dice que cada alma es una nueva
creación. Este dictamen puede ser únicamente sostenido por un dogmatismo
ciego,ya que una vez conferida el alma tarde o temprano tenemos que arribar a
la teoría del renacimiento, porque aún cuando cada alma es nueva sobre esta
tierra, la misma debe continuar viviendo en alguna otra parte después del
fallecimiento; y en vista del reconocido orden de la naturaleza, el alma tendrá
otros cuerpos o vestiduras en otros planetas o esferas celestes. La Teosofía le
aplica al yo personal - el pensador - las mismas leyes que rigen a travé de
toda la naturaleza; y esas leyes todas son variaciones de la gran ley de que
los efectos siguen siempre a las causas, y de que ningún efecto existe sin una
causa. La inmortalidad del alma - creída por la masa de la humanidad - exige la
encarnación corpórea, aquí o en cualquier otra parte, y el estar encarnado
significa reencarnación. Si nosotros venimos a esta tierra tan sólo por unos
cuantos años y luego vamos a alguna otra, el alma debe estar encarnada allí lo
mismo que aquí y si hemos arribado aquí desde cualquier otro mundo, debemos
haber usado allí también una vestidura apropiada. Los poderes de la mente y las
leyes que gobiernan su acción, sus apegos y sus desapegos, según se explica en
la filosofía teosófica, demuestran que su reincorporación debe efectuarse aquí,
donde se vivió y laboró, hasta que llegue ese momento en que la mente sea capaz
de vencer las fuerzas que la encadenan a este globo. Permitir a la entidad aquí
comprometida el transferirse a otra escena de acción, antes de que hubiera
vencido todas las causas que la atrajeron aquí y sin haber llevado a cabo sus
responsabilidades frente a otras entidades en la misma corriente de evolución,
sería injusto y contrario a las poderosas leyes y fuerzas ocultas que continuamente
operan sobre ella. Los primeros Padres Cristianos vieron ésto, y enseñaron que
el alma había caído en la materia y que estaba obligada por la ley de su
naturaleza a afanarse asiduamente hacia la misma fuente de donde provino.
Cantaban un antiguo himno griego que decía:
¡Mente Eterna, tu retoño
destella,
A través de este sutil vaso de
arcilla,
Entre las olas del sombrío
caos
Emite un tenue rayo.
Esta Mente que
envuelve el alma está sembrada, Gérmen encarnado sobre la tierra:
Por piedad, Señor de la
Misericordia, confiesa entonces Lo que en Tí reclama su nacimiento.
Aún lejos de Tí, oh tú, fuego
central,
Destierra la triste esclavitud
de la tierra,
No permitas que trémula la
chispa expire;
Absórbela al fin, que es tuya!
Cada ser humano posee un carácter
determinado que difiere del de todos los otros seres humanos, y muchedumbres de
seres congregados dentro de naciones, demuestran en conjunto que el vigor
nacional y peculiaridades distintivas se entrelazan para formar un carácter
nacional. Estas diferencias, tanto individuales como nacionales, se deben al
carácter esencial y no a la educación.
Aún la doctrina de la supervivencia de los más fuertes debería demostrar
ésto, porque la aptitud y la fuerza no pueden emanar de la nada, sino que deben
finalmente mostrarse por sí mismas, en el parecer del verdadero carácter
interior. Y como ambos, los individuos y las naciones, entre aquellos que se
encuentran al frente en la lucha con la naturaleza, exhiben una inmensa fuerza
de carácter, nosotros tenemos que encontrar ese lugar y esa época, en donde tal
fuerza fue desarrollada. Estos son, dice la Teosofía, esta tierra y todo el
período durante el cual la raza humana ha existido sobre el planeta. Así pues, mientras la herencia tiene algo que
ver con la diferencia de carácter en cuanto a la fuerza y la moral,
influenciando un poco el alma y la mente, y proveyendo también el lugar
apropiado para recibir recompensa y castigo, la herencia no es, sin embargo, la
causa de la naturaleza esencial que muestra cada cual.
Mas todas esas diferencias,
tales como aquellas mostradas por los niños desde el nacimiento, por los
adultos a medida que el carácter se desarrolla más y más, y por las naciones a
través de su historia, se deben a la larga experiencia adquirida durante muchas
vidas sobre la tierra, y son el resultado de la evolución el alma misma. El
examen de una corta vida humana no ofrece suficiente base para la formación de
la naturaleza interior del hombre. Es indispensable que cada alma adquiera toda
la experiencia posible, y una sola vida no puede proporcionar ésto aún bajo las
condiciones más favorables. Sería una tontería del Todopoderoso el situarnos
aquí por tan corto tiempo, tan sólo para erradicarnos cuando hubiéramos
empezado a ver el propósito de la vida y las posibilidades que la misma ofrece.
El simple deseo egoísta de una persona, de evadir las pruebas y disciplinas de
la vida, no es suficiente para poner de lado las leyes de la naturaleza; por lo
tanto, el alma debe renacer hasta que deje de poner en movimiento la causa del
renacimiento, después de haber desarrollado su carácter hasta el límite
posible, según indican todas las variedades de la naturaleza humana; cuando
todas las experiencias hayan pasado y no antes de que toda la verdad accesible
haya sido adquirida.
La gran disparidad entre
los hombres con respecto a capacidad nos obliga, si es que deseamos atribuir
justicia a la Naturaleza o a Dios, a admitir la doctrina de la reencarnación y
a rastrear el origen de esa disparidad en las vidas pasadas del Ego. Pues la
gente está tan obstaculizada, obstruída, atropellada y hecha víctima de una
aparente injusticia por falta de capacidad, como de veras lo está por razones
de circunstancias de nacimiento o de educación. Vemos al ineducado elevándose
por encima de las circunstancias de familia y de aprendizaje, y a menudo, otros
nacidos en el seno de familias importantes, tienen una capacidad inferior; pero
los problemas de las naciones y de las familias surgen más de la escasez de
capacidad mental que de ninguna otra causa.
Y si consideramos tan sólo las razas salvajes, en ellas la injusticia
aparente es enorme; porque muchos salvajes tienen realmente una buena capacidad
cerebral, pero aún así permanecen en ese estado. Esto se debe a que el Ego en
ese cuerpo está aún salvaje y subdesarrollado; porque en contraste con el
salvaje existen muchos hombres civilizados de insignificante calibre cerebral,
que no son salvajes de naturaleza porque el Ego residente en ellos ha tenido
una larga experiencia en la civilización durante vidas anteriores, y poseyendo
un alma más altamente desarrollada que la del salvaje, tiene el poder de usar
el instrumento cerebral hasta su límite más elevado.
Cada hombre siente y
reconoce que él posee una individualidad propia, una identidad personal que
salva no sólo las lagunas o brechas causadas por el sueño, sino también
aquéllas que a veces sobrevienen como consecuencia de lesiones temporales del
cerebro. Esta identidad jamás se interrumpe desde el comienzo hasta el final de
la vida en las personas normales, y únicamente la persistencia y carácter
eterno del alma pueden dar una explicación de ésto. Así, desde que comenzamos a recordar, sabemos
que nuestra identidad personal no nos ha fallado, no importa cuán limitada sea
nuestra memoria. Esto descarta el argumento de que la identidad depende del
recuerdo, en razón de que, si la identidad dependiera tan sólo de ello,
nosotros tendríarnos que comenzar de nuevo cada día ya que no podemos recordar
los eventos del anterior en sus detalles, y algunas mentes no recuerdan sino
muy poco y aún así sienten en sí mismas su identidad personal. Y como se
observa con frecuencia que las personas que recuerdan el mínimo insisten tan
vigorosamente como las otras sobre su identidad personal, esa persistencia de
sentimiento debe emanar de la antigua alma inmortal.
Contemplando la vida y su
probable finalidad, con toda la variada experiencia posible para el hombre, uno
está forzado a la conclusión de que una sola vida no es suficiente para llevar
a cabo todo lo que intenta la Naturaleza, sin mencionar lo que el hombre mismo
desea lograr. La gama de variedad en experiencias es enorme. Hay en el hombre
un inmenso campo de poderes latentes, que según notamos podrían ser
desarrollados si les fuera dada la oportunidad. Un conocimiento infinito en
amplitud y en diversidad se extiende ante nosotros, especialmente en estos
tiempos en que la investigación especializada está a la orden del día. Nosotros
percibimos que tenemos aspiraciones muy elevadas, sin tener el tiempo para
poder realizarlas en toda su medida, mientras la gran tropa de pasiones y
deseos, motivos y ambiciones egoístas, guerrean contra nosotros y entre ellos
mismos, persiguiéndonos aún hasta la puerta del sepulcro. Todos estos
obstáculos tienen que ser tratados, conquistados, usados, sojuzgados. Una vida
no es suficiente para todo ésto. Decir que no tenemos sino una sola vida aquí,
con tales posibilidades frente a nosotros imposibles de desarrollar, es hacer
del Universo y la vida tan sólo una inmensa y cruel broma perpetrada por un
Dios poderoso, quien es por tanto acusado por aquéllos que creen en la creación
especial de almas, de glorificarse y bromear con el diminuto hombre,
simplemente porque ese hombre es pequeño y una mera criatura del Todopoderoso. Una vida humana a lo sumo es de unos setenta
años; las estadísticas reducen esta edad a un promedio de cuarenta; y de este
remanente tan reducido, una parte considerable es empleada en el sueño y otra
parte en la niñez. Siendo esto así, en una sola vida parece ser completamente
imposible alcanzar una mera fracción de lo que la Naturaleza evidentemente
tiene en perspectiva. Nosotros vagamente percibimos muchas verdades que una
sola vida no nos da tiempo suficiente para asir y comprender, y ésto es especialmente
así, cuando los hombres tienen que sostener gran lucha para sobrevivir.
Nuestras facultades son pequeñas, sin desarrollo o débiles; una sola vida no da
la oportunidad para alterar ésto; nosotros percibimos otros poderes que tenemos
latentes, que no pueden ser desarrollados en tan corto espacio de tiempo, y
tenemos mucho más que una simple sospecha, de que el ámbito del campo de la
verdad es mucho mayor que el reducido círculo en el cual estamos ahora
confinados. No es razonable suponer que, o Dios o la naturaleza, nos encierre
dentro de un cuerpo simplemente para llenarnos de rencor porque no podemos
tener más oportunidad aquí, sino que, más bien, tenemos que llegar a la
conclusión de que una serie de encarnaciones nos han conducido a la presente condición
y que el proceso de llegar aquí una y otra vez debe continuar, con el propósito
de brindarnos las oportunidades necesarias.
El mero hecho de morir no es de por sí suficiente para producir el
desarrollo de facultades o la eliminación de las tendencias e inclinaciones
erróneas. Si damos por sentado que al entrar al cielo de inmediato adquirimos
todo conocimiento y toda pureza, entonces ese estado después de la muerte queda
reducido a un nivel de inacción y la vida misma, con toda su disciplina, queda
privada de todo significado. La enseñanza de algunas iglesias asegura que
existe una escuela de disciplina accesible después de la muerte, en donde se
dice descaradamente que los mismos Apóstoles, bien conocidos como hombres
ignorantes, han de ser los instructores. Esto es absurdo y exento de fundamento
o razón dentro del orden natural de las cosas. Además, si tal subsecuente
disciplina realmente existe, ¿por qué razón nos trajeron a esta vida entonces?
Y por qué razón, después del sufrimiento y del error cometido somos sacados del
lugar en donde nuestros actos fueron llevados a cabo? La única respuesta y
solución que queda es la de la reencarnación. Regresamos a la tierra, porque en
la tierra y con los seres que existen en ella, fueron ejecutados nuestros hechos;
porque es el único lugar apropiado en donde el castigo y la recompensa pueden
ser justamente recibidos; porque aquí está el único sitio natural para
continuar la lucha hacia la perfección, hacia el desarrollo de las facultades
que poseemos y la destrucción de la maldad que yace en nosotros. La justicia
para con nosotros y para con todos los demás seres así lo requiere, porque no
podemos vivir para nosotros mismos exclusivamente y sería muy injusto el
permitir a algunos de nosotros evadirnos, dejando atrás a los demás que fueron
copartícipes en nuestras acciones, para ser precipitados en un infierno de
eterna duración. La persistencia del
salvajismo, el ascenso y decadencia de naciones y civilizaciones, la total extinción
de naciones, todo ello requiere una explicación que no puede ser encontrada en
ninguna parte, sino en la reencarnación. El salvajismo aún existe, porque
todavía hay Egos cuya experiencia es tan limitada que aún permanecen salvajes;
esos Egos emergerán dentro de razas superiores cuando se encuentren preparados.
Las razas se extinguen porque los Egos han obtenido ya toda la experiencia que
esa clase de raza les ofrece. Por eso nos encontramos al Piel Roja, al
Hotentote, a los indígenas de la Isla de Pascua y otros, como ejemplos de razas
abandonadas por los Egos avanzados; y mientras esas razas están en el proceso
de extinción, otras almas, que no han disfrutado aún de una vida más elevada,
encarnan en los cuerpos de esas razas agonizantes, para usarlos con el
propósito de adquirir la experiencia que ese cuerpo racial pueda darles. Una
raza no podría surgir y repentinamente desaparecer. Nosotros vemos que ese no
es el caso, pero la ciencia no puede dar ninguna explicación; simplemente se
limita a decir que es un hecho que las naciones decaen. Pero en esta
explicación no se toma en cuenta la existencia del hombre interno ni las leyes
recónditas, sutiles y ocultas que se unifican para formar una raza. La Teosofía
explica que la energía acumulada tiene que gastarse gradualmente, y por lo tanto
la reproducción de los cuerpos del carácter de esa raza seguirá adelante,
aunque los Egos no son más compelidos a habitar cuerpos de ese tipo, a menos
que esos Egos sean de un desarrollo igual al de la raza.
Por consiguiente, hay una
época en que el conjunto total de Egos que han fundado la raza, la abandonan
para ir a otro ambiente físico más semejante a ellos. La economía de la
Naturaleza no permitirá que la raza física repentinamente se desvanezca, y así,
en el orden verdadero de la evolución, otros Egos menos avanzados arriban y
usan las formas todavía disponibles para prolongar la producción de los cuerpos
aunque en menor y menor número cada siglo. Estos Egos menos avanzados no pueden
mantenerse al nivel de capacidad del cúmulo de energías dejadas por los otros
Egos, y así, mientras el nuevo contingente adquiere tanta experiencia como sea
posible, la raza se extingue con el tiempo, después de pasar por su período de
decadencia. Esta es la explicación de lo que puede ser calificado como
salvajismo descendente, y ninguna otra teoría podrá explicar esos hechos. Los
etnólogos han pensado a veces que las razas más civilizadas exterminan a las
demás; pero la realidad es que, a consecuencia de la gran diferencia que existe
entre los Egos que habitan el cuerpo de la vieja raza y la energía del cuerpo
en sí, las mujeres comienzan a volverse estériles, y de este modo, lentamente
pero con toda certeza el número de muertes excede al de nacimientos. La misma
China está en el proceso de decadencia, y se encuentra ahora en un estado casi
estacionario, precisamente antes de su precipitación hacia la caída. Grandes
civilizaciones como las de Egipto y Babilonia, han desaparecido porque las
almas o los Egos que las fundaron han reencarnado hace tiempo en las grandes
naciones conquistadoras de Europa y los actuales continentes de las Américas.
Como naciones y razas, esas almas han reencarnado totalmente y vuelto a nacer
para fines más elevados que nunca. De todas las razas antiguas, sólo la raza
Indo-Ariana perdura aún como preservadora de las antiguas doctrinas. En días
venideros ella se elevará otra vez a sus antiguas cimas de gloria.
La aparición de genios y de
grandes mentes en familias carentes de estas cualidades, lo mismo que la
extinción dentro de una familia, del genio manifestado por un ancestro,
únicamente pueden explicarse por medio de la ley del renacimiento. Napoleón
Primero vino a una familia totalmente desigual a él en cuanto a poder y fuerza.
No hay nada en su línea hereditaria que pueda explicar su carácter. De acuerdo
con las Memorias del Príncipe Talleyrand, el mismo Napoleón decía que él había
sido el emperador Carlomagno. Unicamente asumiendo que él hubiera vivido una
larga serie de vidas que proveyeran la apropiada línea de evolución, o la causa
necesaria para el desarrollo de su mente, naturaleza y energía, sólo así nos es
posible tener una idea leve de por qué él u otros grandes genios aparecieron.
Mozart, mientras era un infante pudo crear partituras orquestales; ésto no fue
debido a la herencia, porque tal partitura no es natural sino que es forzada,
mecánica y enteramente convencional; pero aún así Mozart tenía el conocimiento
sin previa instrucción. ¿Cómo? Porque él
era un músico reencarnado, con un cerebro musical proporcionado por su línea
familiar, y por tanto no impedido en sus esfuerzos para exponer su talento
musical. Pero más extraordinario aún es el caso del ciego Tom, un negro cuya
familia no podía bajo ningún concepto poseer conocimiento alguno del piano, un
instrumento moderno, como para poder transmitirle ese conocimiento a los átomos
de su cuerpo; sin embargo, él tenía un gran talento musical y conociá el
mecanismo actual de la escala musical del piano. Existen centenares de ejemplos
como estos entre los tantísimos prodigios que han aparecido para asombro del
mundo. En la India se encuentran numerosas historias de sabios que nacieron con
un completo conocimiento de filosofía y cosas similares, e indudablemente lo
mismo ha ocurrido en todas las naciones.
Esta reminiscencia del
conocimiento adquirido en vidas pasadas explica también el instinto, porque
éste no es más que reminiscencia divisible entre memoria física y mental. Se ve
tanto en el niño como en el animal, y no es más que el resultado de previas
experiencias. Y bien sea que observemos al bebé recién nacido extendiendo sus
bracitos para asegurar su propia protección, o al animal con su gran poder
instintivo, o a la abeja construyendo una celda del panal de acuerdo con
exactas reglas geométricas, esto es todo el efecto de la reencarnación actuando
por medio de la mente o de la célula física, porque de acuerdo con lo que se ha
expuesto anteriormente, ningún átomo está exento de vida, de conciencia y de
inteligencia propia.
En el caso del gran músico
Bach, tenemos la prueba de que la herencia no cuenta para nada si el Ego no es
avanzado, pues su genio no fue transmitido por sus descendientes y gradualmente
se desvaneció, abandonando finalmente del todo el seno de la familia. Así
también se explica el advenimiento de idiotas o de hijos perversos en familias
cuyos padres son honorables, puros o intelectuales en grado sumo. Estos son
casos en los cuales la herencia es mantenida a raya por un Ego del todo malvado
y deficiente.
Y finalmente, el hecho de
que ciertas ideas esenciales son comunes a la raza entera, es explicado por los
sabios como debido al recuerdo de tales ideas, las cuales fueron sembradas en
la mente humana desde el comienzo mismo de su carrera evolucionaria sobre el
planeta, por esos hermanos y sabios que aprendieron sus lecciones y se
perfeccionaron en pasadas edades, largo tiempo antes de que el desarrollo de
este globo comenzara. Ninguna explicación de las ideas inherentes a la raza es
ofrecida por la ciencia, que pueda conducir a alguna otra cosa mejor que
repetir: “ellos existen”. Estas ideas fueron de hecho enseñadas a la masa de
Egos que están ahora ocupados en el proceso de la evolución de la tierra, y
tales ideas fueron grabadas con indelebles caracteres de fuego en sus
naturalezas, y siempre recordadas. Esas ídeas, acompañan al Ego a través de su
larga peregrinación.
A menudo se ha enseñado que
la oposición a la idea de reencarnación ha sido exclusivamente basada en
prejuicios, o en un dogma que solamente se puede sostener cuando la mente está
encadenada e impedida de ejecutar sus propias facultades. La reencarnación es
la más noble de las doctrinas, y con la acompañante doctrina del Karma, la cual
va a ser considerada a continuación, es la única que da las bases para la
ética. No hay duda alguna en mi mente de que el fundador del Cristianismo
asumió y dio por un hecho la doctrina de la reencarnación, y que su ausencia
actual en la religión Cristiana es el origen de la contradicción entre la ética
que profesan las naciones Cristianas y sus prácticas actuales, las cuales son
tan contrarias a la ética proclamada por Jesús.
Sumario
CAPITULO XI
KARMA
Karma es una palabra poco
familiar a los oídos de los Occidentales. Este es el nombre adoptado por los
Teósofos del siglo diecinueve para designar una de las más importantes leyes de
la naturaleza. Incesante en su funcionamiento, esta ley actúa contínuamente
sobre los sistemas planetarios, razas, naciones, familias e individuos. Esta es
la doctrina compañera inseparable de la Reencarnación. Estas dos leyes están
tan intrincadamente entrelazadas, que es casi imposible tratar particularmente
de una de las dos. Ningún sitio, ni ningún ser en el universo está exento de la
acción de la ley de Karma, sino que todos están bajo su influencia, castigados
por los errores cometidos y sin embargo benéficamente dirigidos a través de la
disciplina, del reposo y de la recompensa, hacia las remotas cumbres de
perfección. Es una ley de tan amplio alcance, abarcando simultáneamente nuestro
ser material y moral, que solamente con la ayuda de abundantes interpretaciones
y explicaciones puede uno transmitir su significado en nuestro propio idioma.
Por esa razón el término Sánscrito Karma fue adoptado para designarla.
Aplicada a la vida moral
del hombre, ésta es la ley de la causalidad ética, de justicia, de recompensa y
de castigo; la causa del nacimiento y del renacimiento; pero al mismo tiempo es
el instrumento para librarse de la reencarnación. Examinada desde otro punto de
vista, Karma es meramente el efecto que emana de una causa, la acción y su reacción,
el resultado exacto de cada pensamiento y de cada acción. Es el acto y el
resultado del acto, porque el significado literal de la palabra es “acción”. La
Teosofía contempla el Universo como un todo inteligente; por lo tanto, todo
movimiento en el Universo es una acción de ese todo conduciendo a resultados,
los cuales de por sí se convierten en las causas de resultados ulteriores.
Viendo ésto ampliamente, los antiguos hindúes dijeron que todos los seres,
hasta el mismo Brahma, están bajo el dominio del Karma.
Karma no es un ser sino una
ley; la ley universal de la armonía, que infaliblemente restituye todo
disturbio al equilibrio. En ésto la teoría está en conflicto con la idea
ordinaria acerca de Dios, basada en el sistema judaico, la cual concibe que el
Todopoderoso, como una entidad pensante, externa al Cosmos, construye, pero
juzga su propia construcción como inarmónica, desproporcionada, errática y
desordenada, y entonces se siente compelido a derribar, destruir o castigar a
aquellos que El mismo ha creado. Este concepto ha obligado a las muchedumbres a
vivir en el temor de Dios, en cumplimiento de sus supuestos mandamientos, y con
el propósito egoísta de obtener recompensa y lograr escaparse de su ira; a
otros los ha arrojado dentro del abismo tenebroso que surge de la negación de
toda vida espiritual. Pero como todo ser humano reconoce palpablemente, o más
bien penosamente, que hay una destrucción constante dentro y alrededor de
nosotros, una lucha contínua no sólo entre los hombres sino en todas partes, a
través de todo el sistema solar, causando pesadumbres en todas direcciones, la
razón demanda una solución a este enigma.
Los pobres, quienes no encuentran refugio ni esperanza, imploran a
gritos a un Dios que jamás responde, y es así que la envidia surge dentro de
ellos cuando observan el bienestar y las oportunidades de los ricos. Ellos ven
los ricos libertinos, los adinerados sin tino que se divierten y gozan
impunemente. Volviéndose a los
instructores religiosos, en su indagación concerniente a la justicia que
permite tal miseria a seres que nada hicieron para merecer el haber nacido sin
recursos, sin oportunidad de educación, sin capacidad intelectual de trascender
los obstáculos sociales, raciales o circunstanciales, ellos reciben la respuesta
de que “Esa es la voluntad de Dios”. Padres que engendran bienamados retoños
segados por la muerte en horas prematuras, justo en el mismo momento en que
todo iba bien. Ellos tampoco reciben ninguna otra respuesta a la pregunta de
¿por qué me llega a mí esta aflicción?, sino la misma referencia ilógica a un
Dios inaccesible cuya arbitraria voluntad es la causa de sus sufrimientos. Y
así en todas las circunstancias de la vida, la pérdida, la herida, la
persecución, la carencia de oportunidades, las fuerzas mismas de la naturaleza
destrozando la felicidad del hombre, la muerte, las vicisitudes, las
desilusiones, contínuamente asedian a los hombres buenos y malos a la vez. Pero
en ninguna parte se encuentra una respuesta correcta o un alivio, excepto en la
antigua verdad de que cada hombre es el creador y arquitecto de su propio
destino; el único que pone en movimiento las causas de su propia felicidad y
miseria. En una vida él siembra y en la siguiente recoge su recompensa. Así
pues, y por siempre, la ley de Karma conduce y guía al hombre. Karma es una ley benéfica enteramente
compasiva, implacablemente justa, porque la misericordia verdadera no es favor,
sino justicia imparcial.
“¡Hermanos míos! : la vida de
cada hombre
consecuencia de su anterior
vivir es.
Los pasados errores traen
pesares e infortunios.
El pasado bien trae
bienaventuranza...!
Esta es la doctrina del
karma”1 .
¿Pero de qué manera es la
vida presente afectada por esa justa y errada acción pasada? y ¿es la vida
siempre afectada solamente por castigos o penitencias? ¿Es el Karma simplemente
la predestinación bajo otro nombre, un destino previamente señalado y
formulado, del cual no hay escape posible y el que por tanto pudiera hacemos
descuidados de acción o pensamiento ya que el destino no puede ser cambiado? El
Karma no es fatalismo. Todos los actos cometidos en un cuerpo anterior
transmiten consecuencias que en la nueva encarnación el Ego ha de gozar o de
sufrir, porque según dijo San Pablo: “Hermanos míos, no os engañéis; Dios jamás
es burlado, porque sea lo que fuere que el hombre siembre, eso mismo ha de
cosechar”. Porque el efecto está ya en la causa, y el Karma produce la
manifestación de ésto en el cuerpo, el cerebro, y la mente como proporcionados
por la reencarnación; y así como una causa creada por una persona está
especialmente relacionada a ella como el origen del cual ésta surgió, de igual
manera cada cual experimenta los resultados de sus propias acciones. A veces
nos parece recibir los efectos únicamente de las acciones de otros; pero ésto
es en realidad el resultado de nuestras propias acciones y pensamientos en la
presente o en alguna vida previa. Siempre ejecutamos nuestras acciones en
asociación con otros, y esos actos, junto con sus pensamientos subyacentes,
están siempre relacionados con otras personas además de nosotros mismos. No hay acción alguna ejecutada que
originalmente no tenga un pensamiento en su raíz, bien sea en el momento mismo
de su ejecución o en el camino hacia ella.
Estos pensamientos están alojados en esa parte del hombre que nosotros
hemos denominado Manas - la mente -, y allí permanecen como eslabones sutiles
pero poderosos, con hilos magnéticos que entretejen todo sistema solar, y a
través de cuyos efectos son manifestados. La teoría avanzada en las páginas
anteriores, de que el sitema completo, al cual este globo pertenece, está
viviente y consciente en cada plano celeste, aunque únicamente mostrando
autoconsciencia en el hombre, entra en juego aquí para explicar cómo el
pensamiento que genera la acción en esta vida puede causar resultados
consecuentes en ésta o en una próxima encarnación. Los maravillosos
experimentos modernos del hipnotismo, demuestran que la más ligera impresión,
no importa que haya ocurrido en un pasado lejano en la historia de la persona,
puede presentarse en su vida actual, comprobando así que las imágenes mentales
jamás se pierden, sino que permanecen latentes.
Tómese por ejemplo el caso de un niño que nace jorobado y muy corto de
estatura, la cabeza sumida entre los hombros, los brazos largos y las piernas
cortas. ¿Por qué es ésto? Es su propio Karma, la consecuencia de sus mismos
pensamientos y acciones en una vida anterior. El ultrajó, persiguió, o en otras
formas injurió a alguna persona contrahecha, con tanta persistencia o violencia
como para grabar en su propia mente inmortal la imagen deforme de su víctima.
Porque en proporción a la intensidad de su pensamiento será la intensidad y la
profundidad de la imagen. Esto es exactamente similar a la exposición de la
placa fotográfica sensibilizada, que según sea la exposición larga o corta, la
impresión sobre la placa será intensa o débil. Así, este pensador y actor - el
Ego -, al regresar al nacimiento trae consigo esta imagen, y si la familia a la
cual él es atraído al encarnar tiene tendencias físicas similares en sus genes,
la imagen mental induce al cuerpo astral en vía de desarrollo morfológico, a
tomar un aspecto deforme por ósmosis electro-magnética a través de la madre. Y
como todos los seres sobre la tierra están indisolublmente enlazados, la
criatura contrahecha es al mismo tiempo el karma de sus padres y la
consecuencia exacta de las acciones y pensamientos similares de su parte
durante otra vida. Aquí tenemos pues una
justicia tan precisa como ninguna otra teoría puede ofrecernos.
Ampliando el caso
precitado, simplemente con el propósito de elucidarlo, debemos observar que a
menudo vemos a un ser humano contrahecho poseyendo una disposición feliz y
amable, de gran talento, sano juicio, y toda clase de buenas cualidades
morales; este mismo incidente nos guía hacia la conclusión de que el karma debe
ser de varias clases diferentes en cada caso individual, y también opera
evidentemente en más de un aspecto o subdivisión de nuestro ser, con la
posibilidad de producir efectos gratos en una parte de nuestra naturaleza y
desagradables en otra.
Existen tres clases de
Karma:
Primero - Karma que no ha
comenzado a producir ningún efecto en nuestra vida, debido al funcionamiento
actual de algunas otras causas kármicas. Esto acontece bajo una ley bien
conocida entre los físicos, en que dos potencias opuestas propenden a
neutralizarse y que una de las fuerzas puede ser suficientemente poderosa como
para impedir interinamente el funcionamiento de la otra. Esta ley opera en las
esferas invisibles, mentales y kármicas del ser, lo mismo que en los planos
materiales. La fuerza de un cierto grupo de facultades físicas, mentales y
psíquicas, con sus tendencias correspondientes, pueden impedir totalmente la
operación en nosotros de las causas con las cuales estamos conectados, porque
la naturaleza entera de cada persona toma parte en la ejecución de esta ley.
Así es que los débiles y los mediocres proveen un foco débil para el Karma, y
en ellos el resultado general del curso de una vida es limitado, aunque ellos
pueden considerarlo todo como Karma fuerte y pesado. Pero la persona que tiene
un carácter amplio y hondo y mucho vigor, sentirá los efectos del
funcionamiento de una dosis mayor de karma que la persona de un carácter más
débil.
Segundo - El karma que
nosotros estamos haciendo ahora o acumulado con nuestros pensamientos y
acciones, y el cual operará en el futuro, cuando el cuerpo, la mente y el
ambiente apropiados sean adquiridos por el Ego encarnante en alguna otra vida,
o cuando el karma obstaculizante quede eliminado. Esto pesa tanto en la vida presente como en
la próxima. Porque uno puede en esta vida llegar a un momento crítico, en que
encontrándose las causas anteriores ya cumplidas, el karma nuevo o ese Karma que
está pendiente debe comenzar a operar.
Bajo esta categoría están
esos casos en que los hombres tropiezan con imprevistos reveses de fortuna, o
cambios en el sentido de mejoramiento, bien sea de circunstancias o de
carácter. Un factor muy importante con relación a ésto es el de nuestra
presente conducta. Mientras el karma del pasado debe agotarse y no puede ser
detenido, es sabio y juicioso por parte del hombre el pensar y actuar de tal
forma bajo las circunstancias actuales, sin importar lo que fuesen, que él no
cree nuevas causas nocivas o perjudiciales para el próximo renacimiento o para
años más avanzados de la encarnación en curso. La rebelión es inútil, porque la
ley se abre camino ya sea que nos lamentemos o nos regocijemos. De Lesseps, el
gran ingeniero francés, es un excelente ejemplo de esta clase de karma.
Encumbrado en un pináculo de gloria y de proeza durante muchos años de su vida,
cae repentinamente en la ignominia, como consecuencia del escándalo relativo al
Canal de Panamá. Aunque haya sido inocente o culpable, él experimenta la
vergüenza de ver su nombre ligado a una empresa nacional totalmente mancillada
por el soborno y la corrupción, implicando a altos funcionarios públicos. Esto
se debió a la aparición de viejas causas kármicas que actuaron sobre él, en el
mismo instante en que esas otras causas que habían gobernado sus años
anteriores fueron agotadas. Napoleón I es otro prototipo, porque también
alcanzó un grado muy alto de gloria, pero precipitadamente cayó y murió en el
destierro y en la desgracia. Muchos otros casos llegarán el conocimiento de
todo lector reflexivo.
Tercero - El karma que ha
comenzado a producir resultados. El karma que está operante en nosotros ahora,
en esta vida, habiendo sido establecidas las causas en vidas anteriores en
compañía de otros Egos. Y está operante ahora porque, siendo el más adaptado a
la genealogía familiar, al cuerpo individual, cuerpo astral y a las tendencias
de la raza de esta encarnación, esta clase de Karma se manifiesta claramente,
mientras que todo otro karma aún en reserva aguarda su turno natural.
Estas tres clases de karma
gobiernan a los hombres, a los animales, a los mundos y a los períodos de
evolución. Cada efecto emana de una causa precedente, y como todos los seres
renacen constantemente, ellos están contínuamente experimentando los efectos
(los cuales son en sí mismos causas) de sus pensamientos y acciones en una
anterior encarnación. Así pues, como dice San Mateo, cada cual responde por
cada palabra y por cada pensamiento; nadie puede escapar por medio de
plegarias, ni de favores, ni de violencia, ni de ningún otro
intermediario. Ahora bien, como las
causas kármicas se dividen en tres clases, las mismas deben tener campos
diversos para su operación. Esas causas operan sobre el hombre en su naturaleza
mental e intelectual, en su naturaleza psíquica o almática, y en su cuerpo y
circunstancias. La naturaleza espiritual del hombre jamás es afectada o
gobernada por el karma.
Un tipo de karma puede
actuar simultáneamente y con la misma intensidad sobre los tres planos
mencionados de nuestra naturaleza, o puede que haya una mezcla de causas,
algunas sobre uno de los planos, las otras sobre otro. Tomemos el caso de una
persona físicamente deforme que posee una fina mente (plano mental) y una
deficiencia en su naturaleza almática. En este caso un karma punitivo o
desagradable está operando sobre su cuerpo, mientras que en su naturaleza
mental e intelectual, un karma bueno está siendo experimentado, pero
psíquicamente, el karma o la causa, siendo de una clase indiferente, desarrolla
un resultado indiferente. En otras personas aparecen otras combinaciones. La
persona tiene un fino cuerpo y disfruta de circunstancias favorables, pero su
carácter es hosco, enojadizo, irritable, vengativo, mórbido, y desagradable
tanto para sí mismo como para los que le rodean. En este caso, un buen karma
corporal está en operación con un mal karma mental, intelectual y psíquico.
Casos individuales vendrán a la memoria de los lectores acerca de personas
nacidas en una eminente posición, con todas las oportunidades y poderes que se
puedan desear y que no obstante son retardados o de repente pierden sus
facultades mentales. Y así, como todos
estos aspectos de la ley kármica tienen predominio sobre el hombre individual,
de igual modo esos aspectos funcionan sobre las razas, las naciones y las
familias. Cada raza tiene su karma en conjunto. Si el karma es bueno, esa raza
marcha hacia adelante; pero si el karma es malo, se extingue aniquilada como
una raza, aunque las almas que la constituyen recomienzan su karma en otras
razas y en otros cuerpos. Las naciones no pueden eludir su Karma nacional, y
cualquier nación que haya actuado inícuamente sufrirá consecuencias similares
en épocas venideras, ya sea tarde o temprano. El Karma de Occidente del siglo
diecinueve es el karma de Israel, porque aún el novicio puede discernir que la
influencia mosáica es la más preponderante en las naciones europeas y
americanas. Los antiguos Aztecas y otras antiguas razas de las Américas, se extinguieron
porque su propio karma - el resultado de sus propias vidas como naciones en el
pasado - se precipitó sobre ellos y los aniquiló. Con respecto a las naciones,
este duro proceso del karma se manifiesta siempre por medio de hambre, guerras,
cataclismos de la naturaleza, y la infecundidad de las mujeres de esas
naciones. Este último acontecimiento prevalece casi al final de la jornada y
barre todo el remanente de sobrevivientes. El individuo que forma parte de una
raza o de una nación, es prevenido por esta gran doctrina, de que si él cae en
la indiferencia de pensamiento y acción, amoldándose de este modo dentro del
promedio kármico general de su raza o de su nación, ese karma nacional y racial
lo arrastrará a él finalmente dentro del destino general. Es por ésto que los
instructores de antaño exclamaron: “Salid de inmedio de entre ellos y
apartaos”.
Junto con la reencarnación,
la doctrina del karma explica la miseria y el sufrimiento del mundo, y no queda
campo para acusar a la Naturaleza de injusticia alguna.
El sufrimiento de toda
nación o raza es el resultado inmediato de los pensamientos y de las acciones
de los Egos que componen esa raza o nación. En el sombrío antaño esos Egos se
comportaron inicuamente y ahora sufren; pues sucede que violaron las leyes de
armonía en la naturaleza. La ley inmutable es que la armonía tiene que ser
restablecida en caso de haber sido quebrantada. Así es que estos Egos sufren
durante el proceso de compensación y de estabilizar el equilibrio del cosmos
oculto. El conjunto entero de Egos debe continuar encarnando y reencarnando en
esa nación o en esa raza, hasta que todos hayan agotado completamente las
causas kármicas sembradas. Aunque la nación por un intervalo de tiempo puede
desaparecer como una cosa física, los Egos que la desarrollaron no abandonan
las esferas del mundo, sino que emergen de nuevo como los constructores de una
nueva nación, dentro de la cual, deben continuar su labor y aceptar su castigo
o su recompensa, según concuerde con su karma. Los Egipcios de la antigüedad
ofrecen un ejemplo de esta ley. Ellos se elevaron ciertamente a un alto nivel
de desarrollo, como indudablemente también fueron extinguidos como nación. Pero
las almas - los Egos - sobreviven y están ahora realizando su propio y merecido
destino, en alguna nación de nuestra época. Esa puede ser una nueva nación
Americana, o los Judíos, predestinados a rodar por el mundo y a sufrir mucho a
manos de otros. Este proceso es perfectamente justo. Tomemos como ejemplo, los Estados Unidos de
América y los Indios Pieles Rojas, estos últimos han sido tratados
ignominiosamente por la nación norteamericana.
Los Egos indios serán reincorporados dentro de las familias de estos
conquistadores, y como miembros de esa gran familia ellos mismos serán los instrumentos
para inducir los efectos apropiados a tales actos como los perpetrados contra
ellos cuando sus cuerpos eran indígenas. Así pues, ésto ha acontecido
anteriormente y así mismo acontecerá nuevamente.
La infelicidad individual
durante una vida cualquiera se explica de esta manera:
(a) la infelicidad es el castigo merecido por las malas acciones
cometidas en vidas precedentes; o (b) es una disciplina que el Ego se ha
suministrado con el propósito de eliminar los defectos o de adquirir fortaleza
y compasión. Una vez que los defectos quedan eliminados, el resultado es como
el de eliminar la obstrucción en un canal de irrigación, que deja así que el
agua circule libremente. La felicidad se explica de la misma manera: como el
resultado de acciones virtuosas, sembradas en encarnaciones pasadas. La base científica, y que se explica a sí
misma, de la verdadera ética, se encuentra en estas dos doctrinas precitadas, y
en ninguna otra. Pues si la ética verdadera va a ser practicada tan sólo por sí
misma, los hombres no verían su porqué y no podrían discernir jamás la razón
por la que deben durante su vida practicar únicamente el bien. Si los
principios éticos van a ser obedecidos solamente por temor a represalias, el
hombre se envilecerá, y tratará indudablemente de encontrar la manera de
eludirlos; si el amparo del Todopoderoso, no basado en la ley o la justicia,
fuera la razón, tendremos entonces precisamente lo que prevalece actualmente -
un código suministrado al Occidente por Jesús, profesado por las naciones pero
jamás practicado excepto por unos cuantos seres que serían virtuosos de todas
maneras. Sobre ésto los Adeptos han
escrito lo siguiente, que encontramos en la “Doctrina Secreta”:2 .
“No serían los medios
del Karma inescrutables si los hombres trabajasen en
unión y en armonía, en
lugar de en la desunión y la lucha. Porque nuestra
ignorancia de esos
medios - que una parte de la Humanidad llama los caminos
oscuros e intrincados
de la Providencia, mientras otra ve en ellos la acción
de un ciego fatalismo,
y una tercera la simple casualidad, sin Dioses ni
Demonios que la guíen -
desaparecería seguramente si la atribuyésemos por
completo a su causa
exacta. Con conocimientos real, o por lo menos con una
convicción firme de que
nuestros prójimos no se esforzarían en hacernos más
daño a nosotros de los
que nosotros pensemos en hacerles a ellos, las dos
terceras partes del mal
en el mundo se desvanecerían. Si ningún hombre
perjudicara a su
hermano, Karma-Némesis no tendría ni motivo ni armas para
obrar... Con nuestras
propias manos trazamos diariamente las tortuosidades de
nuestro destino, al
tiempo que creemos seguir la línea recta en el camino de
la respetabilidad y el
deber, y luego nos quejamos porque tales caminos son
obscuros e intrincados.
Nos desconcertamos ante un misterio elaborado por
nosotros mismos y
enigmas de la vida que no queremos resolver, y luego
acusamos a la gran
esfinge de devorarnos. Pero a la verdad, no hay un sólo
accidente en nuestras
vidas, ni un infortunio, ni una desgracia, cuya causa no
pueda ser atribuída a
nuestras propias acciones en esta o en otra vida... El
conocimiento del Karma
de la convicción de que si
“la virtud en la miseria y
el vicio triunfante
hacen a la Humanidad atea,
es solamente porque la
Humanidad ha cerrado los ojos a la gran verdad de que
el hombre es de por sí
su propio salvador y su propio destructor; y que él no
tiene que acusar al
Cielo ni a los Dioses, al Destino ni a la Providencia, de
la injusticia aparente
que reina en la humanidad; sino más bien que tenga
presente y repita el
siguiente fragmento de sabiduría griega que previene al
hombre de abstenerse de
acusar a Aquello que,
“Justo, aunque
misterioso, nos conduce infaliblemente por caminos
desconocidos, de la
culpa al castigo”,
que son hay los caminos
por los que avanzan las grandes naciones Europeas. Cada nación y tribu de los arios
occidentales, así como sus hermanos orientales de la Quinta Raza, ha tenido su
Edad de Oro y su Edad de Hierro, su período de relativa irresponsabilidad, o su
Edad de Satya de pureza, y ahora varias de ellas han alcanzado su Edad de
Hierro, el Kali Yuga, una edad ennegrecida de horrores. Esta situación
continuará... hasta que nosotros comencemos a actuar de acuerdo con nuestra
naturaleza interior, en lugar de someternos a los impulsos que proceden del
exterior... Hasta entonces, el único paliativo es la unión y la armonía, una
Fraternidad in actu y en altruismo, no simplemente de palabra”.
1 La Luz de Asia, por
Edwin Arnold.
2 D.S. Vol. I, p.
643. Edición original en inglés.
Sumario
CAPITULO XII
KAMA - LOKA
Consideremos ahora los
estados del hombre después de la muerte del cuerpo físico y antes del
nacimiento, habiendo ya examinado de una manera general todo el campo de la evolución
de las cosas y de los seres. Esto de inmediato suscita las siguientes
preguntas: ¿Existe en realidad un cielo o un infierno, y qué son éstos? ¿Son
estados de conciencia, o lugares? ¿Puede encontrarse un lugar en el espacio en
donde los mismos puedan ser localizados y a los cuales nosotros vamos, así como
de donde también venimos? Debemos también retroceder al tema del cuarto
principio de la constitución del hombre, o sea el de los deseos y de las
pasiones, que en el idioma Sánscrito se denomina Kama. Tomando en consideración
lo que se dijo acerca de ese principio y también la teoría relacionada del
cuerpo astral y de la Luz Astral, nos será más fácil comprender las enseñanzas
acerca de estos dos estados, el Ante-Mortem y el Post-Mortem. En orden cronológico,
primero nos dirigimos al Kama-Loka - o la esfera del deseo - por la defunción
del cuerpo, y entonces los principios superiores, o sea el verdadero hombre,
caen en estado de Devachán. Después de haber discutido el tema de Kama-Loka,
nos será más fácil investigar el tema del Devachán. El hálito abandona el cuerpo y decimos que el
hombre ha muerto, pero ésto es sólo el comienzo de la muerte, porque ésta
prosigue su curso en otros planos.
Cuando la forma corporal ya está rígida y los ojos cerrados, todas las
fuerzas del cuerpo y de la mente se precipitan a través del cerebro, y por
medio de una serie de impresiones o imágenes la vida entera que acaba de
terminar queda indeleblemente grabada en el hombre interno, no solamente en una
forma general, sino también hasta en los más mínimos y fugaces detalles. En
este momento, aunque todos los indicios conducen al médico a pronunciar la
muerte y aunque a primera vista y para todo fin la persona está muerta, el
hombre verdadero, el Ego, está actuando intensamente en el cerebro y hasta que
esta tarea esté terminada no debería decirse que la persona ha fallecido en
realidad. Cuando esta labor solemne se ha realizado, el cuerpo astral se
desprende del cuerpo físico, y como la energía vital se ha separado, los cinco
principios restantes pronto se encuentran dentro del estado llamado
Kama-Loka. La separación natural de los
principios, ocasionada por la muerte físic divide al hombre en tres partes:
Primero: El cuerpo visible
que con todos sus elementos es abandonado para su completa disgregación en el
plano terrestre, en donde todos los rudimentos de que el mismo se compone, con
el tiempo se dispersan entre las diferentes divisiones físicas de la
naturaleza.
Segundo: El Kama-Rupa, que se
compone del cuerpo astral y de las pasiones y deseos, que de inmediato también
comienzan a disgregarse sobre el plano astral.
Tercero: El hombre verdadero, la suprema Triada Atma-Buddhi-Manas,
inmortal, ahora fuera de las condiciones terrestres y carente de cuerpo físico,
comienza su función en Devachán sólo como una mente cubierta con una vestidura
muy etérea, la cual él descartará cuando le llegue la hora del retorno hacia la
esfera terrestre.
El Kama-Loka, o la sede de
los deseos, es la región astral que penetra y circunda la tierra. Como sitio,
Kama-Loka se encuentra en, sobre, y alrededor de la tierra y su extensión
alcanza a una distancia definida sobre la tierra, pero las leyes ordinarias que
aquí prevalecen no rigen allí, y las entidades que allí dentro residen, no
están sujetas a las mismas condiciones que nosotros con respecto al espacio y
al tiempo. Como un estado o condición, es metafísico, aunque lo metafísico
concierne al plano astral. Se le ha llamado el plano del deseo porque se
relaciona con el cuarto principio, y en él, la fuerza predominante es la del
deseo exento y separado de la inteligencia. Kama-Loka es una esfera astral
intermedia entre la vida terrestre y la celeste. Sin duda alguna, éste es el
origen de la doctrina Cristiana del purgatorio, en donde el alma sufre su
penitencia por los pecados cometidos y de los cuales puede ser redimida por
medio de plegarias y otras ceremonias u ofrendas. El hecho real tras de esta
superstición, es que el alma puede ser retenida en Kama-Loka por la enorme
fuerza de algún deseo aún no satisfecho y por lo que no puede liberarse de la
vestidura astral y kármica, hasta que tal deseo haya sido satisfecho por algún
otro ser sobre la tierra o por el alma misma. Pero si la persona era de
pensamientos puros y elevados y de nobles aspiraciones, la separación de los
principios sobre ese plano se completa con rapidez, permitiendo de esta manera
que la triada superior entre al plano de Devachán. Esta esfera es puramente
astral y participa de la naturaleza de la materia astral, la cual es
esencialmente terrestre y satánica, y en donde todas las fuerzas funcionan sin
ser dirigidas por el alma o la conciencia.
Kama-Loka es, por decirlo
así, el foso de escorias de la gran caldera de la vida, donde la naturaleza provee
los medios para la eliminación de los elementos que no tienen cabida en
Devachán, y por esa razón debe haber diversos niveles o grados en Kama-Loka,
cada uno de los cuales era conocido por los antepesados. En el idioma
Sánscrito, se les ha dado a estos grados el nombre de Lokas, o localidades en
el sentido metafísico. La vida humana es muy variada en lo que toca al carácter
y a otras potencialidades, y por cada una de estas características se provee el
lugar apropiado después de la muerte, convirtiéndose de esta manera Kama-Loka
en una esfera infinitamente variada.
Durante la vida, algunas de las diferencias que existen entre los
hombres son modificadas y otras inhibidas por una semejanza de cuerpo y rasgos
hereditarios; pero en Kama-Loka todas las pasiones y deseos escondidos son
desencadenados a consecuencia de la ausencia del cuerpo físico, y por esa razón
ese estado es mucho más diversificado que el plano de la vida física. No sólo
es necesario considerar las variedades y diferencias naturales, sino también
las ocasionadas por la manera de morir, acerca de lo cual se hará referencia
más adelante. Todas estas divisiones no son sino el resultado natural de los
pensamientos de la vida, y de los últimos pensamientos de las personas que
mueren sobre la tierra. El proveer una
descripción de todos estos niveles sobrepasa los límites de esta obra, ya que
serían necesarios varios tomos para describirlos y, además, pocos lo
comprenderían.
Al tratar sobre el tema de
Kama-Loka nos vemos obligados a tratar también acerca del cuarto principio en
la clasificación de la constitución del hombre, y ésto crea un conflicto con
las ideas y educación modernas acerca de los deseos y las pasiones.
Generalmente se supone que estos deseos y pasiones son tendencias innatas en el
individuo y en el estudiante común, y como tales ofrecen una apariencia
enteramente vaga y confusa. Pero en este sistema filosófico, las pasiones y los
deseos no son inherentes simplemente al individuo, ni tampoco son causados por
el cuerpo mismo. Mientras el hombre reside en la tierra, los deseos y las
pasiones - o sea el principio de Kama - no tienen vida separada del cuerpo
astral y del hombre interno, estando, por decirlo así, esparcidos a través de
su ser. Pero al unirse esas tendencias en fusión con el cuerpo astral después
de la muerte y formar una entidad con su propio término de vida aunque sin el
alma, surgen entonces algunas preguntas.
Durante la vida terrenal,
los deseos y las pasiones están guiados por la mente y por el alma, pero
después de la muerte funcionan sin la dirección de su anterior amo y maestro.
Mientras vivimos, somos responsables de esas tendencias y de sus efectos, y
cuando hemos abandonado esta vida seguimos siendo responsables, aún cuando
estas pasiones continúen funcionando y produciendo efectos sobre otros seres
mientras existan como la entidad antes descrita y sin nuestra directa guía y
control. En ésto se reconoce la continuación de nuestra responsabilidad. Esas
pasiones y deseos forman parte de los Skandas - bien conocidos en la filosofía
oriental - , los cuales son los agregados que constituyen al hombre. El cuerpo
físico incluye un grupo de Skandas, el hombre astral otro, el principio de Kama
es otro grupo y aún otros más, que pertenecen a otras partes. En Kama se encuentran
los Skandas realmente activos e importantes, los que controlan los
renacimientos y conducen a todas las variedades de vida y circunstancias de
cada renacimiento. Estos están siendo producidos de día en día, de acuerdo con
la ley de que cada pensamiento se combina instantáneamente con una de las
fuerzas elementales de la naturaleza, convirtiéndose hasta cierto punto en una
entidad que perdurará tanto como haya sido la intensidad del pensamiento al
momento de partir del cerebro, y todas estas entidades quedan irremisíblemente
conectadas con el ser que las creó. No hay ningún medio de escape; lo único que
podemos hacer es generar pensamientos de buena índole, porque ni aún los más
elevados Maestros están exentos de esa Ley, sólo que ellos “pueblan su corriente
en el espacio” con poderosas entidades capaces únicamente del bien. Ahora bien, en Kama-Loka este conjunto de
deseos y pensamientos sigue existiendo definitivamente hasta su desintegración
total, y entonces el remanente consiste en la esencia de esos Skandas,
conectados desde luego con el ser que los generó. La eliminación de estos Skandas es tan
imposible como borrar el universo. Por lo tanto, éstos, se dice, permanecen
hasta que el ser o Ego emerge del estado de Devachán y entonces,
instantáneamente y de acuerdo con la ley de la atracción, los Skandas son
atraídos hacia el ser, quien con tales Skandas, como gérmenes o base, elabora
para la nueva encarnación una nueva serie de Skandas. Kama-Loka, por lo tanto,
se distingue del plano terrestre por la existencia allí de masas de pasiones y
deseos sin control ni guía; pero al mismo tiempo la vida terrestre es también
un Kama-Loka, puesto que está gobernada mayormente por el principio de Kama, y
continuará siéndolo hasta una fecha remota en el curso de la evolución en que
las razas de los hombres habrán desarrollado los principios quinto y sexto de
su naturaleza, desplazando el principio de Kama hacia su propia esfera de
acción, liberando así la vida terrenal de su influencia. El hombre astral en el plano de Kama-Loka es
simplemente un cascarón sin alma y sin mente, sin conciencia así como también
incapaz de actuar, a no ser que sea vivificado por fuerzas o poderes fuera de
éste. Tiene lo que aparenta ser una conciencia animal o automática debida
enteramente a la muy reciente asociación con el Ego humano. Porque de acuerdo
con los principios presentados en otro capítulo, cada uno de los átomos que
forman parte del hombre posee una memoria capaz de durar por un período de
tiempo proporcional al ímpetu que se le dio. En el caso de una persona muy
materialista y crasa o egoísta, el ímpetu predomina por más largo tiempo que en
cualquier otra, y por consiguiente en ese caso, la conciencia automática
parecerá más definida y desconcertante para quien, sin conocimiento de la
materia, especule con la necromancia. La parte puramente astral de ese cascarón
contiene y lleva los anales de todo lo que ocurrió en presencia de la persona
cuando vivía, porque una de las propiedades de la substancia astral es la de
absorber las escenas e imágenes y las impresiones de todos los pensamientos, y
retenerlos y proyectarlos por reflejo cuando las condiciones lo permiten. Este
cascarón astral arrojado por todo ser humano a su fallecimiento, sería una
amenaza para todos los hombres si no fuera porque en todos los casos, con una
sola excepción que se mencionará más adelante, carece de todos los principios
superiores que son los dirigentes. Pero encontrándose esos principios
dirigentes desunidos del cascarón, éste flota de un lugar a otro, sin ninguna
voluntad propia sino gobernado enteramente por atracciones en los campos
astrales y magnéticos.
El hombre real, el Ego, a
quien algunas personas dan el nombre de espíritu, puede comunicarse algunas
veces con nosotros inmediatamente después de la muerte y sólo por unos breves
instantes, pero, pasados éstos, el alma no tiene más que hacer con la vida
terrestre, hasta el momento de su subsiguiente reencarnación. Lo que puede influir, y en realidad influye a
los sensitivos y a los médiums desde esta esfera astral, son los cascarones
anteriormente descritos. Sin alma y conciencia, estos cascarones astrales no
son bajo ningún concepto los espíritus de nuestros difuntos. Ellos son ropajes
y envolturas desechados por el hombre interno; son la parte crasa y terrestre
descarrados por los antiguos como demonios - nuestros demonios personales - por
ser esencialmente astrales, terrestres y pasionales. En realidad sería
sorprendente, si este cascarón, después de haber sido por tantos años el
vehículo del hombre verdadero, o Ego sobre la tierra, no retuviera una memoria
y conciencia automáticas. Como podemos observar, el decapitado cuerpo de una
rana o gallina, por un cierto tiempo puede actuar y moverse con una vida e
inteligencia aparentes; ¿por qué no va a ser posible, para la forma astral, aún
más sutil y delicada, actuar y moverse con una mucho mayor apariencia de
dirección mental? Existentes en la
esfera de Kama-Loka como, por cierto, también en todas partes del globo y del
sistema solar, están los elementales o fuerzas de la todas partes del globo y
del sistema solar, están los elementales o fuerzas de la naturaleza. Estas
entidades son innumerables y sus subdivisiones son casi infinitas, siendo, en
cierto sentido, como los nervios de la naturaleza. Cada clase tiene su propia
función o trabajo, lo mismo que lo tiene cada elemento o cada cosa en la
naturaleza. Lo mismo que el fuego quema y el agua corre cuesta abajo y no hacia
arriba de acuerdo con su propia ley natural, de la misma manera los elementales
actúan y funcionan bajo ley, pero como se encuentran en un grado de evolución
más elevado que el del fuego y del agua de nuestro ambiente, la acción de esos
elementales parece guiada por la mente. Algunos de ellos tienen una especial
relación con las actividades mentales y con el funcionamiento de los órganos
astrales, estén estos órganos unidos o no, a un cuerpo físico. Cuando un médium forma el canal, y también en
el caso de otro tipo de coordinaciones naturales, estos elementales establecen
una conexión artificial con el cascarón astral de una persona fallecida, con la
ayuda del fluido nervioso del médium y de otras personas que le rodeen; el
cascarón se galvaniza y adquiere una vida artificial. A través del médium se
establece entonces una conexión con las fuerzas físicas y psíquicas de todos
los concurrentes. Viejas impresiones e imágenes latentes en el cuerpo astral
transfieren las imágenes a la mente del médium, las viejas pasiones se
encienden y se enardecen de nuevo.
Numerosos mensajes y relatos son obtenidos por medio de este proceso,
pero ni uno solo de esos mensajes es original; ni uno solo dimana del espíritu.
Por lo extraño de esos mensajes y a consecuencia de la ignorancia de las
personas que a menudo se envuelven en esas prácticas, esta experiencia es
tomada erróneamente como obra del espíritu, pero toda ella procede de seres
vivientes, cuando no simplemente de fragmentos recogidos en la Luz Astral,
obteniendo imágenes de lo que ya ha ocurrido en el pasado. En ciertos casos,
que serán citados, se encuentra funcionando detrás una inteligencia que es
total e intensamente perversa, a la cual todo médium está expuesto, lo cual
explica por qué tantos de esos médiums han sucumbido al mal, según ellos mismos
han confesado. Una breve clasificación
de estos cascarones que visitan e influyen a los médiums se da a continuación.
1)Los cascarones de las
personas recientemente fallecidas, cuya sepultura se encuentra a una distancia
no muy lejana. Los cascarones de esta clase serán completamente coherentes, de
acuerdo con la vida y los pensamientos de sus dueños anteriores. Una persona no
materialista, buena y espiritualizada, desecha un cascarón que rápidamente se
disgrega. El cascarón de una persona crasa, vil, egoísta y materialista será
pesado, consistente y de larga vida; y así sucesivamente con todas las
variedades.
2) Los cascarones de las personas que hayan fallecido a una distancia
lejana del lugar en donde el médium se encuentra. El transcurso del tiempo le
permite a tales cascarones escaparse de la cercanía de sus viejos cuerpos, y al
mismo tiempo induce un grado más rápido de desintegración, el cual corresponde
en el plano astral a la putrefacción del plano físico. Estos cascarones son
indistintos, tenebrosos e incoherentes; responden brevemente al estímulo
psíquico, y son fácilmente barridos y arremolinados por cualquier corriente
magnética. Ellos son galvanizados por un instante por las corrientes astrales
del médium y de las personas que toman parte en la sesión y están emparentados
con el difunto.
3) Los restos o reliquias puramente nebulosos, difícilmente pueden ser
clasificados. No hay vocablos en nuestro idioma para describirlos, aunque tales
restos son realidades en esta esfera. Se podría decir que estos restos
nebulosos son meramente el molde o la impresión dejada en la materia astral de
lo que fue una vez el cascarón coherente y ya por largo tiempo disgregado.
Estos están, por lo tanto, tan cerca de considerárseles ficticios, que casi se
merecen esa designación. Tales fotografías nebulosas son amplificadas,
decoradas, y dotadas de vida imaginaria por los pensamientos, deseos,
esperanzas e imaginaciones de los médiums y de los concurrentes a la reunión
espiritista.
4) Las entidades definidas y coherentes, almas humanas despojadas del
vínculo espiritual, dirigiéndose ahora hacia abajo, al peor de todos los
estados, el Avitchi, en donde la aniquilación de la personalidad es la
conclusión. Estas entidades son conocidas como magos negros. Habiendo
centralizado su conciencia en el principio de Kama, conservado su intelecto y
habiéndose divorciado del Espíritu, ellos son en realidad los únicos seres
malditos que conocemos. Durante las vidas poseyeron cuerpos humanos, y
arribaron a su horrendo estado a consecuencia de persistentes vidas de maldad por
la maldad misma; algunos de estos seres ya condenados a convertirse en la clase
de entidades que hemos descrito, se encuentran entre nosotros sobre la tierra
hoy en día. Estas entidades no son cascarones ordinarios, porque ellos han
centralizado toda su fuerza en Kama, han expelido toda chispa de pensamiento
virtuoso o aspiración elevada, y poseen una maestría completa de la esfera
astral. Yo los he clasificado dentro de la categoría de cascarones, porque son
tales en el sentido de que los otros cascarones están condenados al mismo fin,
pero sólo de una manera mecánica. Esas entidades negras pueden subsistir y en
realidad subsisten por muchos siglos, gratificando su lujuria por mediación de
todo ser sensitivo a quien ellos puedan asir, cuando los malos pensamientos les
abren las puertas. Estas entidades
presiden en casi todas las sesiones espiritistas, asumiendo nombres ilustres y
haciéndose cargo del manejo de la sesión a fin de retener el control y
continuar la ilusión del médium, proporcionándose así ellos mismos el servicio
de medios apropiados para la satisfacción de sus propios deseos egoístas.
Verdaderamente, con los cascarones de los suicidas, de esos infelices que
mueren en manos de la autoridad, con los de los borrachos y glotones, estos
magos negros que habitan el mundo astral tienen monopolizado el campo de la
mediumnidad física y son capaces de invadir el ambiente de cualquier médium por
bueno que sea. La puerta, una vez abierta permanece abierta para todos. Esta
clase de cascarones ha perdido el Manas superior, pero en la lucha, no sólo
después de la muerte sino también durante la vida, la parte inferior de Manas,
que debió haber sido elevada a la perfección divina, fue arrancada de la
influencia de su Señor y da ahora a esta entidad una inteligencia carente de
Espíritu, pero que es capaz de sufrir, como en realidad sufrirá cuando le
llegue su hora final.
En la esfera de Kama-Loka,
los suicidas y los que repentinamente son despojados de la vida natural a causa
de accidente o de homicidio, bien sea legal o ilegal, pasan allí un período
casi igual a lo que hubiera sido la vida en la tierra a no ser por el violento
desenlace. Estos seres no están en realidad muertos. Para producirse una muerte
normal, debe encontrarse presente un cierto factor que no está aún reconocido
por la ciencia médica. Esto es, los principios que constituyen el ser, según ha
sido descrito en otros capítulos, tienen su propio período de cohesión, a cuya
conclusión natural éstos se separan unos de otros en virtud de sus propias leyes.
Esto implica el gran tema de las fuerzas coherentes del ser humano, tema que
requeriría un libro por separado para ser explicado. Debo limitarme, por tanto, a aseverar que
esta ley de cohesión prevalece en medio de los principios humanos. Antes de esa
conclusión natural los citados principios no pueden ser separados.
Evidentemente, la destrucción normal de la fuerza cohesiva no puede ser
efectuada por medio de procesos mecánicos con la sola excepción del cuerpo
físico. Por lo tanto un suicida, o persona que muere a consecuencia de un
accidente o es asesinada a manos de un hombre o por mandatos de las leyes
humanas, no ha llegado a la conclusión natural de la cohesión entre sus
elementos constituyentes, y es precipitado hacia el Kama-Loka simplemente en un
estado de muerte parcial. Allí los principios sobrevivientes tienen que
permanecer hasta que la conclusión del período real y natural de la vida se
haya completado, bien sea ese período un mes o sesenta años. Sin embargo, los diversos niveles o subplanos
del Kama-Loka proporcionan los medios para todas las variedades de cascarones
recién mencionados. Algunos de ellos se pasan todo el período en un gran
sufrimiento, otros en una especie de sueño ilusorio, cada uno de acuerdo con su
responsabilidad moral. Pero los criminales ejecutados son generalmente
arrancados de esa vida llenos de odio y de deseos de venganza, dolorosamente
afectados por un castigo cuya justicia no pueden admitir. En Kama-Loka esos
desdichados están siempre reviviendo su crimen, su juicio, su ejecución y su
venganza. Así, cuando quiera que ellos logran ponerse en contacto con un ser
viviente sensitivo, bien sea éste un médium o no, procuran inyectar
pensamientos homicidas y de crímenes en el cerebro de esos otros desdichados. Y
de que esas entidades tienen a menudo éxito en tales tentativas, los
estudiantes avanzados de Teosofía lo saben muy bien. Hemos llegado ahora a la esfera del Devachán.
Después de un cierto tiempo en Kama-Loca, el ser cae dentro de un estado de
inconsciencia, el cual antecede a la transición hacia el próximo estado. Este
proceso es similar al del nacimiento a la vida, que tiene como preludio un
período tenebroso de un pesado sueño. El ser despierta entonces a la gloria del
Devachán.
Sumario
CAPITULO XIII
DEVACHAN
Habiendo ya mostrado que
justamente más allá del umbral de la vida humana existe un lugar de
disgregación en donde la parte superior del hombre es separada de sus elementos
brutos e inferiores, pasamos a examinar lo que en realidad es, después de la
muerte, el estado o condición del verdadero ser, ese ser inmortal que viaja de
vida en vida. Esforzándose para liberarse del cuerpo físico, el hombre todo
entra en Kama-Loka, en el purgatorio, donde nuevamente lucha y se desliga por
sí mismo de los Skandas inferiores. Una vez terminado este período de
nacimiento, los principios superiores de Atma-Buddhi-Manas comienzan a pensar
de una manera diferente a la que el cuerpo y el cerebro le permitieron durante
la vida. Este es el estado de Devachán, una palabra Sánscrita que significa
literalmente “el lugar de los dioses”, donde el alma goza de plena felicidad;
pero como los dioses carecen de cuerpos como los nuestros, el Yo impersonal en
Devachán está desprovisto de cuerpo mortal.
En los libros antiguos se
ha dicho que este estado perdura “por un número infinito de años”, o “por un
período proporcional a los méritos del ser”; y cuando las fuerzas mentales
peculiares a ese estado han sido agotadas, “el ser es atraído nuevamente hacia
la tierra para renacer en el mundo de los mortales”. El Devachán es por tanto un intermedio entre
nacimientos en la tierra. La ley del Karma, que obliga a todos los seres en
evolución a reencarnar en la tierra, siendo incesante en su funcionamiento y
universal en su alcance, también actúa sobre el ser en Devachán, pues solamente
por la fuerza u operación del Karma somos sacados del Devachán. Este proceso se
asemeja a la presión atmosférica, que siendo continua y uniforme expulsará o
aplastará todo lo que esté sujeto a ella, a menos que haya una fuerza
atmosférica opuesta que compense y neutralice su presión. En el caso presente,
el karma del ser es la atmósfera que continuamente lo impulsa hacia dentro o
hacia fuera, de un estado a otro; la fuerza atmosférica neutralizante es la
fuerza de los pensamientos y aspiraciones del ser durante su vida; la que
impide la salida del ser del estado de Devachán hasta que ese impulso haya sido
extinguido, pero que una vez gastado pierde todo el poder para detener el
decreto del mortal destino que nos hemos auto-creado. La necesidad de este estado después de la
muerte es una de las necesidades de la evolución, emergiendo de la naturaleza
de la mente y del alma. La naturaleza misma de Manas requiere un estado devachánico
tan pronto como el cuerpo físico es descartado, y es simplemente el efecto
producido por la pérdida de los límites impuestos a la mente por sus ropajes
físicos y astrales. Durante la vida no podemos sino hasta cierto punto ejecutar
los pensamientos que a cada instante sobrevienen a la mente, y menos aún
podemos agotar las energías psíquicas generadas por los sueños y aspiraciones
diarias. La energía así generada no se pierde ni se aniquila, sino que se
acumula en Manas, pero el cuerpo físico, el cerebro y el cuerpo astral, no
permiten el pleno desarrollo de esta fuerza. Por lo tanto, retenida latente,
hasta la muerte, esta energía se liberta entonces de sus ya flojas ataduras y
sumerge a Manas, el pensador, dentro de la expansión, uso y desarrollo de la
fuerza mental creada durante la vida. La imposibilidad de escapar de este
necesario estado, yace en la ignorancia del hombre de sus propios poderes y
facultades. De esta ignorancia surge lo ilusorio, y como Manas no está
plenamente emancipada es arrastrada por su propia fuerza hacia el pensar Devachánico.
Pero mientras la ignorancia es la causa que nos lleva a este estado, el proceso
entero es reparador, sosegado y beneficioso, porque si el hombre ordinario
retorna de inmediato a un nuevo cuerpo en la misma civilización que acaba de
abandonar, su alma estaría totalmente exhausta y privada de la oportunidad
necesaria para el desarrollo de la parte superior de su naturaleza. Ahora el Ego desprovisto del cuerpo mortal y
de Kama, se viste en Devachán con un ropaje que no puede ser calificado como cuerpo,
pero que puede ser llamado instrumento o vehículo, y en él funciona en la
esfera devachánica enteramente sobre el plano de la mente y del alma. Entonces
todo parece al ser tan real como nos parece este mundo. Simplemente el Ego
tiene ahora la oportunidad de erigir para sí su propio mundo, sin ser
obstaculizado por las vallas de la vida material. Su estado puede ser comparado
al del poeta o del artista que, ensimismado en el éxtasis de su composición, o
en el arreglo de colores, permanece insensible al transcurso del tiempo o a las
cosas del mundo. Nosotros estamos
generando causas a cada instante, pero sólo dos esferas de acción existen para
la manifestación de los efectos que resultan de esas causas. Estos dos campos de acción son: el objetivo,
como es llamado el mundo que nos rodea, y el subjetivo, ese mundo que existe
tanto aquí como después que hemos abandonado esta vida. El campo objetivo se
relaciona con la vida terrenal y con la parte más crasa del hombre, con sus
acciones corporales y los pensamientos de su cerebro, así como también con su
cuerpo astral. El campo subjetivo tiene relación con sus potencialidades
superiores y espirituales. En el campo objetivo los impulsos psíquicos no
pueden ser realizados, ni tampoco las elevadas tendencias y aspiraciones del
alma; por consiguiente, éstas deben ser la base, la causa, el substrato y el
sostén del estado Devachánico. Entonces,
midiéndolo en años mortales, ¿cuánto tiempo permanecerá uno en el Devachán?.
Esta pregunta, aún cuando se refiere a lo que los hombres del mundo denominan
tiempo, bajo ningún concepto toca el verdadero significado de lo que es el
tiempo mismo, o sea, lo que puede ser en efecto para nuestro sistema solar, el
orden último y fundamental, la precedencia, la sucesión y la duración de los
momentos. Esta es una pregunta que puede ser contestada con respecto a nuestro
tiempo, pero de ningún modo con respecto al tiempo en el planeta Mercurio, por
ejemplo, donde el tiempo no es el mismo que el nuestro, ni, por cierto, con
respecto al tiempo según es concebido por el alma. Con relación a este último,
cualquier hombre puede observar que después de pasados muchos años él no tiene
una percepción exacta del tiempo transcurrido, sino que simplemente es capaz de
identificar algunos de los incidentes que marcaron su paso; y en cuanto a
algunas horas o instantes amargos o afortunados, parece experimentar su
recuerdo como si hubiese sido sólo ayer. Y así, de igual manera, es para el ser
en Devachán. El tiempo allí no existe. El alma disfruta de todo el beneficio de
lo que sucede dentro de sí misma en ese estado, pero no entra en especulación
alguna respecto al transcurso de los momentos; todo está hecho de eventos;
mientras tanto la órbita solar va marcando los años nuestros sobre el globo
terrestre. Esto no puede ser considerado como una imposibilidad si recordamos
cómo, según es bien conocido en la vida, los sucesos, imágenes, pensamientos,
argumentos, sentimientos introspectivos, pasarán todos frente a nosotros en un
instante, como es bien conocido por los que han estado a punto de morir
ahogados, en cuyo incidente los eventos de una vida entera pasan como un
relámpago frente a los ojos de la mente. Pero el Ego permanece, según se ha
dicho ya, en Devachán por un período de tiempo proporcional a los impulsos
psíquicos generados durante la vida.
Ahora bien, siendo éste un
asunto que se relaciona con la matemática del alma, nadie sino un Maestro puede
decir lo que sería el período de estancia en Devachán para el hombre ordinario
de este siglo, en cada lugar de la tierra. Por lo tanto, tenemos que confiar en
los Maestros de Sabiduría con respecto a ese promedio, como quiera que el mismo
debe estar basado en un cálculo. Los Maestros han dicho, como bien lo ha
expresado el señor A.P. Sinnett en su “Budismo Esotérico”, que el período en
cuestión es en general de unos mil quinientos años. Por la lectura de su libro,
que fue escrito basado en cartas procedentes de los Maestros, parece inferirse
que el período devachánico dura quince siglos en todos y cada uno de los casos;
pero con el objeto de desvanecer ese concepto erróneo, sus informantes
escribieron en una fecha posterior, que ése es un período promedio y no un
período fijo. Tal debe ser la verdad, porque como observamos que la opinión de
los hombres difiere en cuanto al largo de los períodos de tiempo en los que
ellos permanecen en cualquier estado mental durante la vida, debido a la
variable intensidad de sus pensamientos, lo mismo debe ocurrir en Devachán,
donde el pensamiento tiene aún mayor fuerza debido al ser que generó esos
pensamientos.
Lo que dijo el Maestro
sobre este tema es lo siguiente: “El sueño del Devachán perdura hasta que el
karma ha sido satisfecho en ese sentido. En Devachán se experimenta un
agotamiento gradual de fuerzas. La permanencia en Devachán es proporcional a
los inagotados impulsos psíquicos generados durante la vida terrestre. Esos
seres cuyas acciones fueron predominantemente materialista, serán atraídos más
pronto hacia el nacimiento por la fuerza de Tanha”. Tanha es el ansia o sed de
vivir. Por tanto, aquél que no haya generado durante su vida muchos impulsos
psíquicos, no tendrá mayor base o fuerza en su naturaleza esencial para
alimentar y mantener sus principios superiores en el Devachán. Casi todo lo que tendrá serán esos impulsos
generados durante su infancia antes de que comenzara a fijar sus pensamientos
en conceptos materialistas. La sed por la vida, expresada por la palabra Tanha,
es la fuerza atrayente o magnética que reside en los Skandas inherentes a todos
los seres. En un caso como éste la regla de promedios no tiene aplicación
puesto que el efecto completo en ambos sentidos se debe a un equilibrio de
fuerzas y es el resultado de acción y reacción. Y este tipo de pensador
materialista puede en sólo un mes surgir del Devachán y entrar aquí en otro
cuerpo físico, dando así paso a las inagotadas fuerzas psíquicas generadas en
la vida anterior. Pero como cada una de tales personas varía en cuanto a la
clase, intensidad y cantidad de pensamientos e impulsos psíquicos, cada uno
puede variar entonces con respecto al tiempo de estadía en Devachán. Los seres
desesperadamente materialistas permanecerán en la esfera devachánica en un
estado de letargo o sueño, podríamos decir, porque carecen de fuerzas
apropiadas y que correspondan a ese estado devachánico, excepto de una forma
muy vaga, y para tales seres puede decirse que no existe estado después de la
muerte en cuanto a la mente concierne. Ellos permanecen aletargados por un
tiempo y entonces encarnan de nuevo sobre la tierra. Este promedio general de
la permanencia en Devachán nos da la duración de un ciclo humano muy
importante, el Ciclo de la Reencarnación. Porque de acuerdo con esta ley se
encontrará que el advenimiento de naciones se repite y que los tiempos pasados
regresan de nuevo con las almas.
Durante la muerte, la
última serie de pensamientos quedan poderosa y profundamente grabados en la
mente y son los que dan el color y la tónica a la vida entera en el Devachán.
El último momento coloreará cada momento subsiguiente. En esos pensamientos se
quedan fijos el alma y la mente, que empiezan a entretejer con ellos una serie
de imágenes y experiencias, desarrollándolas a sus más altos límites y llevando
a cabo todo lo que no pudo realizarse durante la vida. Así, desarrollando y
entretejiendo estos pensamientos, la entidad devachánica experimenta su
juventud, crecimiento y vejez; es decir, el ímpetu ascendente de fuerza, su
expansión y su gradual agotamiento hacia la extinción final. Si la persona ha
llevado un vida insípida sobre la tierra, su estadía en Devachán será
igualmente insípida e incolora; si la vida fue rica e intensa, su Devachán será
igualmente rico en variedad y efectos. La existencia allí no es un sueño, salvo
en un sentido convencional, ya que aquello es todo un escenario de la vida del
hombre y cuando estamos allí esta vida presente es sólo un sueño. La vida allí
no es monótona en ningún sentido. Somos demasiado propensos a juzgar y medir
todos los posibles estados de la vida y todos los campos de experiencia a la
luz de nuestra vida terrenal, y a imaginarnos que ésto es la realidad. Pero la
vida del alma no tiene fin y no puede ser detenida ni por un instante. El
abandono de nuestro cuerpo físico es tan sólo una transición a otro lugar o
plano de existencia. Pero como las etéreas vestiduras del Devachán son más
duraderas que las que usamos aquí, las causas espirituales, morales y psíquicas
tardan más tiempo en desarrollarse y en agotarse en aquel estado que sobre la
tierra. Si las moléculas que forman el cuerpo físico no estuvieran sujetas a
las leyes químicas generales que gobiernan la tierra física, entonces
viviríamos tan largo tiempo en estos cuerpos como lo hacemos en el estado
devachánico. Pero esa vida de interminable tensión y sufrimiento sería más que
suficiente para abatir el alma obligada a sobrellevarla. El placer se
convertiría entonces en tormento y el empalagamiento terminaría en una locura
inmortal. La naturaleza, siempre benévola, nos conduce pronto de nuevo al
cielo, para nuestro reposo y para el florecimiento de lo mejor y lo más noble
que subyace en nuestras naturalezas. El
Devachán, por lo tanto, ni carece de sentido ni es inútil. “En él descansamos;
esa parte de nuestro ser que no pudo florecer bajo los fríos cielos de la vida
terrenal, brota allí en flor para luego retornar con nosotros a la vida
terrenal, fortalecida y siendo más parte de nuestra naturaleza que antes. ¿Por qué quejarse de que la Naturaleza
bondadosamente nos dé ayuda en la lucha interminable?; ¿por qué mantener la mente
meditando acerca de nuestra insignificante personalidad actual y de sus buenas
y malas fortunas?”1 . A veces alguien se
pregunta: ¿y qué pasa con esos seres que dejamos atrás?, ¿los veremos allí? No
los vemos allí de hecho, pero conscientemente nos hacemos sus imágenes tan
llenas, completas y objetivas como en la vida terrestre, y desprovista de todo
lo que entonces juzgamos como imperfección. Vivimos entre ellos y los vemos
crecer nobles y buenos en vez de mezquinos o malos. La madre que ha dejado atrás
un hijo dado a la embriaguez, lo encuentra ante sí en Devachán como un hombre
sobrio y bueno; y de la misma manera en todos los casos posibles, padre, hijo,
esposo y esposa encuentran allí sus seres queridos perfectos y plenos de
sabiduría. Todo ésto para beneficio del alma. Uno puede calificarlo como un
estado de ilusión si así lo prefiere, pero la ilusión es necesaria para la
felicidad, como a menudo acontece en la vida. Y como la mente es la que produce
la ilusión, no es por tanto una trampa. Ciertamente la idea de un “cielo”
erigido al margen del infierno, donde usted ha de saber, si es que le queda
algún cerebro o memoria bajo el sistema ortodoxo actual, que sus errados amigos
y parientes están sufriendo tormento eterno, no admite comparación alguna con
la doctrina del Devachán. Pero las entidades en Devachán no están enteramente
desprovistas de poder para ayudar a los que quedaron sobre la tierra. El amor,
Maestro de la Vida, si es verdadero, puro y profundo, inducirá al
bienaventurado Ego en Devachán a influir benéficamente sobre aquellos que
quedaron en la tierra, no sólo en la parte moral, sino también en la de
circunstancia material. Esto es posible bajo una ley del universo oculto que no
puede ser explicada ahora con provecho, pero el asunto puede mencionarse. Esto
ha sido divulgado anteriormente por H.P. Blavatsky sin que se le haya prestado
sin embargo mayor atención.
La última pregunta por
considerar es, si a nosotros nos es posible o no desde esta esfera alcanzar a
los que residen en Devachán, o si ellos pueden llegar a la nuestra. No podemos
alcanzarlos ni influenciarlos, a menos que seamos Adeptos. La pretensión de los
médiums de que pueden comunicarse con los espíritus de los muertos, carece de
fundamento, y aún menos válida es la presunta habilidad para ayudar a aquellos
que se han ido al Devachán. El Mahatma, un ser que ha desarrollado todos sus
poderes y que está libre de toda ilusión, puede trasladarse al estado
devachánico y comunicarse entonces con los Egos que allí se encuentran. Esa es
una de sus labores, y es la única Escuela de los Apóstoles que existe después
de la muerte. Los Mahatmas se aproximan a ciertas entidades en Devachán con el
propósito de sacarlos de esa condición, a fin de que retornen a la tierra para
bien de la raza. Por lo tanto, los Egos a quienes ellos se aproximan son
aquellos cuya naturaleza es noble y profunda, pero que no poseen la sabiduría
suficiente como para ser capaces de vencer las ilusiones naturales del
Devachán. Algunas veces también el médium sensitivo y puro entra en ese estado
y se comunica con los Egos que allí se encuentran, pero ese caso es muy raro y
ciertamente no sucederá con el tipo ordinario de médiums que trabajan por
dinero. Pero el alma jamás desciende aquí al médium. Y el abismo que existe
entre la conciencia del Devachán y la del globo terrestre es tan profundo y
vasto, que muy rara vez puede el médium recordar a su regreso a qué o a quién
encontró, vió o escuchó en Devachán. Este abismo es comparable al que separa el
Devachán del nacimiento; aquel abismo en el cual toda memoria previa se
desvanece.
Cuando el período completo
asignado por las fuerzas del alma ha concluído en Devachán, los hilos
magnéticos que atan el alma a la tierra comienzan a ejercer su poder. El Yo
despierta de su sueño, es velozmente guíado hacia un nuevo cuerpo, y, entonces,
justo antes del nacimiento, el Ego ve por un instante todas las causas que le
condujeron al Devachán y de regreso a la nueva vida a punto comenzar, y
sabiendo que es todo justo y sólo el resultado de su propio pasado, el Ego no
se lamenta, sino que otra vez toma su cruz...y otra alma ha regresado a la
tierra.
1 Cartas del Mahatma K.H.
Véase The Path V. 5, p. 192.
Sumario
CAPITULO XIV
CICLOS
La doctrina de los Ciclos
es una de las más importantes de todo el sistema teosófico, aunque la menos
conocida, y de todas, a la que se alude con menos frecuencia. Por varios siglos
los investigadores occidentales han sospechado que los eventos suceden en forma
cíclica, y unos cuantos escritores en el campo de la literatura europea han
tratado este asunto, aunque todos lo han hecho de una forma incompleta. Esa
falta de cabalidad y ecasez de conocimiento exacto se han debido a una falta de
creencia en las cosas espirituales y al deseo de reducir y adaptar todas las
cosas a la ciencia materialista. Tampoco pretendo dar a conocer la ley cíclica
en su totalidad, porque esta es una ley que los Maestros de Sabiduría no han
divulgado en todos sus detalles. Pero bastante ha sido ya divulgado y bastante
fue por largo tiempo conocido por los hombres de la antigüedad, como para
enriquecer considerablemente nuestro saber.
Un ciclo es un anillo, círculo o revolución periódica, como lo indica la
etimología de la palabra. En el idioma Sánscrito, las palabras correspondientes
son Yuga, Kalpa, Manvantara; pero entre todas, Yuga es la que más se aproxima a
la palabra ciclo, por significar menor duración que las otras. El comienzo de
un ciclo debe por necesidad ser un instante, que añadido a otros instantes
constituyen un día, y éste sumado a los otros días, constituyen los meses, los
años, las décadas y los siglos. El Occidente no va más allá de este cómputo
ordinario y aunque reconoce el ciclo lunar y el gran ciclo sideral, sólo
considera a ambos, al igual que a los demás, como meros períodos de tiempo. Si
los hemos de considerar tan sólo como duración de tiempo, no habrá ninguna
utilidad excepto para el estudiante estéril o el astrónomo. Y en esta forma
están los ciclos considerados hoy día por los pensadores Europeos y Americanos,
quienes reconocen la existencia de los ciclos, pero consideran que éstos no
ejercen mayor influencia sobre la vida humana, y de hecho ninguna sobre la
ocurrencia de eventos o la reaparición en el escenario de la vida, de personas
que una vez vivieron sobre la tierra. La teoría teosófica es precisamente lo
contrario, como debe ser si ha de sustentarse la doctrina de la reencarnación,
a la cual se ha dado una gran importancia en páginas anteriores. No solamente son llamados los ciclos actuales
sucesos físicos en lo que respecta al tiempo, sino que tales ciclos y otros
períodos afectan grandemente la vida humana y la evolución del globo terrestre
con todas las formas de vida que existen en éste. Comenzando con el instante
como punto de partida y prosiguiendo a través de un día, esta teoría erige el
ciclo en un amplio anillo que lo abarca todo dentro de sus límites. Siendo el
instante la base fundamental, la cuestión a ser esclarecida respecto al gran
ciclo es: Cuándo se inició el primer instante? Esto no puede ser contestado,
pero puede decirse que los antiguos teósofos sostuvieron que la verdad es que
en los primeros momentos de la solidificación de este globo, la masa de materia
envuelta en el proceso alcanzó un cierto grado vibratorio que se mantendrá a través
de toda variación en cualquier parte de esa masa, hasta que llegue la hora de
su disolución. Estos grados de vibración son los que determinan las diversas
clases de ciclos y, en oposición a las ideas de la ciencia occidental, la
doctrina enseña que el sistema solar y el globo sobre el cual nos encontramos,
llegarán a su final cuando la fuerza que yace tras la masa de materia visible e
invisible haya alcanzado su límite de duración, de conformidad con la ley
cíclica. Aquí nuestra doctrina difiere
otra vez de la doctrina religiosa y de la científica. No admitimos que la
cesación de la fuerza se deba a la retirada de la protección de un Dios, ni al
súbito arrojo por él de alguna otra fuerza contra nuestro globo, sino que la
fuerza en juego, que es la determinante del gran ciclo, es la del hombre mismo
considerado como un ser espiritual; tan pronto como él termina su labor sobre
el globo, lo abandona y con él se retira la fuerza que sostiene el conjunto; el
resultado es la disolución por el fuego, por el agua o por cualquier otra forma
de catástrofe, siendo estos fenómenos simplemente efectos y no causas. Las
especulaciones científicas corrientes sobre este punto, son que la tierra puede
llegar a precipitarse y caer hacia el sol, o ser envuelta por éste, o que un
cometa de gran densidad podría destruir nuestro globo, o que podríamos entrar
en colisión con un planeta mayor, ya sea conocido o no. Por el momento, todas
estas posibilidades son inútiles. Como
la reencarnción es la gran ley de la vida y del progreso, la misma se encuentra
íntimamente entrelazada con la ley de los ciclos y del karma. Estas tres leyes
van juntas y en la práctica es casi imposible desligar la ley de la
reencarnación de la ley cíclica. Los individuos y las naciones regresan al
globo terrestre en corrientes determinadas dentro de períodos cíclicos
regulares, y traen con ellos de regreso al globo las artes, la civilización y
los mismísimos personajes que antes vivieron y laboraron en él. Y como dentro
de una nación y de una raza las entidades están magnéticamente conectadas por
hilos invisibles y poderosos, grupos y masa considerables de tales unidades, en
su lento pero incontenible avance, vuelven a reunirse en diferentes épocas y
emergen juntos una y otra vez dentro de cada nueva raza y cada civilización, a
medida que los ciclos recorren sus establecidas rondas. Por lo tanto, las almas
que erigieron las más antiguas civilizaciones regresarán y traerán con ellas la
vieja civilización, en idea y en esencia, lo cual, añadido a lo que otros han
llevado a cabo para el desarrollo de la raza humana en su carácter y su
conocimiento, producirá un nivel de civilización aún más elevado. Este nuevo y
más avanzado desarrollo no será debido a la existencia de libros, crónicas,
artes o tecnología, ya que todo éso es destruído periódicamente en lo que a la
evidencia física concierne, sino al alma, eternamente reteniendo en Manas el
conocimiento que una vez adquirió, e impulsando siempre hacia un más completo
desarrollo los principios y poderes superiores; y así persistiendo, la esencia
del progreso volverá a surgir otra vez con la misma certeza que el sol brilla.
Y a lo largo de esta ruta están los puntos donde, para beneficio del hombre,
los ciclos avatáricos menores y mayores proyectan los grandes seres que de
tiempo en tiempo van moldeando la raza.
El Ciclo de Avatares
incluye varios ciclos menores. Los mayores son esos que marcaron la aparición
de Rama y de Krishna entre los hindúes, de Menes entre los Egipcios, de
Zoroastro entre los Persas y de Buda entre los hindúes y otras naciones de
Oriente. Buda es el último de los grandes Avatares y se encuentra en un ciclo
mayor que el de Jesús de los Judíos, pues las enseñanzas de este último son las
de Buda y están teñidas con las doctrinas que Buda había enseñado antes a los
instructores de Jesús. Otro gran Avatar está aún por manifestarse y
corresponderá a las naturalezas combinadas de Buda y Krishna. Krishna y Rama
pertenecían al orden militar, civil, religioso y oculto. Buda al orden ético,
religioso y místico, en lo cual fue seguido por Jesús; Mahoma fue un
intermediario menor para una porción de la raza y perteneció al orden civil,
militar y religioso. En estos ciclos podemos incluir personajes varios que han
tenido una gran influencia sobre las naciones, tales como el Rey Arturo,
Faraón, Moisés, Carlomagno, reencarnado en Napoleón Bonaparte; Clovis de
Francia, reencarnado en Federico III, emperador de Alemania; y también
Washington, primer Presidente de los Estados Unidos de América, país donde la
raíz de la nueva raza está en proceso de formación.
En la intersección de
grandes ciclos, siguen efectos dinámicos que alteran la superficie del planeta
como resultado de la inversión de los polos del globo u otras convulsiones.
Esta no es una teoría generalmente aceptada, pero nosotros sostenemos su
veracidad. El hombre es un gran dinamo que genera, acumula y proyecta energía,
y cuando las masas de hombres que forman una raza generan y distribuyen así la
energía, hay un efecto dinámico sobre la materia del globo, el cual será
suficientemente poderoso como para ser perceptible y cataclísmico. Que han habido vastos y horrorosos disturbios
en la estratificada corteza del globo, es algo generalmente admitido por todas
las disciplinas, y por lo tanto no requiere mayores pruebas; estos disturbios
han sido ocasionados por terremotos, cataclismos y fenómenos glaciales en
cuanto a la geología concierne; pero, en cuanto a las formas animales, la ley
cíclica señala que ciertas formas animales ya extintas, así como ciertas formas
humanas desconocidas, pero a veces sospechadas, reaparecerán otra vez en su
propio ciclo, y ciertos idiomas humanos considerados ahora como lenguas
muertas, se pondrán de nuevo en uso a la hora cíclica señalada.
“El Ciclo Metónico es el
ciclo lunar. Este es un período que abarca unos diecinueve años, terminado el
cual, la luna nueva y la luna vuelven a caer en los mismos días del mes”.
“El Ciclo Solar es un
período de veintiocho años, pasado el cual las letras Dominicales regresan a su
lugar original y proceden en el orden anterior de acuerdo con el calendario
Juliano”.
El gran año Sideral es el
período requerido por los puntos equinocciales para completar en su precesión
una revolución completa e la esfera celeste. Esta revolución consiste en unos
25,868 años solares. Se dice que el último año sideral terminó hace 9,868 años,
en cuyo momento debe haberse producido sobre la tierra una violenta convulsión,
o una serie de convulsiones, así como distribuciones de naciones. La
terminación de este gran período transporta a la tierra dentro de nuevos
espacios del cosmos, no tanto con respecto a su propia órbita, como respecto a
la progresión del sol en una órbita que le es propia y que no puede ser medida
por ningún observador de nuestra época, pero cuyo centro, en la estimación de
algunas personas, debe estar situado en una de las constelaciones.
Lo que afecta señaladamente
al hombre son los ciclos espirituales, psíquicos y morales, y de éstos surgen
los ciclos nacionales, raciales e individuales. Los ciclos raciales y
nacionales son ambos históricos. Los ciclos individuales son los de la
reencarnación, la sensación y las impresiones. La duración del ciclo de la
reencarnación individual para la generalidad de los seres humanos, es de un mil
quinientos años, y este cómputo, a su vez, nos da un gran ciclo histórico
relacionado íntimamente con el progreso de la civilización. Porque a medida que
las masas de Egos regresan del Devachán, debe inferirse que las antiguas eras
Romana y Griega, lo mismo que la Ariana y otras Eras pasadas, reaparecerán, y
ésto puede en alto grado ser claramente discernido. Más al hombre también lo
afectan los ciclos astronómicos, porque él es parte integrante del todo y estos
ciclos marcan los períodos en que la humanidad toda ha de experimentar un
cambio.
En los libros sagrados de
todas las naciones estos acontecimientos son con frecuencia mencionados, y se
encuentran en la Biblia de los Cristianos, como, por ejemplo, en la historia de
Jonás dentro del vientre de la ballena. Tomado en sentido histórico ésto es un
absurdo, pero no si se considera como un ciclo astronómico. “Jonás” se
encuentra entre las constelaciones, y cuando el punto astronómico que
representa al hombre alcanza en el Zodíaco un punto que está directamente
opuesto al vientre de la constelación de Cetus o de la ballena, al otro lado
del círculo, en lo que se conoce como el proceso de oposición, entonces se dice
que Jonás está en el centro del pez y es “arrojado” al final del período,
cuando ese punto humano ha avanzado suficientemente en el Zodíaco como para no
estar más en oposición a la ballena. De igual manera, a medida que ese mismo
punto progresa a través del Zodíaco, viene a estar en oposición con las
diferentes constelaciones con las que se va encontrando en exacta oposición, de
siglo en siglo, a lo largo de su curso. Durnante estos movimientos progresivos,
ocurren cambios entre los hombres y sobre la tierra, que son exactamente
indicados por las constelaciones cuando aquéllos son descifrados de acuerdo con
las reglas correctas de la simbología.
No se pretende demostrar que las conjunciones causan los efectos, sino
que edades atrás los Maestros de Sabiduría resolvieron todos los problemas con
respecto al hombre y encontraron en la bóveda celeste los medios de computar
con exactitud las fechas en que los eventos han de ocurrir, y entonces,
grabando en las mentes de las viejas naciones la simbología del Zodíaco, fueron
capaces de preservar los anales y la profecía. Así pues, de la misma manera que
el relojero puede decir la hora cuando las manecillas o la maquinaria del reloj
alcanzan ciertos puntos determinados, igualmente los Sabios pueden pronosticar
la hora de los eventos por el reloj Zodiacal. Desde luego, ésta no es la
creencia de hoy en día, pero será bien comprendida en los siglos venideros, y
como las naciones de la tierra tienen signos generalmente similares para el
Zodíaco, y las crónicas de las razas hace tiempo extintas muestran los mismos
símbolos, no parece ser probable que el espíritu vandálico del occidental siglo
diecinueve sea capaz de borrar esta valiosa herencia de nuestra evolución. En
Egipto, el Zodíaco de Dendera relata la misma narración que nos fue legada por
la antigua civilización del continente Americano, y todas ellas proceden de la
misma fuente; representan la obra de los Sabios, quienes se manifiestan al
comienzo del gran ciclo humano para darle al hombre, que comienza su fatigoso
ascenso por la ruta del desarrollo, esos grandes símbolos e ideas de carácter
astronómico que perdurarán a través de todos los ciclos.
En lo que toca a los
grandes cataclismos que ocurren al comienzo y final de los grandes ciclos, las
leyes principales que gobiernan los efectos son la de Karma y la de
Reencarnación, procediendo bajo la ley cíclica. Estas leyes no sólo gobiernan
al hombre, sino también a cada átomo de materia, y todo el conjunto de materia
está constantemente sufriendo transformaciones al mismo tiempo que el hombre.
Esta materia, por lo tanto, tiene que mostrar alteraciones correspondientes a
las que experimenta el Ego mismo o pensador. Sobre el plano físico, los efectos
son producidos por los fluídos eléctricos y de otros orígenes, actuando con los
gases sobre las substancias sólidas del globo. Al cambio de un gran ciclo, ésto
alcanza lo que pudiera llamarse un punto explosivo y causa convulsiones
violentas de las clases siguientes: a) Terremotos, b)Inundaciones, c)Incendios,
d)Fenómenos Glaciales. Los terremotos
pueden producirse, de acuerdo con esta filosofía, por dos causas generales:
Primero, por inmersión o elevación bajo la corteza terrestre, debido al calor y
al vapor; Segundo, cambios eléctricos y magnéticos que afectan simultáneamente
el agua y la tierra. Estos últimos tienen el poder de hacer la tierra fluída
instantáneamente sin licuarla, causando así inmensos y violentos
desplazamientos en grandes o pequeñas oleadas. Este efecto es ahora observado
algunas veces en distritos azotados por terremotos, cuando causas eléctricas
similares entran en acción en una escala menor.
Las inundaciones de carácter general son causadas por el desplazamiento
de aguas resultante de un hundimiento o elevación del terreno, y también por
esos fenómenos en combinación con cambios de naturaleza eléctrica que inducen
una enorme descarga de humedad. Esto último no es simplemente el resultado de
nubes que se descargan, sino una súbita transformación de enormes masas de
fluidos y sólidos en agua.
Los incendios universales
son el resultado de cambios eléctricos y magnéticos en la atmósfera, por medio
de los cuales la humedad es desalojada del aire que a la sazón se transforma en
un masa ardiente; y, en segundo lugar, por la expansión repentina del centro
magnético solar en siete centros similares, causando así el incendio del globo.
Los cataclismos glaciales
no provienen solamente de la alteración repentina de los polos, sino también de
descensos de temperatura, debido a la alteración de las cálidas corrientes
fluídas del mar y de las calientes corrientes magnéticas de la tierra; las
primeras son conocidas por la ciencia, las otras todavía no. Los estratos más profundos de humedad en la
tierra se congelan repentinamente y vastas regiones se cubren de gruesas capas
de hielo en una noche. Este fenómeno puede ocurrir muy fácilmente en las Islas
Británicas, si las corrientes cálidas del océano son desviadas de sus costas.
Tanto los egipcios como los
griegos tenían sus propios sitemas cíclicos, que en nuestra opinión derivaron
de los Sabios de la India. Los chinos fueron siempre una nación de astrónomos,
y han registrado observaciones que datan de las épocas remotas anteriores a la
era Cristiana, pero como pertenecen a una raza antigua que está llamada a
extinguirse (por extraña que esta aseveración pueda parecer) sus conclusiones
no resultarán válidas y correctas en lo que concierne a las razas arianas. Al
advenimiento de la era Cristiana, un denso palio de oscuridad veló las mentes
de los hombres de Occidente, y la India por siglos hubo de permanecer aislada
de manera que puedieran preservarse estas grandes ideas durante la noche mental
de Europa. Este aislamiento fue llevado a cabo deliberadamente como una
necesaria precaución tomada por la Gran Logia a la cual ya hice referencia en
el Capítulo Primero, porque sus Adeptos, conociendo perfectamente las leyes cíclicas,
deseaban preservar la filosofía para las generaciones futuras. Como sería tan
solo pedantería y especulación tratar de discutir los Saros y los Naros y otros
ciclos de los Egipcios, daré pues aquí los ciclos Brahmánicos, ya que éstos
concuerdan casi exactamente con los períodos correctos.
A un período o expresión de
manifestación universal se le da el nombre de Brahmanda, que significa una vida
completa de Brahma, y la vida de Brahma se compone de días con sus años, los
cuales siendo cósmicos, son de una duración inmensa. El día de Brahma, como el
del hombre, es de 24 horas y pico de duración; su año de 360 días y pico; el
número de sus años es 100. Tomando en
consideración este globo - puesto que a nosotros no nos concierne ahora ningún
otro - su gobierno y su evolución prosiguen bajo la dirección de El Manú,
nombre de cuya raíz Sánscrita derivan Manas, “mente” y Man, “hombre”; de este
término surge el vocablo Manvántara, o “entre dos Manus”. El curso de la
evolución está subdividido en cuatro Yugas por cada raza dentro de su propia
duración y ruta. Estos Yugas no afectan a la humanidad toda a un mismo tiempo,
en razón de que mientras unas razas están en uno de los Yugas otras están en un
ciclo diferente. El indio Piel-Roja, por ejemplo, se encuentra al final de su
edad de piedra, mientras que los Arios están en una fase enteramente
diferente. Los citados cuatro Yugas son:
Krita o Satya, la edad de oro; Treta, Dvapara, y Kali o edad de la oscuridad.
Con respecto al Occidente y a la India, la actual era es la del Kali Yuga,
especialmente con respecto al desarrollo moral y espiritual. El primero de
estos mientras que el actual Kali Yuga es rápido, siendo su curso acelerado
precisamente como ciertos períodos astronómicos conocidos hoy con relación a la
Luna, pero aún no completamente comprendidos.
CUADRO SINOPTICO
DESCRIPCIONAÑOS
MORTALES
360 días (y pico) hacen1
Krita Yuga tiene1,728,000
Treta Yuga tiene1,296,000
Dvapara Yuga tiene864,000
Kali Yuga tiene432,000
Maha Yuga o los cuatros
precedentes, tiene4,320,000
71 Maha Yugas, forman el
reinado de un Manu, o306,720,000
14 Manús son4,294,080,000
Agréguense las auroras y
crepúsculos entre Manús25,920,000
Estos 14 reinados con sus
auroras y crepúsculos
suman 1,000 Maha Yugas o un
Kalpa o Día de Brahma4,320,000,000
La noche de Brahma es igual a
su Día y tal Día
y tal Noche suman
conjuntamente8,640,000,000
360 de estos Días constituyen
el año de Brahma3,110,400,000,000
100 de estos Años constituyen
una Vida de
Brahma311,040,000,000,000
Los primeros 5,000 años del
Kali Yuga terminan entre los años de 1897 a 1898. Este Yuga comenzó alrededor de 3,102 años
antes de la era Cristiana, al momento del fallecimiento de Krishna. Como los
años de 1897-1898 no están muy lejanos de nosotros, los científicos de hoy
tendrán una oportunidad de ver si la conclusión del ciclo de cinco mil años
será precedida o seguida de algunas convulsiones o grandes cambios políticos,
científicos o físicos, o bien de todos estos sucesos combinados. Cambios
cíclicos están ahora generándose a medida que de año en año las almas o Egos de
previas civilizaciones están encarnando en este período, en que la libertad de
pensamiento y de acción no están tan restringidos en Occidente como lo
estuvieron en el pasado por las religiones dogmáticas y el prejuicio y
fanatismo religioso. Nos encontramos actualmente en un ciclo de transición, en
que todo en filosofía, religión y sociedad, se encuentra en un proceso de
cambio. Durante un período de transición, las cifras exactas y las reglas
completas con respecto a los ciclos no se divulgan a una generación que exalta
el dinero por encima del más alto nivel de pensamiento y se mofa de la gran
perspectiva espiritual del hombre y de la naturaleza.
Sumario
CAPITULO XV
DIFERENCIACION DE LAS ESPECIES
ESLABONES PERDIDOS
Entre la Ciencia y la
Teosofía existe un enorme abismo, hasta el presente sin conexión, con respecto
al origen del hombre y la diferenciación de las especies. Los instructores religiosos de Occidente
ofrecen sobre esta materia una teoría, dogmáticamente afianzada por una
presunta revelación que resulta tan inaccesible como la teoría que proponen los
hombres de ciencia. Sin embargo, los religiosos se encuentran más cercanos a la
verdad que los científicos. Bajo la superstición religiosa sobre Adán y Eva,se
oculta la verdad; y, en las narraciones de Caín, Set y Noé, se halla vagamente
bosquejada la verdadera historia de otras razas humanas, no siendo Adán más que
el representante de una raza. El pueblo que dió a Caín la bienvenida y le
proporcionó una esposa, era una de esas razas humanas que habían aparecido
simultáneamente con la raza que encabezaba Adán. El origen o comienzo del hombre no puede ser
descubierto, aún supiéramos cuándo aparecieron los hombres sobre este globo y
de dónde vinieron. El hombre jamás ha dejado de ser. Si no en este globo,
entonces en algún otro, el hombre siempre existió, y por siempre existirá en
alguna parte del Cosmos. Por siempre perfeccionándose y esforzándose en
alcanzar la imagen del Hombre Celeste, el ser humano se mantiene en un eterno
proceso de desarrollo. Pero como la mente humana no puede regresar a descubrir
comienzo alguno, empezaremos pués con este globo terrestre. Sobre esta tierra y
sobre toda la cadena de globos, de la cual la tierra es parte, siete razas de
hombres aparecieron simultáneamente procedentes de otros globos de una cadena
planetaria más antigua. Y con respecto a esta tierra (el cuarto globo de esta
cadena) estas siete razas llegaron simultáneamente desde otro globo de esta misma
cadena. Esta aparición simultánea de siete razas toma lugar en la primera ronda
de los globos y en una parte de la segunda. En la segunda ronda, los siete
conglomerados de seres son amalgamados, siendo su destino después de ese
proceso el de diferenciarse lentamente durante las subsiguientes rondas, hasta
que en la séptima ronda las siete primeras grandes razas surgirán otra vez
distintas y con prototipos tan perfectos de la raza humana como ese período de
evolución lo permita. Las siete razas están en la actualidad entremezcladas, y
representantes de todas ellas se encuentran presentes en muchas de las
supuestas razas humanas que clasifica la ciencia moderna. El propósito de esta
amalgación y subsiguiente diferenciación, es el dar a cada raza el beneficio
del progreso y del poder del todo, derivado del progreso anteriormente
alcanzado en otros planetas y otros sistemas. Pues la Naturaleza nunca hace su
labor en forma precipitada o desordenada, sino que por el seguro método de
mezcla, precipitación y separación, logra la perfección máxima. Este método fue
conocido por los Alquimistas, aunque nunca enteramente comprendido en todos sus
sentidos ni aún por ellos mismos. Por lo
tanto, el hombre no surgió de una sola pareja, ni tampoco fue generado por una
tribu o familia de monos. Todo esfuerzo que se haga para determinar la solución
de este asunto es inútil, ya se haga por mediación de la religión o de la
ciencia; pues la ciencia se encuentra confundida según ella misma lo admite, y
la religión se halla enmarañada con una revelación que según sus propios textos
contradice la teoría dada por los sacerdotes. Adán es aceptado como el primer
hombre, pero la crónica dentro de la cual esta historieta se encuentra
relatada, da clara muestra de que otras razas de hombres deben haber existido
sobre la tierra antes que Caín pudiera haber fundado toda una ciudad. La Biblia
misma, pues, no sostiene la teoría de la pareja única original. Si nosotros
examináramos una de las hipótesis de la Ciencia y admitiéramos por el momento
que el hombre y el mono tuvieron su origen en un progenitor común, entonces
tendríamos que preguntar de dónde surgió el primer progenitor. El primer
postulado de la Logia sobre este tema, es que siete razas de hombres
aparecieron simultáneamente sobre la tierra y la primera suposición negativa es
que el hombre no emergió de una simple pareja, ni tampoco del reino
animal. Las variedades de carácter y de
capacidad que subsiguientemente aparecen en la historia del hombre, son el
efecto que va surgiendo de las variaciones que van siendo inducidas en los Egos
durante el curso de otros largos períodos de evolución, en otras cadenas de
globos. Estas variaciones fueron tan profundamente estampadas en los Egos, que
equivalen ya a ser características inherentes. En cuanto a las razas de este
globo, su período de evolución anterior transcurrió en la cadena de globos de
la cual nuestro satélite lunar es el representante visible.
El problemático asunto de
los monos antropoides con relación al hombre, es solucionado por los Maestros
de Sabiduría, quienes nos dicen que, éstos, en vez de ser nuestros
progenitores, fueron producidos en realidad por el hombre mismo. En uno de los tempranos períodos del globo,
los hombres de esa época engendraron los antropoides en hembras del reino
animal, y en estos cuerpos quedaron atrapados un cierto número de Egos
destinados un día a ser hombres. El actual remanente de los descendientes del
verdadero antropoide, son los descendientes de aquellos ilegítimos hijos del
hombre, los cuales se extinguirán gradualmente y sus Egos encarnarán en cuerpos
humanos. Esos cuerpos, mitad antropoide y mitad humano, no pueden estar
animados por Egos de naturaleza puramente animal, y por esa razón son conocidos
en la Doctrina Secreta como la “Raza Retardada”, el único grupo no incluído en
el fíat de la Naturaleza, con respecto a que no serán admitidos más Egos de los
reinos inferiores en el reino humano, hasta el advenimiento del próximo
Manvántara. Pero para todos los reinos inferiores al del hombre, con la única
excepción de los antropoides, la puerta de entrada a la condición humana está
ahora cerrada, y los Egos incorporados en las formas inferiores tendrán todos
que esperar su turno en el subsiguiente gran Ciclo. Y como los Egos retardados
de la familia antropoide emergerán más adelante dentro del escenario humano,
esos Egos serán entonces recompensados por tan extensa y angustiosa espera
dentro de esa raza degradada. Todos los demás monos son el producto del proceso
evolutivo en el sentido ordinario. Sobre
este tema no puedo hacer más que citar las palabras de uno de los Maestros de
Sabiduría, que explica la antropología esotérica de la Doctrina Secreta:
La semejanza
anatómica entre el hombre y el mono superior, que los Darwinistas citan con
tanta frecuencia como evidencia de un ancestro común a ambos, presenta un
problema interesante, cuya debida solución hay que buscar en la explicación
esotérica del génesis de los troncos pitecoids. Nosotros lo hemos expuesto
hasta el punto que era útil, al declarar que la bestialidad de razas primitivas
sin - mente trajo la procreación de enormes monstruos humanoides, el fruto
carnal de la unión de padres humanos y animales. A medida que transcurría el
tiempo y esas formas aún semi-astrales se consolidaban físicamente, los
descendientes de esas criaturas monstruosas fueron modificados por condiciones
externas, hasta que la especie, disminuyendo en tamaño, culminó en los monos
inferiores del período Mioceno. Y fue con éstos que los últimos Atlantes
repitieron de nuevo el mismo pecado de los “Sin-mente”, pero esta vez con plena
responsabilidad de acción. El resultado de su crimen fueron las especies ahora
conocidas como Antropoides... Recordemos
aquí la enseñanza esotérica, la cual nos dice que el hombre tenía durante la
Tercera Ronda una forma gigantesca, semejante al mono, sobre el plano astral; y
similarmente al concluir la Tercera Raza de la actual ronda. Esto explica el aspecto humano de los
antropoides, especialmente de los más tardíos, aparte del hecho de que éstos
últimos conservaron por herencia un parecido con sus progenitores
Atlante-Lemurianos.
Aún más; los mismos
Maestros aseveran que los mamíferos fueron producidos durante la cuarta ronda y
son subsiguientes a la aparición de la raza humana. Por esta razón no hubo barrera biológica
contra tal forma de fertilidad, porque los tipos-raíces de tales mamíferos no
estaban lo bastante distantes como para que surgiera tal barrera. La unión
innatural de parte de la tercera raza, cuando el hombre no poseía todavía la
luz de Manas, no fue un crimen contra la Naturaleza, puesto que no habiendo
mente presente, salvo en forma germinal, no podía haber responsabilidad. Pero
en la cuarta ronda, estando la luz de Manas presente, la renovación de tal acto
de parte de la nueva raza fue un crimen, porque fue hecho con pleno
conocimiento de sus consecuencias y contra los dictados de la conciencia. El
efecto Kármico de ésto, incluyendo, como lo hace, a todas las razas humanas,
tiene todavía que llegar a ser sentido plenamente y comprendido - en un lejano
día que está aún por venir. Así como el
hombre vino a este globo desde otro planeta siendo tadavía un ser de inmenso
poderío y antes de haber sido completamente sumergido en la materia, igualmente
vinieron los reinos inferiores desde otros planetas, en gérmen y tipo, a llevar
a cabo su evolución paso a paso hacia adelante con la ayuda del hombre, quien,
en todos los períodos de manifestación se encuentra al frente de la oleada de
vida. Los Egos en estos reinos inferiores no pudieron terminar su evolución
antes de que la precedente cadena de globos llegara a su disolución, y habiendo
venido a continuarla aquí, avanzan de edad en edad acercándose gradualmente más
y más a la condición humana. Un día ellos también se convertirán en hombres que
se aprestarán como vanguardia y guía de otros reinos inferiores, en éste u otro
globo. Y en tales arribos desde otros planetas, siempre han de ser traídos
junto con la más alta clase de seres algunas formas de vida animal, así como
frutas y otros productos, que a manera de modelos o prototipos han de ser
usados aquí. No sería práctico entrar aquí en detalles, pues siendo demasiado
avanzado para el entendimiento de nuestra época, sólo se consideraría ridículo
de parte de algunos, y puras estupideces de parte de otros. Pero siendo así
traídas las formas generales de los varios reinos, hemos de considerar cómo se
inició la diferenciación del animal y otras especies inferiores, y cómo fue
proyectada.
Este es el punto en que la
ayuda e interferencia inteligentes de una mente o masa de mentes es
absolutamente necesaria. Tal ayuda e interferencia fue y sigue siendo un hecho,
pues la Naturaleza sin ayuda y guía no puede hacer una labor perfecta. Y con
ésto no quiero decir que Dios o ángel interfiera o ayude. Es el Hombre quien
así lo hace. No el hombre de hoy, débil e ignorante como es, sino grandes
almas; elevadísimos y santos hombres de inmenso poder, conocimiento y
sabiduría. Tal como cada quien sabe hoy que podría llegar a ser, si no fuera
porque la religión por un lado y la ciencia por el otro, han pintado tal cuadro
acerca de nuestras debilidades, maldad intrínseca y origen puramente material,
que prácticamente todos los hombres piensan que son sólo títeres de Dios o de
un destino infame, a la vista tanto de aquí como del más allá. Varios nombres
les han sido dados a estos grandes seres ahora apartados de nuestro plano.
Ellos son los Dhyanis, los Creadores, los Guías, los Grandes Espíritus, así
como otros títulos. En la literatura teosófica se les llama Dhyanis. Por métodos que les son conocidos a ellos y a
la Gran Logia, ellos obran sobre las formas que fueron traídas de otros globos
y, añadiendo aquí, quintando allá y a menudo alterando, gradualmente transforman
por alteración y adición los reinos naturales, así como el gradualmente formado
cuerpo bruto del hombre. Este proceso es llevado a cabo principalmente en el
período puramente astral y que precede al estado físico bruto, ya que los
impulsos así dados de seguro se proyectarán adelante en períodos subsiguientes.
Cuando el punto medio de la evolución se alcanza, las especies emergen en la
escena presente sin mostrar ninguna conexión a la vista del hombre ni a
nuestros instrumentos. Las investigaciones del día han rastreado ciertas
especies hasta un punto en que, como ha sido confesado, no se conoce a qué raíz
se remontan. Tomando el buey por un lado y el caballo por el otro, notamos que
ambos tienen pezuñas, pero uno tiene una pezuña dividida y el otro un solo
casco. Cuando alcanzamos el ancestro de cada uno, nos hacen remontar hasta un
punto intermedio, y allí la Ciencia termina. Es en este punto en que la
sabiduría de los Maestros viene para mostrarnos que tras de ésto está la región
astral de la antiquísima evolución , donde yacieron los tipos-raíces sobre los
cuales los Dhyanis iniciaron la evolución por alteración y adición, y que
resultó en la subsiguiente diferenciación, en este plano bruto, dentro de las
varias familias, especies, y géneros.
Un vasto período de tiempo,
cerca de 300,000,000 de años transcurrió para la tierra y para el hombre, así
como para todos los reinos naturales, dentro de ese estado astral. Para
entonces no había materia bruta tal como la conocemos ahora. Esto acaeció durante las primeras rondas,
cuando la Naturaleza procedía lentamente con la obra de ir perfeccionando los
tipos en el plano astral, el cual es materia, aunque de una finísima textura.
Al final de ese período de años comenzó el proceso de endurecimiento, siendo la
forma humana la primera en solidificarse, y entonces algunos de los prototipos
de las rondas precedentes entraron en el proceso de solidificación, aunque de
hecho pertenecientes a un período anterior cuando todo era astral. Cuando tales
fósiles se descubren, de inmediato se argumenta que deben pertenecer a aquellas
criaturas que coexistieron con el hombre en su bruto cuerpo físico. Y mientras ese argumento es suficientemente
válido a la luz de ciertas teorías científicas, no deja sin embargo de
convertirse únicamente en una presunción si tan sólo se admite la existencia
del período astral. Entrar en más detalles a este respecto iría más allá del
alcance de esta obra. Podemos tan sólo restringirnos a decir que ni la abeja ni
el trigo hubieran podido alcanzar su diferenciación original en esta cadena de
globos, sino que deben haber sido producidos en alguna otra, de la que fueron
traídos a ésta. El porqué de ésto, estoy dispuesto a dejarlo por el momento
abierto a conjetura. Se podría objetar a
la teoría completa diciendo que la Ciencia no ha podido hasta ahora encontrar
los eslabones perdidos entre los tipos-raíces del período astral y los
presentes fósiles de las especies vivientes. En el año 1893, en Moscú, el
profesor Virchow expresó en una conferencia que el eslabón perdido permanecía
más distante que nunca, más un sueño que nunca, y que no había mayor evidencia
a mano de que el hombre en verdad desciende de los animales. Esto es bien
cierto, y ninguna clase de eslabón perdido podrá ser descubierto por la Ciencia
bajo los métodos corrientes de operación. Pues todos ellos existen en el plano
astral y son por tanto invisibles a la vista física. Estos pueden ser vistos
tan sólo por los sentidos astrales internos, los cuales han de ser primero
entrenados para realizar su labor propiamente, y hasta que la Ciencia admita la
existencia de tales sentidos astrales internos, nunca buscará la manera de
desarrollarlos. En tal caso la Ciencia permanecerá sin los instrumentos y
metodologías necesarios para discubrir los eslabones astrales que quedaron
atrás dentro del plano astral durante el largo curso de diferenciación. Los fósiles de que se habló anteriormente
podría decirse que se solidificaron a destiempo, y por tanto constituyen una
excepción a la imposibilidad de localizar algún eslabón perdido; aún así, éstos
representan callejones sin salida para la Ciencia, ya que ésta no admite
ninguno de los hechos básicos para su solución.
El objetivo detrás de toda esta diferenciación, amalgamación y
separación, está bien esclarecido en las palabras de otro de los Maestros:
La Naturaleza
conscientemente prefiere que la materia sea indestructible en las formas
orgánicas más que en las inorgánicas, y labora lenta pero incesantemente hacia
la realización de ese objetivo - la evolución de vida consciente partiendo del
material inerte *.
·
El Mundo Oculto,
Por A. P. Sinnett.
Sumario
CAPITULO XVI
LEYES PSIQUICAS, FUERZAS Y
FENOMENOS
El campo de lo psíquico, de
la dinámica y de lo fenoménico es muy extenso. Tales fenómenos y sus
correspondientes fuerzas son manifestados diariamente en todos los países, pero
hasta hace pocos años muy poca atención les había sido dada por los
científicos, mientras en gran forma se ha ridiculizado a todos los que han
atestiguado sobre acontecimientos psíquicos o han aseverado su creencia en ellos.
Hace unos cuarenta años surgió un culto en los Estados Unidos, que fue
erróneamente denominado como “espiritualismo” o “espiritismo”; pero aún
teniendo una gran oportunidad, no pasó de ser una mera búsqueda de lo raro y de
lo curioso, sin la más leve sombra de filosofía. Este culto ha logrado poco en
cuanto a progreso, exceptuando una larga crónica de sucesos no dirigidos, que
por cuatro décadas fracasaron en captar seriamente la atención de la masa en
general. Aún cuando tal doctrina ha sido de cierta utilidad y sus filas
incluyen muchas mentes avanzadas, los grandes peligros y los perjuicios que ha
ocasionado a los instrumentos humanos participantes y a aquéllos que se
dedicaron a tales entretenimientos, de sobra contradicen el bien realizado, en
opinión de los discípulos de la Logia, que preferirían ver al hombre progresar
uniformemente y sin riesgos a lo largo del sendero de la evolución. No
obstante, otros investigadores Occidentales, dentro de escuelas reconocidas, no
han logrado mejores resultados y ésto trae por consecuencia que no exista una
Psicología Occidental digna de ese nombre.
Esta carencia de un sistema
adecuado de Psicología es el resultado natural de la parcialidad materialista
de la Ciencia, y de la influencia paralizante de la religión dogmática; la
primera, ridiculizando todos los esfuerzos y obstruyendo el camino; la otra,
prohibiendo la investigación. La rama Católica de la Iglesia Cristiana es una
excepción hasta cierto punto. Esta siempre ha admitido la existencia del mundo
psíquico, porque ése es el mundo de los ángeles y los demonios. En cuanto a que
la Iglesia prohibiese la práctica perniciosa de la necromancia a que se
dedicaban los espiritistas, éso fue válido; sin embargo, las otras
prohibiciones y restricciones no lo fueron. La psicología verdadera de hoy es
un producto oriental. También es muy cierto que el verdadero sitema psicológico
fue conocido en Occidente, en la época en que una antigua civilización florecía
en América y en ciertas partes de la Europa pre-Cristiana; pero en la época
actual, la psicología en su aspecto verdadero reside en Oriente.
¿Existen en realidad las
facultades, las leyes y los poderes psíquicos? Si ellos existen, entonces sus
aspectos fenoménicos deben igualmente existir. Si todo lo que ya ha sido delineado
en los capítulos anteriores es verídico, entonces también existen en el hombre
los mismos poderes y las mismas facultades que se encuentran en todo el campo
de la Naturaleza. El ser humano está considerado por los Maestros de Sabiduría
como el producto más elevado de todo el sistema evolucionario, y que refleja en
sí mismo todo el poder que yace en la Naturaleza, no importa cuán maravilloso o
terrible sea; y por el hecho mismo de ser tal espejo o reflejo, él es Hombre.
Este hecho se ha reconocido
por largo tiempo en el Oriente, en donde el autor ha presenciado exhibiciones
tales de poderes que trastornarían las teorías de muchos científicos de
Occidente. Los mismos fenómenos han sido repetidos en Occidente en presencia
del autor, y por consiguiente él sabe por propio conocimento que todos los
hombres de todas las razas poseen potencialmente los mismos poderes. Los
genuinos fenómenos psíquicos - también denominados mágicos - que producen los
faquires o los yoguis orientales, son todos realizados por mediación de fuerzas
y procesos naturales que hasta ahora no han sido siquiera soñados en Occidente.
La levitación o suspensión del cuerpo humano, en aparente desafío a la
gravedad, es algo que puede ser llevado a cabo con facilidad tan pronto como el
procedimiento ha sido dominado. La levitación no contraviene ley alguna. La
gravitación no es sino la mitad de una ley. El filósofo de Oriente admite la
gravitación, si es que se desea adoptar ese término, pero la voz técnica
verdadera es atracción; a la otra mitad de la ley se le da el nombre de
repulsión, ambas gobernadas por las grandes leyes de la fuerza eléctrica
universal. El peso y la estabilidad dependen de la polaridad, y cuando la
polaridad de un objeto es modificada con respecto a la tierra directamente
debajo de él, ese objeto puede levantarse. Pero como los objetos están
desprovistos de la conciencia que caracteriza al hombre, los mismos no pueden
elevarse sin el concurso de otras fuerzas. Sin embargo, el cuerpo humano se
elevará en el aire, sin apoyo, como un pájaro, cada vez que su polaridad sea
apropiadamente modificada. Esta modificación puede ser producida
conscientemente por medio de un sistema de respiración conocido por los
Orientales; el proceso puede ser también inducido con la ayuda de ciertas
facultades naturales que se mencionarán más adelante, en los casos singulares
de personas que sin tener conocimiento de la ley ejecutan esos fenómenos, tales
como ciertos casos de santos de la Iglesia.
Una tercera gran ley que
toma parte en muchos de los fenómenos de Oriente y Occidente, es la ley de
Cohesión. El poder de la Cohesión es un poder en sí mismo y no un resultado
como se supone. Esta ley y su funcionamiento deben ser conocidos, si han de
producirse ciertos fenómenos como, por ejemplo, los que el autor ha
presenciado: el paso de un anillo de hierro maciso a través de otro, o el de
una piedra a través de una pared macisa. Aquí se emplea otra fuerza, la cual
puede únicamente ser denominada fuerza de dispersión. La Cohesión es la fuerza
dominante, pues, en el momento en que la fuerza dispersante se retira, la
fuerza cohesiva restablece las partículas a su posición original. Como resultado de estos poderes, el Adepto
versado en esa gran dinámica es capaz de dispersar los átomos de un objeto - exceptuando
siempre el cuerpo humano - a tal distancia los unos de los otros, que el objeto
se hace invisible, y entonces el Adepto puede proyectar esos átomos a lo largo
de una corriente formada en el éter y a cualquier distancia sobre la tierra. En
el momento deseado la fuerza dispersante se retira, e inmediatamente la fuerza
cohesiva se restablece por sí misma y el objeto reaparece intacto. Esto puede
tomarse como ficción, pero siendo conocido por la Logia y sus discípulos como
un hecho verídico, es igualmente cierto que la Ciencia admitirá esta
proposición tarde o temprano. La
mentalidad laica, sin embargo, contagiada con el materialismo actual, se
maravilla de cómo todas estas manipulaciones son posibles, observando desde
luego que no son necesarios instrumentos materiales algunos. Los instrumentos
yacen en el cuerpo y el cerebro del hombre. La Logia opina que “el cerebro
humano es un generador con potencia inagotable”, y un conocimiento completo de
las internas leyes químicas y dinámicas de la Naturaleza, juntamente con una
mente disciplinada, conceden a su poseedor el poder de operar las leyes a que
se ha hecho referencia. Este poder será la posesión del hombre del futuro, y lo
sería aún hoy, a no ser por el dogmatismo ciego, el egoísmo y la incredulidad
materialista. Ni aún el mismo Cristiano vive a la altura de la verídica
declaración de su Maestro, de que con fe podría uno mover montañas. El
conocimiento de la ley, cuando se le añade la fe, confiere poder sobre la
materia, la mente, el espacio y el tiempo.
Sirviéndose de los mismos
poderes, el Adepto entrenado puede hacer aparecer ante los ojos físicos,
palpables al tacto, objetos materiales que no estaban anteriormente visibles, y
en cualquier forma deseada. Este fenómeno sería llamado por el vulgo creación,
pero es simplemente evolución realizada en nuestra propia presencia. La materia
se encuentra suspendida en el aire a nuestro alrededor. Toda partícula de
materia visible o aún por precipitar, ha conocido todas las formas posibles, y
lo que el Adepto hace es seleccionar alguna forma deseada, que existe, como
todas, en la Luz Astral, y entonces por esfuerzo de la Voluntad y de la
Imaginación, vestir de materia la forma deseada, por precipitación. El objeto
así producido, se desvanecería a menos que se hiciera uso de otros procesos
determinados, que no necesitan explicarse aquí, pero si tales procesos se
usaran, el objeto quedaría en forma permanente; y sí se deseara hacer visible
un mensaje sobre un papel o cualquier otra superficie, las mismas leyes y los
mismos poderes son aplicados a ese fin. La imagen distintiva - fotográfica y
exactamente definida - de cada línea, de cada letra o figura se formula en la
mente, y entonces, del aire se extrae el pigmento para que se precipite dentro
de los límites ya establecidos por el cerebro, “generador inagotable de fuerza
y forma”. El autor ha presenciado la ejecución de todos estos fenómenos en la
forma descrita, y jamás ha aceptado la intercesión de ningún médium pasivo e
irresponsable, conociendo él, pues, en forma directa el funcionamiento de los
fenómenos de que se habla. Esto, pues,
nos conduce hacia la proposición de que la Voluntad humana es todopoderosa y
que la Imaginación es una muy útil facultad dotada de fuerza dinámica. La
Imaginación es el poder de creación de imágenes de la mente humana. En el promedio normal, la imaginación del ser
humano carece de entrenamiento o poder adecuado para ser algo más que una
especie de ensueño, pero puede educarse. Una vez educada, la Imaginación se
convierte en el Constructor dentro del Taller. Cuando alcanza tal nivel, traza
un molde en la substancia Astral, a través del cual emanarán los efectos
objetivizados. Después de la Voluntad, la Imaginación es el poder supremo
dentro del agregado humano de complicados instrumentos. La definición
occidental moderna de la Imaginación está incompleta y fuera de perspectiva; se
le usa mayormente para designar las fantasías o los conceptos falsos, pero en
toda ocasión como una definición de lo irreal. Sin embargo, es imposible considerar
otro término más apropiado, porque uno de los poderes de la Imaginación educada
es precisamente el de producir una imagen. La palabra se deriva de esos
vocablos que significan la formación o reflexión de una imagen. Esta facultad
usada, o más bien dejándola actuar irregularmente, no ha proporcionado al
Occidente más que lo expresado por la palabra “fantasía”. Hasta cierto punto la sugerencia es
aceptable, pero esa facultad puede ser extendida hacia mayores límites, que, al
ser alcanzados, inducen a la Imaginación a desarrollar en la substancia Astral
uma imagen o modelo que puede usarse, de la misma manera que se usa un molde de
arena para verter o colar el hierro derretido. La Imaginación, por lo tanto, es
la Facultad Regia ya que la Voluntad no puede efectuar su tarea si la
Imaginación es débil o indisciplinada.
Por ejemplo, si la persona que desea precipitar del aire vacila en lo
más mínimo con respecto a la imagen formulada en la materia Astral, el pigmento
se precipitará sobre el papel de una manera igualmente borrosa e incierta. Para comunicarse con otra mente a cualquier
distancia, el Adepto armoniza todas las moléculas de su cerebro y todos los
pensamientos de su mente, con el fin de vibrar al unísono con la mente que va a
ser impresionada; y de la misma manera, esa otra mente y cerebro tienen que
estar al unísono voluntariamente, o sintonizarse con ello voluntariamente. Por
lo tanto, así el Adepto se encuentre en Bombay y su amigo en Nueva York, la
distancia no ofrece obstáculo alguno, porque los sentidos internos no dependen
del oído, y esos sentidos pueden percibir los pensamientos e imágenes que se
desarrollan en la mente de la otra persona.
Cuando se desea examinar la
mente y captar los pensamientos de otra persona, y las imágenes que la rodean
de todo lo que ha estado pensando y contemplando, la vista y el oído internos
del Adepto se enfocan hacia la mente que va a ser examinada, cuyo contenido se
hace perceptible al punto. Pero, según se dijo anteriormente, sólo un farsante
haría ésto y los Adeptos no llevan a cabo acciones de esta índole, excepto en
casos estrictamente autorizados. El hombre moderno no ve delito alguno en
inmiscuirse en los secretos ajenos por medio de este poder, pero los Adeptos
dicen que ello es una violación de los derechos de la otra persona. Ningún
hombre tiene el derecho, así tenga tal poder, a penetrar en la mente de otro
ser y captar sus secretos. Esta es la Ley de la Logia para todos los que
buscan, y si uno reconoce que está a punto de descubrir los secretos de su
semejante, debe instantáneamente retirarse y jamás proseguir adelante. Si
prosiguiese, ese poder le sería retirado en el caso de que fuese un discípulo;
en el caso de cualquier otra persona, ella debe aceptar las consecuencias de
esta especie de pillaje. La Naturaleza tiene sus leyes y sus guardianes, y si
cometemos felonías en el mundo Astral, la gran Ley y sus guardianes, la que
nadie puede sobornar, llevarán a cabo el castigo, no importa por cuánto tiempo
tengamos que esperar, así fuera por diez mil años. He aquí otra salvaguardia de
la ética y la moral ocultas. Pero mientras los hombres no lleguen a admitir el
sistema filosófico expuesto en este libro, no juzgarán erróneo el cometer
felonías en esferas de acción en donde sus minúnsculas leyes humanas no tienen
alcance y efecto alguno; pero al mismo tiempo, al así rehusar esta filosofía
ellos siguen postergando el día en que todos puedan llegar a poseer estos
grandes poderes para el bien de todos.
Entre los fenómenos que merecen mención, se encuentran los que consisten
en el movimiento de objetos sin ningún contacto físico. Esto es posible de
distintas maneras. La primera es proyectar fuera del cuerpo la mano y el brazo
astrales, y con dichos instrumentos asir el objeto que se desee transportar. Este
fenómeno puede llevarse a cabo a una distancia aproximada de hasta diez pies
del cuerpo de la persona. El propósito aquí no es iniciar una discusión sobre
el tema, sino simplemente hacer alusión a las peculiaridades de la materia y
miembros astrales. Esto podrá servir para explicar algunos de los fenómenos
producidos por médiums. En casi todos los casos de tales aportes, la hazaña se
realiza con la ayuda de la mano Astral, invisible pero material. El segundo
método consiste en hacer uso de los elementales, o espíritus de los elementos,
acerca de los cuales ya se ha hecho referencia con anterioridad. Estos
elementales, mientras los guía el hombre interno o astral, tienen la facultad
de transportar los objetos cambiándoles la polaridad, y entonces vemos, como en
el caso de los fenómenos practicados por los faquires de la India y algunos
médiums en América, objetos pequeños moviéndose sin aparente sostén alguno.
Estas entidades elementales se emplean cuando los objetos se transportan a
distancias mayores que la que los miembros Astrales pueden alcanzar. El hecho
de que los médiums desconocen el procedimiento de este fenómeno, no es
argumento en contra de esta tesis. Los médiums raramente, o jamás, conocen la
forma en que ellos mismos efectúan cualquier proeza de mediumnidad, y su
ignorancia de la ley no es prueba alguna contra la existencia de ésta. Aquellos
estudiantes que internamente han observado el funcionamiento de estas
facultades, no necesitarán mayor argumento sobr este particular.
La clarividencia, la
clariaudiencia y la doble visión, están muy estrechamente vinculadas. El
ejercicio de cualquiera de estas facultades atrae simultáneamente las otras
dos. Tales facultades no son sino variaciones de un solo poder. El sonido es
una de las características distintivas de la esfera Astral, y como la luz
acompaña al sonido, la vista se adquiere simultáneamente con lo que se
oye. Ver una imagen con los sentidos
Astrales significa que al mismo tiempo se produce un sonido, y de la percepción
de tal sonido se infiere la presencia de una imagen relacionada con la
substancia Astral. El verdadero estudiante de ocultismo conoce perfectamente
bien que cada sonido produce instantáneamente una imagen, y este fenómeno, por
tan largo tiempo conocido en Oriente, ha sido recientemente demostrado en
Occidente ante testigos oculares, en forma de imágenes producidas por sonido
sobre un tímpano o tambor. Este aspecto de la materia puede ser tratado con
mucho más amplitud con la ayuda del ocultismo, pero, como este asunto resulta peligroso
dentro del estado actual de la sociedad, me abstengo aquí de ello.
En la Luz Astral se
encuentran, sin excepción alguna, las imágenes de todos los acontecimientos que
han tenido lugar durante la vida de cada ser humano, así como también las
imágenes de todos aquellos sucesos del porvenir, con sus correspondientes
causas bien señaladas y establecidas. Si las causas están aún indefinidas, lo
mismo estarán las imágenes del futuro. Pero, en cuanto al conjunto de eventos
relativos a los años venideros, todas las causas productoras están siempre
trazadas con suficiente precisión como para permitir que el vidente las vea con
anticipación como si estuvieran en el presente. Por mediación de estas imágenes
percibidas con los sentidos internos, todos los videntes ejercitan su extraña
facultad, y, sin embargo, esta facultad es común a todos los hombres, aunque en
la mayoría apenas ligeramente desarrollada; pero el ocultismo afirma que si no
fuera por el gérmen de este poder ligeramente activo en cada uno de nosotros,
ninguna persona podría transmitir a otra idea alguna. En cuanto a la clarividencia, las imágenes en
la Luz Astral pasan ante la visión interna y se reflejan desde el interior
hacia el ojo físico. Entonces esas imágenes aparecen al vidente en forma aparentemente
objetiva. Si tales imágenes son de los acontecimientos pasados, o de los
eventos venideros, sólo la imagen es percibida; si los eventos están
actualmente acaeciendo, los sentidos internos vivamente perciben la escena a
través de la Luz Astral. La diferencia característica entre la visión ordinaria
y la clarividencia, consiste, pues, en que durante la clarividencia, estando la
vista ordinaria en vigilia, la vibración es comunicada primero al cerebro, del
cual se transmite al ojo físico, donde produce una imagen sobre la retina, de
la misma manera que el disco giratorio del fonógrafo hace vibrar la bocina,
exactamente como la voz había vibrado en el momento de ser impulsada hacia el
interior del micrófono receptor. En la
vista natural del ojo físico, las vibraciones son primero transmitidas al ojo y
de este órgano hacia el cerebro. Las imágenes y los sonidos son ambos
producidos por vibraciones y, por lo tanto, cualquier sonido, una vez
producido, se conserva en la Luz Astral; desde allí el sentido interno puede
asirlo y del interior transmitirlo al cerebro, de donde el sonido alcanza al
oído físico. De igual modo en la clariaudiencia, a una distancia retirada el
oyente no oye a través del oído, sino por mediación del centro auditivo en el
cuerpo Astral. La doble vista es o no la combinación de la clariaudiencia y de
la clarividencia, según sea la índole del caso; y la frecuencia con que los
eventos futuros son percibidos por el vidente que posee la doble vista, añade
un elemento de profecía.
El orden más elevado de
clarividencia, o sea, el de la visión espiritual, es muy raro. El vidente
ordinario interviene solamente con los aspectos y los estratos comunes de la
materia Astral. La visión espiritual viene a los seres que son puros, devotos y
constantes. Esa facultad puede lograrse por medio del desarrollo especial del
peculiar órgano del cuerpo a través del cual tal visión es posible, y sólo
después de una disciplina adecuada, un largo entrenamiento y supremo altruísmo.
Cualquier otro sistema de clarividencia es transitorio, inadecuado y
fragmentario, y únicamente trata, como lo hace, con asuntos materiales e
ilusorios. Su carácter fragmentario e inadecuado, resulta del hecho de que
pocos videntes poseen la facultad de ver a un mismo tiempo en más de uno de los
grados o estratos inferiores de la substancia Astral. Los seres de pensamiento
puro y los valientes, pueden siempre confrontar el futuro y el presente mejor
que cualquier vidente. Pero como la existencia de estas dos facultades afirma
la presencia en nosotros de los sentidos interiores y del medio indispensable,
o sea la Luz Astral, tienen entonces como facultades humanas un significado
importante con relación a las pretensiones de los llamados “espíritus” de las
Séances o reuniones espiritistas. Los
sueños son a menudo el resultado de la acción automática cerebral, y son
también producidos por transmisiones efectuadas por la verdadera entidad
interna al cerebro físico, de esos panoramas o ideas, elevados o no, que el
verdadero ser ha percibido mientras el cuerpo físico dormía. Esas imágenes
mentales penetran entonces al cerebro como si flotaran en el alma, a medida que
ésta se hunde de regreso en el cuerpo físico. Estos sueños nos pueden ser muy
útiles, pero en general el retorno a la actividad corporal destruye su
significado, desnaturalizando la imagen y reduciéndolo todo a confusión. Aún
así, el hecho principal del sueño es que sí hay una entidad que percibe y
siente allí dentro, y éste es uno de los argumentos que comprueban la
existencia de una entidad interna. Durante el sueño, el hombre interno se
comunica con inteligencias superiores y algunas veces logra registrar en su
cerebro los conocimientos adquiridos, bien sea una idea elevada o una visión
profética, a no ser que falle a consecuencia de la resistencia que ofrece la
substancia cerebral. El Karma de la persona también determina el significado de
un sueño, proque un gobernante puede soñar algo que atañe a su gobierno,
mientras que el mismo sueño experimentado por uno de sus súbditos no tiene
necesariamente que traducirse en hechos de trascendencia secular. Pero en todo
caso, como dijo Job: “En ensueños y visiones nocturnas el hombre es instruído”.
Las apariciones y los
desdoblamientos son de dos tipos generales. Uno, compuesto de cascarones
astrales o imágenes del plano Astral, ya sean actualmente visibles al ojo, o el
resultado de vibraciones internas proyectadas hacia la vista, e induciendo así
a la persona a creer que percibe una forma material exterior. La otra categoría
se compone de cuerpos astrales de personas vivientes, con plena conciencia o
por lo menos parcialmente conscientes. Laboriosos experimentos llevados a cabo
por Sociedades de Investigación Psíquica, con el fin de probar la realidad de
esas apariciones, pero sin conocer estas leyes, realmente no prueban nada,
porque de veinte casos que se admitan, diecinueve pueden ser la mera
objetivización de imágenes proyectadas al cerebro. Pero de lo que sí no cabe
duda alguna, es que numerosas apariciones han sido presenciadas y testificadas.
Las apariciones de recién fallecidos pueden ya bien ser imágenes objetivizadas,
tal como se explicó anteriormente, o el mismo Cuerpo Astral de los fallecidos,
al que en esta esfera se le da el nombre de Kama Rupa. Y como las energías
vitales y los pensamientos que se liberan del cuerpo agonizante son muy
poderosos, nos encontramos con un mayor número de reportajes de este tipo que
de cualquier otra clase.
El Adepto puede proyectar
su propia aparición, la cual es, sin embargo, conocida bajo otro nombre, ya que
consiste en su cuerpo astral consciente y disciplinado, con el pleno goce de
toda su inteligencia y no del todo desconectado de su cuerpo físico.
La Teosofía no niega ni
desconoce las leyes físicas descubiertas por la ciencia, pero sí asevera la
existencia de otras leyes que modifican la acción de aquellas comúnmente
conocidas. Detrás de todos los fenómenos visibles yace el cosmos oculto con su
mecanismo ideal; ese cosmos oculto sólo puede ser plenamente conocido por
mediación de los sentidos internos que le corresponden; esos sentidos no se
desarrollarán fácilmente mientras se niegue su existencia. El cerebro y la
mente, actuando al unísono tienen el poder de desarrollar formas; en primer
lugar, formas o moldes astrales en la materia astral, y luego, como formas
visibles por acumulaciones de la materia física sobre este plano. El sentido de
objetividad depende en alto grado de la percepción, y a su vez la percepción
puede ser afectada por el estímulo interior. Por lo tanto, un testigo puede percibir
un objeto que actualmente existe exteriormente, o puede ser inducido a percibir
un objeto por medio de un estímulo interno. Esto nos permite tres métodos de
visión: a) con los ojos físicos mediante la luz que emana del objeto; b) con
los sentidos internos por medio de la Luz Astral, y c) por estímulos desde el
interior, que inducen a los ojos a comunicar al cerebro, proyectando de esta
suerte la imagen hacia el exterior. Los fenómenos de los demás sentidos pueden
producirse de manera más o menos comparable a lo antes dicho.
Como la substancia Astral
constituye el registro de todos los pensamientos, sonidos, imágenes y otras
vibraciones, y como el hombre interno es un ser capaz de actuar con o sin la
participación del cuerpo físico, todos los fenómenos de hipnotismo,
clarividencia, clariaudiencia, mediumnidad y todos los demás que no se
experimentan en forma consciente, pueden, pues, ser explicados. En la
substancia astral se encuentran registrados todo sonido y toda imagen, y en el
hombre astral permanecen las impresiones de todos sus eventos, no obstante lo
remotos o insignificantes que sean. Estas impresiones y cuerpo astral, cuando
actúan simultáneamente producen los fenómenos que parecen tan extraños a esos
seres que niegan o que desconocen los postulados del ocultismo. Pero para llegar a explicar los fenómenos
ejecutados por los Adeptos, los Faquires, los Yoguis y todos los ocultistas
disciplinados, es necesario comprender las leyes ocultas de la química, de la
mente, de la energía y de la materia. Estos temas eidentemente no pueden
tratarse aquí en detalle, por encontrarse fuera del alcance de esta obra.
SUMARIO
CAPITULO XVII
FENOMENOS PSIQUICOS Y EL
ESPIRITISMO
A través de la historia de
los fenómenos psíquicos, las crónicas del supuesto “espiritismo” en Europa,
América y otras partes, ocupan un importante lugar. Con conocimiento de causa
yo digo que ningún otro término fue jamás peor empleado que el vocablo
“espiritismo”, adaptado en Europa y en América a ese culto mencionado
anteriormente, puesto que no hay nada tocante al espíritu en ello. Las doctrinas aquí expuestas en los capítulos
anteriores, son las del espiritismo y espiritualismo verdaderos; las mal
denominadas prácticas de los médiums modernos y de los supuestos espiritistas,
constituyen en realidad el Culto de los Muertos, la necromancia de antaño, en
efecto, la cual ha estado siempre prohibida por los instructores espirituales.
Esas prácticas constituyen una materialización crasa de la idea espiritual y se
relacionan con lo material más que con el espíritu. Se cree que este culto
comenzó a diseminarse en Norte América hacia mediados del siglo diecinueve, en
la ciudad de Rochester, estado de Nueva York, bajo la mediumnidad de las
hermanas Fox; pero esa práctica era ya conocida en Salem, durante el famoso
período de gran agitación sobre hechicería.
En Europa, a fines del siglo XVIII, se ejercían las mismas prácticas,
similares fenómenos eran percibidos, se desarrollaban médiums y se celebraban
séances o sesiones espiritistas. Por siglos el espiritismo ha sido
perfectamente conocido en la India, donde esa práctica es propiamente designada
“culto de los bhutas”, que significa la intención de comunicarse con el diablo
o con los remanentes Astrales de personas fallecidas. Bhuta debería ser su
nombre aquí también, pues por el ejercicio de ese culto las partes crasas y
diabólicas, o terrenales, de los hombres son estimuladas, invocadas y
comunicadas con aquellos. Pero los hechos de la extensa crónica de cuarenta
años de práctica en Norte América requieren un breve examen. Todos los Teósofos
dedicados estarán de acuerdo en admitir estos eventos. Sin embargo, la
explicación y las deducciones teosóficas son totalmente diferentes a las del
espiritista ordinario. Ninguna filosofía se ha desarrollado siguiendo la
literatura del espiritismo, y únicamente la Teosofía será capaz de suministrar
la correcta explicación, señalar defectos, advertir peligros y sugerir
remedios.
Como es obvio que la
clarividencia, la clariaudiencia, la transmisión el pensamiento, la profecía,
el sueño y la visión, la levitación y las apariciones fenoménicas, son todos
poderes o facultades que han sido conocidos a través de los siglos, los
problemas más apremiantes con respecto al espiritismo, son los que tratan de la
comunicación mediumnística con las almas de los seres que han fallecido y se
encuentran ahora desencarnados, y con espíritus no clasificados, que no han
encarnado sobre la tierra sino que pertenecen a otras esferas. Quizás también
la cuestión de la materialización de formas en las reuniones espiritistas
amerita cierta atención. Las comunicaciones incluyen el hablar en estado de
trance, producir escritos sobre una pizarra o papel, producción de voces
independientes en el aire, hablar a través de la boca del médium, y la
precipitación de mensajes escritos venidos del aire. ¿Pueden los médiums
comunicarse con los espíritus de los muertos? ¿Pueden nuestros amados difuntos
percibir las condiciones de existencia terrenal que ellos han abandonado, y
pueden regresar alguna vez para hablar y conversar con nosotros? Las respuestas a estas preguntas se han
insinuado en los capítulos anteriores.
Nuestros difuntos no nos ven aquí Ellos están exonerados de la terrible
angustia que tal espectáculo les causaría. De cuando en cuando, un médium de
pensamientos puros y desinteresados, puede ascender durante un estado de trance
hasta la región en que se encuentra el alma del difunto y puede al despertar
recordar algunos fragmentos de lo que fue oído o percibido allí; pero ésto es
muy raro. De vez en cuando, en el curso
de los años, algún espíritu humano superior puede, en un momento dado, retornar
y por medios certeros comunicarse con los mortales. En el momento de la muerte, el alma puede
hablar a algún amigo sobre la tierra antes de que la puerta se cierre
difinitivamente. Pero por regla general, la mayoría de las comunicaciones que,
según se alega, son transmitidas diariamente a través de los médiums, provienen
de los no inteligentes restos humanos astrales, o, en un gran número de casos,
son resultado de la invención, recopilación, descubrimiento y coordinación por
parte del semi-desligado cuerpo astral del médium viviente.
La teoría que asevera que
los espíritus de los muertos se comunican con los vivos, suscita ciertas dudas,
algunas de las cuales citamos a continuación:
I. Estos espíritus nunca han logrado explicar las Leyes que gobiernan
cualquiera de los fenómenos espiritistas, a excepción de unos cuantos casos, no
aceptados por el culto, en los que la teoría teosófica fue expresada. Como esta
teoría destruiría sistemas tales como el establecido por A. J. Davis, estos
espíritus cayeron en el descrédito.
II. Los llamados espíritus se contradicen entre sí, porque la
descripción de la vida después de la muerte dada por uno de ellos, difiere
enteramente de la descripción suministrada por cualquier otro. Estas
discordancias varían, de acuerdo con el médium y con las toerías atribuídas al
difunto durante su vida. Unos espíritus
admiten la reencarnación y otros la rechazan.
III. Los espíritus no han descubierto nada con respecto a la
historia, la antropología u otros asuntos importantes, y parecen tener menos
capacidad y conocimientos desde esas esferas que los seres vivientes mismos; y
aunque ellos a menudo pretenden ser hombres que vivieron en las civilizaciones
antiguas, muestran una gran ignorancia sobre esas civilizaciones, o simplemente
repiten hechos relativos a temas y descubrimientos recientemente publicados.
IV. Durante estos cuarenta años de espiritismo, no se ha obtenido de
los espíritus ninguna exposición racional de los fenómenos ni del desarrollo de
la mediumnidad. Según los reportajes, grandes filósofos hablaron por conducto
de médiums, pero sus espíritus solamente articularon las más simples
trivialidades.
V. Física y moralmente los médiums llegan a un estado de
deterioro, son acusados de fraude y hasta descubiertos como delincuentes, sin
que los espíritus-guías en modo alguno intervengan para prevenirlos o
protegerlos.
VI. Se admite que los espíritus-guías defraudan e incitan al fraude.
VII. Se puede ver claramente a través de todo lo reportado acerca de
los espíritus, que sus aseveraciones y filosofía, si es que existe tal, varían
con el médium y con el pensamiento contemporáneo del espiritista viviente. Todas estas razones y muchas más que pudieran
aducirse, fortalecen al hombre de ciencia materialista en su actitud
ridiculizante hacia el espiritismo; pero, por el contrario, el teósofo tiene
que concluir en que las entidades, si hubiera algunas que se pudieran comunicar,
no son espíritus humanos, y que las explicaciones han de fundarse en otras
teorías. La materialización de una forma
en el aire, sin contacto con el cuerpo físico del médium, es una realidad; pero
eso no es un espíritu. Según fue expresado claramente por uno de los
“espíritus” no bien recibido por los espiritistas, uno de los métodos para
producir este fenómeno consiste en la acumulación de na masa de partículas
electromagnéticas, a la cual se agrega materia y una imagen proyectada desde la
esfera Astral. Esta es la realidad tras de ese fenómeno, tan esencialmente
fraudulento como un artificio de muselinas y de máscaras. En cuanto a la manera
de llevar a cabo este fenómeno, eso es un asunto muy distinto. Los espíritus
son incapaces de explicarlo, pero se ha hecho un intento para indicar los
métodos e instrumentos en los capítulos anteriores. El segundo método consiste
en hacer uso del cuerpo astral del médium viviente. En este caso la forma
astral del médium produce una exudación, que acumula gradualmente sobre sí
misma partículas extraídas del aire y de los cuerpos mismos de los asambleístas
que asisten a la sesión, hasta que, al fin, la forma astral se hace visible.
Algunas veces asume una apariencia diferente. En casi todos los casos, la media
luz es un requisito indispensable, porque una abundancia de luz perturbaría
fuertemente la materia astral y haría la proyección difícil. Algunas de las
supuestas materializaciones son pura farsa, porque las mismas no son sino
placas de substancia electro-magnética, sobre las que se reflejan imágenes
yacentes en la Luz Astral. Estas imágenes se asemejan a las fisonomías de
personas fallecidas, pero no son más que mera ilusión. Para poder comprender los fenómenos psíquicos
encontrados en la historia del “espiritismo”, es necesario conocer y admitir lo
siguiente:
I. La herencia completa del hombre desde un punto de vista astral,
espiritual y psíquico, como un ser que conoce, razonas, siente y actúa por
medio del cuerpo físico, del cuerpo astral y del alma.
II. La naturaleza de la mente, su función, sus poderes; la naturaleza y
el poder de la imaginación; la duración y efectos de las impresiones recibidas.
Lo más importante en este sentido es la persistencia de la impresión más leve
como de la más profunda; que toda impresión produce una imagen en el aura
individual, y que por medio de ésta se establece una conexión entre las auras
de amigos y parientes, viejos, nuevos, cercanos, distantes y remotos en grado:
ésto daría a un clarividente un vasto alcance de posible visión.
III. La naturaleza, magnitud, funcionamiento y poder de las facultades
internas y órganos astrales del hombre, que incluímos en los términos cuerpo
astral y Kama. Que las citadas facultades no son obstruídas en su
funcionamiento por el estado de trance o por el sueño, sino que las mismas son
acrecentadas en el médium durante el estado de trance; al mismo tiempo la
actividad de tales facultades no es libre, sino que está gobernada por el
conjunto armónico del pensamiento de los asambleístas, o por una voluntad
predominante, o por el ser diabólico que pudiera sigilosamente presidir detrás
de la escena; que si un investigador científico y escéptico se encuentra
presente, su actitud mental puede totalmente impedir la acción de los poderes
del médium, a través de lo que podríamos llamar un proceso de congelación, que
ningún vocablo en nuestro idioma podrá describir adecuadamente.
IV. El destino del hombre verdadero después de la muerte, su estado, sus
poderes, su actividad en esa esfera y su relación, si tal existe, con todos los
que él ha dejado atrás aquí.
V. Que el intermediario entre la muerte y el cuerpo físico, o sea el
cuerpo Astral, es desechado al momento de la muerte y abandonado en la Luz
Astral, para ser disipado; y que el hombre real o Ego continúa su marcha hacia
el estado de Devachán.
VI. La existencia, naturaleza, poder y funcionamiento de la Luz Astral y
su labor como registro de la Naturaleza. Que la misma contiene, retiene y refleja
las escenas e imágenes de cada uno de los acontecimientos, así como también de
todos los pensamientos, que hayan tenido lugar durante la vida de cada persona;
que esa Luz astral penetra y se difunde a través del globo terrestre y la
atmósfera que lo rodea; que la transmisión de vibraciones a través de la Luz
Astral es virtualmente instantánea, puesto que el grado vibratorio es más
elevado aún que el de la electricidad que conocemos hoy en día.
VII. La existencia dentro de la Luz Astral de seres que no usan
cuerpos físicos como los nuestros, pero que tampoco son humanos en su
naturaleza aunque poseen ciertos poderes, facultades y una especie de
conciencia peculiar a ellos. Estas entidades incluyen las fuerzas elementales o
los espíritus de la naturaleza, que se subdividen en un gran número de tipos y
grados, y los cuales toman parte en todas las operaciones de la Naturaleza y en
todas las actividades de la mente del hombre. Que estos duendes o elementales
actúan automáticamente en las asambleas espiritistas dentro de sus respectivos
campos; un grupo proyectando las imágenes o retratos, otro produciendo sonidos
y aún otros despolarizando objetos con el fin de efectuar fenómenos. Los
hombres sin alma que residen en este plano astral actúan en combinación con
estos seres elementales. A los citados hombres sin alma hay que atribuirles,
entre otros, el fenómeno de la “voz independiente”, que suena siempre como una
voz dentro de un tonel, por la simple razón de que es producida en un vacío
atmosférico, lo que es absolutamente indispensable a una entidad tan
distanciada de lo espiritual. El timbre peculiar de ese tipo de voz no ha sido
considerado importante por los espiritistas, pero ello es sumamente
significativo desde el punto de vista del ocultismo.
VIII. La existencia y el funcionamiento de leyes y fuerzas ocultas
en la naturaleza, que pueden emplearse para producir resltados fenoménicos en
este plano; que estas leyes y estas fuerzas pueden ser operadas por el hombre
subconsciente y por los elementales consciente o inconscientemente, y que
muchos de estos procesos ocultos son automáticos, en la misma forma que la
congelación del agua bajo el frío o el derretimiento del hielo bajo el calor.
IX. Que el cuerpo astral del médium, como participa de la naturaleza de
la substancia astral puede extenderse hasta cierta distancia del cuerpo físico
y actuar fuera de éste, pudiendo extender a veces un miembro de sí mismo, tal
como una mano, un braza o una pierna, y de este modo mover objetos, redactar
cartas, producir contactos corporales y así, ad infinitum. Y que, además, el
cuerpo astral de una persona puede ser inducido a sentir sensaciones que al ser
transmitidas al cerebro persuaden a la persona a creer que ha experimentado un
contacto corporal o que ha oído un sonido.
La mediumnidad está repleta
de peligros, porque en la actualidad el cuerpo Astral del hombre sólo funciona
normalmente mientras permanece unido al cuerpo físico. En épocas venideras el
cuerpo astral funcionará normalmente sin un cuerpo físico, de la misma manera
que lo hizo en tiempos remotos. Convertirse en médium significa que uno tiene
que desorganizarse fisiológicamente con respecto al sistema nervioso, ya que
por mediación de éste se efectúa la conexión entre los dos mundos. Tan pronto
como la puerta se abre, todas las fuerzas desconocidas se precipitan dentro, y
como la parte más crasa de la naturaleza es la más próxima a nosotros en este
plano, es esa parte la que más nos perjudica; la naturaleza inferior es
igualmente la primera en ser afectada e incitada, porque las fuerzas que se
emplean pertenecen a esa parte de nuestro ser.
Nosotros quedamos entonces a la merced de los más viles pensamientos de
todos los hombres y expuestos a la perversa influencia de los cascarones o
vestiduras astrales del Kama-Loka. Si a ésto se le agrega la adquisición de un
interés monetario por la práctica de la mediumnidad, encontramos un peligro
adicional, porque las cosas del Espíritu y las relacionadas con el mundo astral
no deben ser jamás objeto de comercio. Esta es la gran dolencia del espiritismo
en las Américas, que ha envilecido y degradado totalmente su historia; hasta
que ésto haya sido eliminado, no se podrá obtener beneficio alguno de esa
práctica. Todos esos que deseen oír la verdad procedente del otro mundo, deben
consagrarse dentro de sí mismos a la verdad y dejar fuera todas las
consideraciones de orden monetario.
Aventurarse a adquirir el
disfrute de los poderes psíquicos por pura curiosidad y con fines egoístas, es
también peligroso por las mismas razones atribuídas anteriormente a la práctica
de la mediumnidad. Como la civilización de la época actual es egoísta en grado
superlativo y está basada en el elemento de lo personal, los métodos para el
desarrollo de estos poderes en la forma correcta no han sido divulgados, sino
que los Maestros de Sabiduría han expresado que la filosofía y la ética deben
ser primeramente conocidas y practicadas, antes de que pueda darse a conocer el
modo de desarrollo del otro departamento; así, la censura de los Maestros con
respecto al entrenamiento de los médiums se encuentra justificada en la
historia del espiritismo, que no es sino una historia interminable de la ruina
de médiums desde todo punto de vista.
Igualmente impropio es el método de las escuelas científicas, que sin
pensamiento alguno acerca de la verdadera naturaleza del hombre, se inmiscuyen
en experimentos hipnóticos, en los que los sujetos son lesionados de por vida e
inducidos a ejecutar actos vergonzosos y a desempeñar papeles repugnantes, para
satisfacción de los investigadores, papeles que jamás serían desempeñados por
ellos en pleno goce de sus facultades. La Logia de los Maestros no puede
interesarse en la Ciencia, a menos que ésta se esfuerce en mejorar el estado
del hombre tanto moral como materialmente, y ninguna ayuda se le dará a la
Ciencia hasta que ésta se decida a ver al hombre y la vida desde el punto de
vista moral y espiritual. Por esta razón, aquellos que saben todo lo
concerniente al mundo físico, a sus moradores y a sus leyes, están procediendo
con el inicio de una reforma moral y filosófica antes de que le sea concedida
atención alguna a los seductivos fenómenos posibles por los poderes internos
del hombre. En el momento presente, el
ciclo casi ha terminado su curso con respecto al siglo. Ahora, lo mismo que
hace cien años, las fuerzas están debilitándose; por esa razón los fenómenos
del espiritismo están mermando en número y en notoriedad; la Logia espera que,
para la época en que la próxima marea comience a subir, el Occidente habrá adquirido
algún conocimiento verdadero de la genuina filosofía con respecto al Hombre y a
la Naturaleza, y esté listo entonces para permitir que se levante el velo un
poco más. Contribuir al progreso de la raza en ese sentido, es el propósito de
este libro, y, por lo tanto, su contenido se somete al juicio imparcial de sus
lectores en todas las latitudes del mundo.
Sumario
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General pages about Wales,
Welsh History
and The History of Theosophy
in Wales
The
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and The History of Theosophy
in Wales
Wales is a
Principality within the United Kingdom
and has an
eastern border with England.
The land area is
just over 8,000 square miles.
Snowdon in North
Wales is the highest mountain at 3,650 feet.
The coastline is
almost 750 miles long.
The population of Wales as at the 2001 census is 2,946,200.